jueves, septiembre 15, 2011

823. Círculo Literario y Metafísico de Lagomar

Todo el resto de la tarde anduvo oscilando entre ir a la reunión de los literatos o a la del comité de base. Magda le decía que fuera a la que más le gustara pero el no iba a saber cual le gustaba más hasta que no fuera. Recordaba, más o menos, lo que era un comité de base en los tiempos del retorno a la democracia. Pero según el Cholo ahora quedaba poco de aquel entusiasmo. Los más realistas se habían impuesto y poco a poco El Frente se había alejado de sus comités de base.
 Por otra parte lo del Círculo Literario y Metafísico -le gustaba el título- Amenazaba terminar en un club de personas originales. Por lo pronto uno de sus miembros le había estado mandando Spam como medio de conquistarle para la cofradía. ¿Pero por qué a él...? Se supone que nadie por aquí está enterado de sus epopeyas extra-dimensionales. Que nadie sabe quién es él en otros mundos. Y que no han invitado a todos los jardineros de Lagomar.
Ya estaba! Iba a ir al lugar más loco de los dos. Después de todo se merecía un rato de relax después de tantos nervios pasados.

Lo recibieron con notable cordialidad nueve hombres sonriendo sobre sus oscuras aunque diversas vestimentas. Como si quisieran simbolizar las varios tipos de seres humanos según su ocupación.
*Un carpintero, con su oscuro mameluco azul y el lápìz chato sobre la oreja. Esteban se dijo llamar. Unos cincuenta años.
*Un músico, violinista,  con su instrumento debajo del brazo. Saco negro y corbata negra. Setenta años y de nombre Octubre.
*Un lava-vidrios, Roberto, todo vestido de negro menos los dientes de su sonrisa, Veintipocos.
*Un maestro jubilado y nervioso con tizas en los bolsillos de su traje gris oscuro. 60 años no más.
*Don Miguel, químico farmacéutico con olor a remedios y dentro de un sobretodo demasiado grueso y oscuro.
*Un flaco orejudo que terminó siendo el mismísimo Jefe del correo local. Don Amilcar Dellavalle quien desde lejos ya le había estado sonriendo y haciendo como un pingüino gestos rápidos e incomprensibles.
Y tres más que quedaron olvidados entre la verborragia de Dellavalle.

Enseguida, y continuando con la reunión se daría lectura a un escrito de un compañero. En este caso se trataba de aquella pagina que el violinista acabara de sacar de dentro del estuche del violín.
Arturo, el violinista se acomodó la garganta y comenzó a leer:
"Tong."
"Tenso sonido que acabas de marcar el comienzo de este verso,
"dime,
"es tan espantable el futuro que auguras por cuanto lo quieres marcar con música "tal?
"No te escucho ahora...
"Dime qué has querido insinuar, oh cuerda templada, marcando un instante como si "fuera distinto, no igual.
"Por sus consecuencias...
"No entiendo.
"El silencio no esconde tu sonido anterior,
"sino que lo alimenta.
"Te escuché con mis oídos entendiendo que me querías llamar la atención.
"No lo niegues ahora.
"Te estoy esperando...
"...a no ser que el futuro augurado fuera este que acaba de comenzar."

Cuando los otros aplaudieron Manuel lo hizo sin mucha convicción.
Dijeron que ahora se habría un pequeño rebate sobre las virtudes y defectos del texto leído.
El carpintero opinó que el texto no era suficientemente claro en cuanto a con quien hablaba el autor. Si con la nota que había salido de su guitarra o si con alguien más.
El lavavídrios replicó que eso no era un defecto sino una virtud. La nota estaba en lugar de otra persona, una a la que el autor ama y espera. Dijo, hamacando la cabeza a los lados. Arturo se sonrojó pero sonrió. Don Miguel se refirió al último verso ¿No habla acaso de dos perspectivas temporales, la una donde se espera y la otra, simultánea, en la que el encuentro está a punto, ineludiblemente, de producirse?
 El futuro que comienza en un momento preciso me hace pensar, continuó don Miguel, en un futuro nuevo, no determinado del todo por el pasado resiente. Una bifurcada de caminos temporales que continúan cada una por su futuro propio. En uno de los ramales el sujeto seguirá esperando quien sabe por cuanto tiempo, sin encontrart nada. En el otro no existe la espera, y el personaje se encontrará con su amada enseguida.
Cuando se creía más distraído fue que Manuel escuchó claramente su propia voz diciendo que más bien lo que habría ocurrido sería que uno de los ramales permanecía en el mundo en que estaba y el otro nació con su mundo propio, uno paralelo a este en que estamos. Así, de esa manera, vivimos muchos futuros distintos al mismo tiempo. Pero somos conscientes sólo de uno por vez.

Era demasiado. Por estúpido se estaba poniendo como adalid de la causa del Multiverso, en vez de cultivar el perfil bajo.

Don Miguel levantó los brazos al cielo y vino enseguida a abrazarle.

-¡Es como escuchar a tu abuelo Abelardo! ¿Cómo pudiste expresarlo con tan pocas palabras?

Hubieron varios chistidos. Otro compañero leía su trabajo. Era Dellavalle, quién casi no podía leer con aquellos lentecitos apoyados largo sobre su larga nariz al mismo tiempo que por encima continuamente elevaba miradas hacia Manuel y don Miguel. Como buscando aprobación.
En ese momento Dellavalle terminaba de redondear su lectura:
- ...porque ya hubiese inventado el minuto, sino porque estaba en eso de inventarlo. Y de largarlo a correr dentro mismo de su propia existencia.

Pero le habrá parecido insuficiente, seguro. El tiempo que corre sólo, sin ningún contenido ni perspectiva, suele resultar demasiado tedioso y hasta desesperante.
Así que inventó el espacio. Así, no más, sin fórmulas ni aceleradores de partículas.
El espacio con todas sus características como podemos ver ahora mismo. El espacio. Una especie de cosa que permite que se pongan otras adentro. Como por ejemplo eso que pudo llamar objetos,  pequeños trozos del mismo espacio que se llenarían con otra cosa que era preciso inventar ahora.¡La materia!.¡Ahí va! La materia, cosa que para que fuera útil, era necesario dotarla de variadas características, que hicieran posible que con ella se pudieran hacer diversos objetos,  útiles para diversas tareas. Tarea, iba a ser la palabra que designara cualquier conjunto de acciones coherentes. Palabra a cada unidad de pensamiento lineal. Y pensamiento, a él mismo.

Graciosa pudo ser la definición de acción. Pensando que el tipo venía de existir un tiempo infinito sin haber conocido el espacio. Seguro que acción habrá sido definida como aquella mínima cantidad que se pierde para lograr que el pensamiento aparezca corporizado dentro del espacio-tiempo, como un cambio mínimo del estado anterior en el tiempo.

Bueno, la cuestión de las temperaturas y todo lo referente a la relación entre las partes pasémoslo medio por alto. El mundo ya estaría funcionando con toda la cuerda dada...

Hasta aquí no hay demasiados problemas, total... Es como pensar que el vacío inestable estalla desparramando tiempo y espacio al pasar. Que se llame Big Bang. Yavhé, o Júpiter, es lo de menos.

El peligro es que después de inventado el mundo el tipo se quede otra vez sin saber que hacer y empiece a divagar metiendo la cuchara, o los dedos dentro del prodigioso mecanismo de relojería que acaba de poner en funcionamiento.
Que se le haya dado por mandar a una parte de sí mismo transformada en hombre dentro del vientre de una mujer Virgen, por ejemplo...
...Llamada María de Nazareth...

Y todavía peor. Que se le haya ocurrido desear que las criaturas del Universo le rindan una clase de sentimiento que se llamaría adoración,  que consistiera  en comportarse como viles aduladores en su presencia o ante sus símbolos.

¿Por qué no?

Tratándose de un ser omnipotente no ha de extrañar que pueda pensar estupideces. Lo puede todo.
Ahora  eso sí. Si este universo que nos tocó fue creado por un Dios de esos... entonces estamos cagados!





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