lunes, septiembre 05, 2011

814. - Tierna y cándida.

Ulyces estaba por cumplir el primer año. Era un muchachito de rasgos delicados, apenas regordete, de piel suave y rulos en la cabeza. Caminaba ya, y gritaba dando a entender que venía corriendo. A veces se caía y entonces lloraba.  Todo dentro de lo normal. Porque es normal que a esa edad rompan las bolas todo el tiempo, o casi.
 También comía y dormía y hacía sus necesidades.
Abría la heladera y decía cosas en su propio idioma a esos gnomos que se esconden de los mayores. Parecía verlos cuando hacía ese gesto que apenas le levantaba una sejita antes del grito estentóreo, mezcla de alegría y de temor. Entonces salía corriendo de veras jugando a huir del peligro... y volvía a realizar toda la escena desde el principio. Desde la aproximación cautelosa, tocando con sus manitas la puerta de la heladera como si tanteara la realidad ... o tal vez repitiendo un llamado que hubiera visto antes. No se sabe. Ni los padres lo pudieron descifrar, tan embobados estaban. y tan aburridos también de la repetición diaria, aunque no se podían dejar reconocer pequeños cambios en el desarrollo de la actuación.

 Era Ulyses su hijo. Y había valido la pena dejar aquella vida azarosa que llevaban antes, para dedicarse ahora a contemplarlo. A verle crecer y adquirir momento a momento nuevas habilidades y picardías. A mirarle a los ojos profundamente en esa tranquilidad que da la certeza del amor, y poder sospechar un alma tierna y cándida recostada en la penumbra interior. Tierna y cándida pero a la vez muy pícara.

Extraña situación en la que se ven los padres que sienten que su hijo viene de antes con alguna cierta personalidad. Un ser extraño que pronto se hace entrañable y les obliga a enseñar todas las tretas que han aprendido, al mismo tiempo que decirles que no se deben hacer trampas. Una extraordinaria confluencia de influencias recíprocas que moldean la superficie externa del ser que ya existe.

En cambio algunos piensan que el niño no es mas que un pedazo de ellos que se separó del cuerpo. Ni más ni más.

Otros ni siquiera piensan.

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