Justo entonces sonaron suaves golpes de nudillos en la puerta cerrada. Era la funcionaria que amablemente venía a requerir información sobre el paradero del sujeto que se había negado a hacer la cola correspondiente. Las normas eran estrictas en el sentido de no despilfarrar los recursos del ministerio y ya debería saber el señor licenciado que le estaba terminantemente prohibido hacer beneficencia con los dineros públicos. Ella, por ejemplo se ganaba a conciencia su sueldo impidiendo cualquier tipo de irregularidad en cualquier cosa que llegara a su conocimiento...
Giorgionne, que había quedado con media cabeza asomada al borde de la apenas entreabierta hoja, la retiró justo a tiempo para sentir el golpe de las maderas, que no de la cara de aquella funcionaria ultranacionalista, que ya le tenía harto. Volvió algo perturbado.
-¿Qué era lo que me estabas contando...?
Manuel no contestó en seguida. Sentía que la sangre se le venía a la cabeza. No podía creer que todavía hubiesen funcionarios de esa categoría. Guardianes, como perros Rodwiller, de la propiedad privada representada por el estado, mezquinos de repartir lo poco que ha quedado después del robo.
-¿Siempre te trata así?
-Te parecerá ridículo, pero tiene razón. Ella cumple al pié de la letra con las instrucciones que bajan del ministerio. En los últimos meses han logrado bajar la atención de pacientes en un sesenta por ciento... con el agregado de tres pasos intermedios nuevos. El carnet de indigencia involuntaria, que se gestiona en el ministerio de industrias. La declaración jurada ante escribano público de no poseer bienes suntuarios como televisores o calculadoras de bolsillo. Y después el clásico carnet de asistencia que ahora se consigue por sorteo o licitación. Más un sobreprecio si lo querés con tapa de cartón.... Disculpá, me fui de tema... ¿Que era lo que me estabas contando...?
-Me estás diciendo que el país a vuelto al capitalismo salvaje?
-Ja! Y cada vez más.
-Pero, desde cuando? Por lo menos en la última elección antes de la revolución, había ganado el Frente.
Giorgionne se pasó la mano por la frente, ahora acalorada.
-Uy, muchacho...! Bueno volvamos a nuestra conversación anterior. Decías que conocías todo sobre mí. Será eso seña de que de alguna manera te importo... Me viniste a buscar...
-Antes pasé por lo de Ernesto y me había encontrado con Dengue y el Cholo... No sé mi madre dónde está?
-Y supusiste que un sicólogo te podría ayudar a encontrarla...?
Manuel se impacientó.
-Qué sicólogo, Vittorio! Te vine a buscar porque sos el compañero de mi madre, y... se supone que escaparon juntos de la caverna, cuando... Pero, decime, nada de estos te hace recordar ninguna cosa?
El licenciado se asombro del asombroso parecido que mostraba Manuel con una persona muy dueña de su realidad.
-Manuel, deberíamos acordar que todavía no se ha demostrado que mi memoria sea la que falla...
Aunque no quedara ninguna duda... El delirio mostraba tener un desarrollo amplio, con más de dos niveles lógicos de desajuste, metido allí en este joven aparentemente de buena inteligencia y menguados recursos.
-Yo de todas maneras te podría atender dos veces por semana aunque la señorita del frente patalee. Tal vez haya también en vos algunas cosas mal archivadas...
Manuel suspiró, se dio vuelta y apenas dejó un saludo.
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