Cuando se encontraron y Cholo salió con la noticia del procesamiento de Gregorio Álvarez, Manuel preguntó por su madre y los otros.
-No sabía que andaba por acá -contestó de forma rápida, para continuar con su tema, el Goyo, que nunca se habría esperado terminar en una celda, aunque demasiado cómoda para un delincuente de su calaña. Porque la recuperación en algunos casos se hace imposible cuando la persona se ha dejado destruir por la ambición de poder y la falta de sentimientos. No le parecía? A Manuel nada le parecía más importante que saber si su madre había logrado salir de la caverna a tiempo.
-¿Pero no estaba viviendo en Maldonado?
Manuel le miró arrugando los ojos y la boca, para preguntarle si se había vuelto loco o le estaba tomando del pelo.
-No jodas, Cholo... Quiero saber si salieron...
-¿Tu madre...? ¿De dónde tenía que salir?
Manuel pensó que Cholo, seguramente habría pasado por dificultades, como ellos, en eso de meterse dentro de un punto y después lograr salida. Se le veía demasiado abombado con esa risa tonta conque venía a contar cosas de la época individualista. Como si no supiera que todos los milicos del proceso hacía ya tiempo que se recuperaban, después de años de condena a trabajos serviles al servicio de la comunidad.
-¿Y "los otros"... quienes son?
-¿Los otro...? -no sabía qué decirle.- Los otros que estaban allá en la cueva con nosotros...
Ahora fue Cholo quién se quedó un poco en suspenso. No parecía que con esa cara Manuel le estuviera haciendo una broma tan bien actuada. ¿Estaría borracho...?
Manuel le apoyo la mano sobre un hombro... comprensivamente, y dispuesto a seguirle el juego por un rato hasta que su mente volviera a acomodarse del todo dentro del pobre cráneo.
-No te preocupes Cholazo, vení vamos a levantar al Dengue que se cayó en una cuneta, de tán mamado. Lo está cuidando la Yiya.
-¿La Yiya? ¿Estás delirando no más! ¿Nada menos que la Yiya! -Terminó a las risas para festejar la ocurrencia propia de una historia de teleteatro dónde la víctima sucumbe en manos de su amor.
-...ella se ofreció...
-Claro... Pero la Yiya es capaz de...
Manuel acompaño con la risa el chiste, sin comprender cómo Cholo podría representar el papel de otro, de una manera tan perfecta.Hasta machista parecía cuando cuadraba la boca de esa manera que parece una sonrisa. Tal vez algún personaje que anidara en algún rincón de su ser. O una simple confusión de ideas, que mal barajadas parecen querer decir otra cosa. Quién sabe....
De todos modos, los dos caminaban, sin dejarse de mirar de reojo, e iban llegando a dónde Dengue yacía en los brazos protectores de la Yiya, cuya mano acariciaba temblorosa la frente del muchacho. Parecía un cuadro renacentista o de alguna otra época, salvo que Dengue, en realidad estaba inconsciente, no dormido. Tenía un color verdoso en la cara que junto con la negrura natural de su piel daba un tono indefinido pero antinatural. Bueno sólo para el cuadro. Había que llevarlo enseguida!
Yiya se resistía a entregarlo aduciendo razones humanitarias para con el muchacho a quién consideraba virgen. El último de toda una generación. Por supuesto que se equivocaba, aunque Dengue nunca hablara de esas cosas, entre tantas noches negras había vivido también algunas luces, lástima que pocas.... escondidas imágenes que allá entre el follaje de aquellos árboles todavía temblaban en la luz cambiante.
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