-No qué va –replicó el cholo apenas antes de sentirse la carcajada de Mandinga, allá desde el sillón donde lo habían dejado, sin saberse si reía por lo que había comentado Cholo o por otra cosa de las que hablaba con Giorgionne y Margarita que habían ido a prestarle primeros auxilios. Bromas sobre si Vittorio era médico de la cabeza incluyendo los huesos parietales.
El Cholo se calentó con Lula por ser tan esquivo con los temas esenciales por no reconocer que lo que ocurría en Rio Grande menoscaba su poder al punto de no atreverse a dar órdenes que pudieran ser públicamente resistidas. Con lo que dejaba en claro que ya el pueblo no estaba con él, por no decir que él ya no estaba con él pueblo. Esa no era la nueva izquierda sino unos izquierdistas ablandados por la cercanía al verdadero poder. Como aquel que quiere matar a aquel otro y se prepara con bravuconadas sacando pecho y amenazando hasta el mismo día que se pone en condiciones de matarlo nomás, que es el día que pierde el entusiasmo y termina haciéndose amigo de la antigua victima. La nueva izquierda era la que se estaba manifestando ahora mismo en todas las comunas de un montón de países. Gente que ni enterada está de la nueva iglesia de la economía que tiene engatusados hasta a los más fervientes revolucionarios de otras épocas. La nueva izquierda era, para Cholo, la voluntad de la gente de recuperar el poder perdido en siglos de representantes y disponerse a ejercer de ciudadanos plenos. Para Cholo, lograr que se llegara a eso, era el punto más alto de su cenit. Una razón suficientemente seductora y feliz como para dedicarle la vida.
-No yo no sé nada de fisiología humana cuanto más de fisiología diabólica –reía y decía Giorgionne toda roja la cara del esfuerzo y sacando un pañuelo para desempañar los cristales de sus anteojos y al hacerlo permitir a todos que vieran sus pobres ojos cansados. Margarita le sonrió como quién regala una sonrisa que se desparrama horizontal llenando el jardín de flores. (Es un amor) Con lo que Vittorio se animó nomás a expresar su pensamiento frente a un ser de otra especie.
-Fuera de broma que he puesto atención en que no veo las diferencias, hasta la sangre parece sangre humana y sin embargo…
Mandinga sonrió atrevidamente.
-Y para decir esa pavada estudian tanto digamé?
-En tu patria también han de estudiar…
-Sí… de otra manera…sin los libros…
-¿Sin libros…?¿…cómo?
-¡Hablando, don sicólogo, hablando!
-Claro! Ustedes viven más, tienen tiempo.
-Bueno para lo que ustedes tienen para enseñar con cinco años de conversación alcanza.
-¿Vanidoso?
-Simple matemática.
Giorgionne se quedó un instante pensativo y como para sí mismo dijo.
-…más o menos como un terapia en serio…
Mandinga cacareo un risita metálica.
- jaja
Giorgionne pensó que el Mandinga le había estado tomando del pelo.
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