Todos a coro, sin ninguna, excepción dijeron que no. Ni siquiera se habían puesto a pensar en cual pudiera ser el método adecuado para poner al semidiós Mandinga, atado de pies y manos, a merced de este mal pariente.. Ni analizado la larga o corta listas de los Principios que hay que honrar. Ni puestos a repasar el historial de Mandinga entre los humanos... Sencillamente no se podían imaginar a sí mismos negociando una traición. Aquello les había ofendido.
Sobre la pantalla del monitor volvió la imagen sonriente del chivo rodeado de una serie de símbolos cabalísticos que se transformaban unos en otros. Y música... o algo así.
-Ahora ya no nos pueden oír- explicó Ernesto- he desconectado el audio.
La mayor de las Bronté pidió y obtuvo permiso para dar una opinión. Le había parecido magnífica la preferencia del ideal sobre la conveniencia pero... Estábamos en guerra. Su hermana le interrumpió. No puedes- le dijo- estar insinuando que tal vez debieron aceptar... No? (La otra negó tal idea.)
-Deberían haber negociado.
-¿Negociar la entrega de un amigo?
-Las cosas siempre se negocian. Hasta el mismo fin de la negociación, se negocia. Se podría negociar que pasáramos a llamar "mal menor" a la traición. O que dejáramos de negociar las cosas. O que...
-...qué tomaste?
-...mientras se negocia se van adquiriendo pequeñas ventajas que el otro bando nos permite para mantenernos enganchados y obtener por fin las ventajas que el se quiere asegurar.
Magnolia Bronté se sonrojó hasta las orejas. Miraba a su hermana y no podía creer que estuviese diciendo aquellas cosas tan cínicas, mucho más que otras que en los últimos tiempos habían dado lugar a sanguinarias peleas verbales entre ellas. Ahora le hervía la sangre. La iba a hacer callar. A como fuera!
-¿Te podés callar?
Violeta Bronté apenas le concedió una displicente caída de pestañas a su hermana. Caminó dos pasos y fue a apoyar su zapato derecho en la silla que centraba el abanico, el codo sobre esa rodilla y la mano en el mentón.
-Por último, la negociación se prolonga en el tiempo y se transforma mientras los contendientes van consiguiendo todo aquello que el el otro se ve obligado a conceder a cuenta de exiguos beneficios o a veces ninguno...
No pudo continuar. Su hermana Magnolia le había saltado desde la espalda, volando sobre el chillido de furia que emitía, derecho con ambas manos adelante, en dirección al cuello que había agarrado y apretado entre los dedos.
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