domingo, mayo 27, 2012

896. Algo muy íntimo

 Ernesto no pudo contestar. Sabía perfectamente que todo lo que su imaginación le proponía con insistencia carecía de cualquier sentido.Pero no lograba detener el aluvión de propuestas así como el encogimiento del pecho y el temblor generalizado. Aquel rostro que volvía porfiadamente a rastrear de reojo, estaba ejerciendo sobre su corazón una inefable pero innegable perturbación. Como si fuese posible que una máscara de aquellas de sus antepasados africanos, tuviese no más el poder de sobreponerse a la voluntad humana. Volverlo y volverlo a mirar. Como si de una indolora condena se tratara. Maldición encriptada en aquellos planos angulosos y oscuros. Proporciones magnéticas o diabólicas. Impronta gravada a fuego en la primera generación de sus neuronas...

- ¿Te conozco de algún lado...?
-Sí, pero en otro mundo.
-Te estoy hablando en serio, muchacho.
-Usted se llama Ernesto Federico de Oliveira e Souza y es dueño de esta casa que se llama Los Dogones por su madre que era africana de la república de Malí. Eso y muchas cosas más se de usted, porque me lo ha contado... bueno, al menos alguien idéntico a usted me lo ha contado.

Era el punto al que quería llegar Manuel. Ernesto endureció a gatas su expresión y hasta casi con desprecio desestimó lo antedicho.

-Eso lo sabe todo el mundo.

Dengue sonrió.

-Pregúnteme algo de su vida que no sepa casi nadie. Algo muy íntimo...


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