Es posible que haya abierto los ojos, porque algo en él se abrió de pronto y de par en par a todos los sentidos simultáneos. Cataratas de sensaciones le inundaron y sacudieron al mismo tiempo que el beso primordial continuaba según sus más profundos deseos. Los labios sentidos en toda su tierna realidad de calor y delicioso tacto corrugado, el perfume aquel, nunca olvidado de las más antiguas flores abiertas en el aire de las noches, la humedad... La luz que ahora a raudales le inundaba en orgiástica tocatta, el cuerpo todo que revivía de forma violenta latiendo a todo vapor, la respiración que tragaba resuellos insaciables y por cierto el sexo que ahora también despertaba reclamando su lugar. Estaba vivo por cierto y aquella era su flaca de siempre! La impagable, que acababa de hacerle saltar desde la grisura de la inexistencia a la vorágine de la vida.
-Flaca!
Vino desde el costado una enfermera blanca a controlarle la sonda del suero. Magdalena le acariciaba las mejillas. Él sentía necesidad de preguntar todo pero el corazón le reventaba en el pecho y de pronto se estaba mareando.
-Qué me pasó? Por qué estoy aquí?
Magda, con un gesto le pidió una pausa. La enfermera se retiraba...
-¿No te acordás de nada...?
-Y... lo último... que estábamos volviendo de A Bur Na Bar... la carpa aquella...
Magda en silencio le palpó la frente.
-En tu casa. Te encontré tirado en el piso del baño.
-¿En casa...? Qué raro... No me acuerdo de haber llegado. ¿Y vos, no estabas conmigo...?
Vino un médico con comentarios alegres, los de siempre. Le tomó el pulso, le miró un ojo estirando el párpado. Apuntó cosas en una libretita y murmuró otras hacia la enfermera.
-Haz estado mucho tiempo inconciente...
-¿Qué me pasó?
-No se sabe... Los estudios dan resultados normales. Estabas caído, desnudo, pero aparentemente no te habías golpeado al caer.
-¿Y Satanás...?
-¿De qué hablás...?
-Digo. ¿No habrá sido él...?
-¿El que qué...?
-...el que me tiró... que me hizo algo y me dejó incociente...
-...
La enfermera estaba de vuelta quitándole la mariposa del suero en la muñeca. Había escuchado parte de la conversación pero apenas movió la mirada en silencio de uno a otro. Cuando por fin se fue, Manuel arremetió con sus preguntas. Quería ponerse al día. Si era que había estado inconciente entonces... qué había pasado en aquella vuelta de Galilea traídos por Jesús dentro del receptáculo formado por las líneas de guiones. ¿Habían llegado sin inconvenientes? Ernesto ¿Se había seguido quedando con Rommel, el pequeño zorrito que se les había colado? Jesus, ¿Estaba todavía con ellos, en la caverna, aconsejándoles sobre el mejor modo de defenderse de Satanás?
En vez de contestar los labios de Magda temblaban y sus manos apretaban sin motivo las de Manuel.
-Esperame un momento. Tengo que hablar con el doctor...
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