miércoles, octubre 29, 2008

617. ESENIOS DE A BUR NA BAR

Pasaron dos largas dunas sostenidas sobre un terreno donde de tanto en tanto asomaban escarpadas aunque chatas rocas calizas que protegían en su sombra neta otros escuálidos vegetales, resecos y duros en apariencia.
Jesús bajó chancleteando una de aquellas barrancas y por último se agachó entre las zarzas desapareciendo sin dar explicaciones. Parecía chiste y no daba para seguir el ejemplo suponiendo, como se suponía, que las plantas fueran espinosas para protegerse del hambre y la sed de los chivos o los jumentos que pudieran deambular perdidos. Espinas eran, más que plantas, aunque tuviesen aquellas costras en los tallos, lo único que abultaba con apariencia de carnosidad que algunos insectos patilargos parecían estar libando, justo en ese lugar, por dónde apareció de vuelta la cabeza del nazareno y esa voz, entre gutural y nasal que les instaba a seguirle bajo las matas.
Llovido sobre mojado, debajo de las plantas se habría una bajada hacia una enorme cueva. Natural, tan natural como la galería máxima del Bosque aunque más ancha y mucho mejor iluminada. Desde la parte alta de las paredes se adentraban sobre el espacioso vacío central unas beligerantes puntas sobresalientes, restos de antiguos extractos de rocas más duras, del tipo de las que más por encima hacían de techo.
(Una descripción somera por no decir homérica)
La profundidad, no menor de doscientos metros y otros tantos en el ancho. Una plaza central por donde una buena cantidad de gente estaba en esos momentos entrando a un especie de templo rodeado de puertas, allí donde la claridad que venía de lo alto llegaba a su máximo esplendor... Aunque esa luz no debería estar atravesando varios metros de roca! ¿O sí?
Porque por ningún lado se veían lámparas ni juegos de espejos que tras cuarenta reflexiones hicieran entrar los rayos del sol. La parte central, la más alta, del techo mismo, era , toda ella la que emitía luz... o la estaba dejando pasar con ese color característico de la luz solar. Todos pensaron en cristal de roca. Y en Indiana Jones, pero callaron a la espera de poder preguntarlo. Algunos vecinos se estaban acercando a Cristo para decirle cosas que no parecían referirse a ellos, por extraño que pareciera, porque en ningún momento les miraban ni les señalaban disimuladamente con la pera.
Estaban vestidos como cristo, todos iguales, con un jubón entre corto y largo atado de forma suelta con una cuerda en la cintura. Todo en un color arena que viraba del castaño claro hasta el casi celeste, por decir algo, muy parecido a un conjunto de colores descoloridos. Todas cosas que no venían a importar tanto como saber en donde carajo estaban y para qué habían sido traídos.

Se acercaron al grupo que charlaba. Eran gente bastante joven con miradas de bueno. Todos parecían buenos y más lo parecían cuando se les observaba detenidamente. Parecían ser más buenos que los buenos de la películas. Mucho más. Con la bondad que se les veía en cada detalle del rostro y de la postura del cuerpo y el movimiento de las manos. Ernesto se decidió.

-¿Nos podrían informar de dónde es que estamos?

Cinco voces contestaron:

-A Bur Na Bar.
-Y eso... ¿dónde queda?
-En Galilea.
-¿Año...?
-Según el punto de origen...
-¿Antes de Cristo...?
-...
Cristo al sentirse aludido quiso darles una mejor explicación.

-Yo soy el mismo que les ha visitado allá en el otro continente, salvo que soy otro, es decir... Ustedes han hecho un viaje hacia sus propios pasados... Es decir... Al pasado de ustedes y de mi mismo, que allá en vuestro tiempo les visitaré por un motivo que ahora no puedo saber porque todavía no ha ocurrido. ¡Sean bienvenidos!
-Te queríamos preguntar sobre dónde estábamos y ya nos han contestado pero seguimos sin saber para qué nos han traído...

Parecieron sentirse molestos a pesar de ser tan buenos. Con cierta indignación negaron terminantemente haber traído a nadie. Si acaso lo que habían hecho era recibirlos como enviados de uno de sus hermanos desde el futuro. Eran bienvenidos a la comunidad Esenia de A Bur Na Bar. Ya podían pasar al templo de la luz a cumplir con la ceremonia de recibimiento formal y de asignación de responsabilidades. A partir de ese momento pasarían a ser miembros plenos bajo un nuevo nombre que deberían adoptar.
Estaban bajo un malentendido y este Cristo parecía no hacerse cargo de las motivaciones del otro para haberles mandado... Porque.... ellos apenas se habían asomado el borde de lo que momentos antes había sido la línea exterior de la figura de Cristo, el de allá... y.. sin ninguna intención habían aparecido aquí..

-Suponemos que el Cristo Jesús de allá nos ha mandado...
-Claro... Pero... ¿Ustedes no fueron informados sobre las características de nuestra comunidad?
-En absoluto.

Los cuatro esenios miraron a Jesús con cierto aire reprensivo a pesar de saber que no era el joven Jesús responsable por lo que en el futuro el maduro Jesús pudiera llegar a hacer. Una ley de antigua determina que el flujo de responsabilidad viaja hacia el futuro, nunca hacia el pasado. Hoy se es responsable por lo que se hizo ayer. De lo que se haga hoy se será responsable mañana. Pero nunca al revés. Del mismo modo que las cosas calientes se enfrían hasta cierto punto y no más allá. Nunca se va a formar un cubito de hielo en el vaso de agua que se está tomando.

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