martes, noviembre 13, 2007

430 MI LOCO VIEJO AMIGO

Mandinga rió con su risa aguda. Aquella risa que le salía no de entre sus gruesos labios sino desde algún lugar de la garganta pasando por detrás y saliendo por los oídos. Por un decir que intente explicar la extraña forma de resonar aquellas risillas burlonas que solía emitir cuando la comicidad de la situación, a su manera de sentir, llegaba al extremo.

-Abelardo, Abelardo… viejo loco, mi amigo. ¿Qué pretendés? Los muchachos están haciendo las cosas mucho mejor que lo que vos nunca soñaste… ¿A qué venís a calentarles la cabeza?

-Precisamente por eso… No quisiera que toda esta revolución tan soñada por generaciones y generaciones, se termine estropeando por la indolencia de creer que ya está todo hecho. Habrá guerra. Tenemos enfrente a un enemigo que nunca ha dudado de usar el arma que fuere. No esperen caballerosidad ni buenos modales. No crean en tratados ni armisticios, esperen la traición… Tienen un solo camino posible, la victoria total, con aniquilamiento de las armas enemigas.

Manuel preguntó si pretendía que fueran ellos los atacantes.

-Por supuesto! Cuanto antes mejor y no con esos proyectiles propios del cine mudo. Con el mismo procedimiento que han lanzado tortas de merengue pueden lanzar… -Miró a Manuel- vos ya lo hiciste contra la nave de San Jorge que implicó un repliegue inmediato.

-Eso fue un duelo.

-Que los apartó de la antigua costumbre de meterse dentro del punto… Yo estaba mirando la escena por el visor de la cuerdas multidimencionales. La verdad es que temblaba de miedo, tuvimos suerte porque el finado San Jorge… fue él quien entonces subestimó al rival. Creyó que reteniéndoles fuera del punto ya eran pan comido…

-Pero entonces ¿Querés que ataquemos o que nos metamos en el punto?

-¡Las dos cosas! ¡Guerra de guerrillas! Ellos no pueden hacer lo mismo, no saben ni quieren aprender a meterse dentro de un punto. Y al mismo tiempo ustedes no pueden vivir escondidos…

Al mismo tiempo todos giraron la cabeza hacia la pantalla grande del monitor, donde se repetía la misma escena que estaban viviendo aunque con unos segundos de diferencia, suficientes para producir el efecto de eco en los sonidos.

-¡Estamos en directo! –gritó el Cholo.

-Busquemos las cámaras –el Chumbo.

Ernesto aconsejó que alguien se fijara si al moverse ellos la imagen iba aumentando de tamaño, justo en el momento en que la pantalla mostró un cambio de toma, ahora desde sobre sus cabezas. Todos miraron sin ver otra cosa que la bóveda de arenisca rosada del techo. Allí no había ninguna cámara… al menos de tamaño visible. Alguien corrió en busca de una escalera y cuando volvía se enteró de que la toma ahora era desde abajo para arriba, exactamente desde un punto ubicado entre el pie derecho de Manuel y el izquierdo de Cholo sin que hubiese manera de taparla poniéndole un pie encima. La imagen igual era obtenida a través de cualquier objeto que pretendiera obstaculizarla…

-No busquen más –aconsejó Abelardo- no se trata de ninguna cámara. -Esto es una visión como la que Germán obtiene con el visor de cuerdas. Se toma desde cualquier lugar del universo. Solo hay que ajustar las coordenadas al punto que se quiere enfocar.

Ahora la imagen apareció normal –toma horizontal a la altura de las mandíbulas- y todos parecieron acercarse, un poco confusos, al entorno de Abelardo. Querían entender de una buena vez como mierda era que se podía espiar cualquier lugar sin necesidad de ningún aparato.

Abelardo se rascó la cabeza y nerviosamente miró como pidiendo ayuda a Mandinga.

-¿Querés que yo se los explique?

-No, Mandi. Ya estamos otra vez metiéndonos a cambiar la historia!

Mandinga volvió a reír divertido.

-Desde hace rato…

(Esta es una historia continuada. Sería aconsejable leerla desde el post n. 1)

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