A sus espaldas resonó la frase: QUEDAN TODO DETENIDOS Manuel sin darse cuenta todavía llegó a preguntar por qué y la contestación fue contundente: USTEDES SON TERRORISTAS. Era un argumento fuerte, suficientemente fuerte como para olvidar planes e intenciones, especialmente cuando vieron aparecer por los cuatro vientos otros tantos gendarmes, camuflados y armados y con una cara de susto que mataba. Todavía la voz agregó: QUEDARAN INCOMINICADOS HASTA QUE LA JUSTICIA INTERVENGA. Los llevaron enseguida a un camión con toldo dentro del cual tres milicos de los verdes que tomaban mate se corrieron para darles lugar en la rueda y el camión sin avisarles partió tierra adentro como un lanchón de desembarco en el día D en las playas de Normandía, pero sin atropellar a nadie, a pesar de la brutalidad del chofer, hasta que entraron a las calles de Fray Bentos y enseguida pararon en una casa con escudo. No allí no se podía, no había lugar. Era la comisaría que tenía las celdas ocupadas por borrachos y putas y que se negaban a soltar a no ser por orden superior así que…otra vez a la prefectura a preguntar, aunque todos sabían que la prefectura no tenía en Fray Bentos, celdas, ni nunca había tenido así que…otra vez para Fray Bentos a dar vueltas y preguntar. El chofer del camión tenía celular, claro que tenía, pero se había quedado sin tarjeta y la radio del vehículo…bue! Por último todo se solucionó desalojando ocho salones de clases de la escuela número 37 y acondicionándolos como calabozo. Cuando por fin los bajaron ya ellos estaban verdes de tomar mate. Ni hambre tenían sólo temblor en las manos y acidez de estómago.
A Manuel le tocó el primero “C” y como estaba incomunicado le habían tapiado las ventanas con trozos de lona claveteados en los marcos. El miliquito que lo introdujo fue muy amable con él y al despedirse le contó en sonriente confidencia que ellos, los manueles habían caído en la trampa como unos chorlitos. Qué trampa-le preguntó Manuel. –Es que estábamos avisados de que ustedes venían.-Y quién les pudo avisar si…-Una paloma mensajera nos avisó- Una paloma?- Sí la mandaron desde la base General Lujambio, llegó anoche, todavía está durmiendo la pobre…! Ah, lo que te vamos a pedir es que no tironees de la lona, porque es la del camión, viste. Después la vamos a tener que coser para poner de nuevo y si se entra a deshilachar va a ser brava la cosa! Bueno, que descanses –dijo y se fue cerrando la puerta con el picaporte nomás, porque llave no tenían.
Ahí fue que a Manuel le entró la desesperación. La penumbra del salón tal vez o más probablemente el olor a polvo de tiza mezclado con transpiración infantil le trasladó, emocionalmente se entiende, a un pasado no del todo agradable. ¡El recuerdo de la señorita Elvira! ¡Los partidos de bolilla que siempre perdía de puro chambón! Y esos bancos de mierda con la tabla de arriba con bisagra que dos por tres, cuando se ponía a joder con ellas para hacer ruido, se le cerraba de golpe y le apretaba los dedos! Prefirió sentarse en el suelo, otra vez contra la pared, pero no pudo siquiera amodorrarse porque enseguida se estaban sintiendo ruidos y voces afuera, frente a la puerta. Entró un viejo flaco que era no sé qué del juzgado pero no el juez, otro. Dejó la puerta abierta y pidiendo que la guardia permaneciera a la vista, a lo que nadie dio bola, se dispuso interrogar al acusado in situ, poniéndose en cuclillas a su lado y escribiendo sobre las tapas de un grueso libro que traía. Nombre?-Manuel-¿Único?-Único que, hijo único, quiere decir?-No, si es el único nombre.-Ah, sí.-Apellidos?-Bueno, son Aquelarre y Goticoechea.-¿Aquelarre?- Sí, le gustó a mi madre y me apuntó así. Ella es Goiticoechea- ¿Nacionalidad?- Uruguayo- Pero y siendo uruguayo usted… No, nada, prosigamos…
El ujier, oficial o alguacil, u otra cosa pero no juez, se acomodó el pecho y sentenció: UD. ESTABA ACUSADO DE ESPIONAJE Y DE TERRORISMO. Pero si es uruguayo entonces se tendrá que cambiar el cargo, me parece…por…ALTA TRAICION…en tiempos de paz… Bueno, me parece y eso ya lo confirmará el señor juez. –Se acomodó el pecho de nuevo e interrogó: ¿Qué tiene que decir al respecto? –y Manuel: Qué tengo que decir sobre qué?- Sobre la alta traición de que se le acusaría si el juez confirma mi punto de vista.- ¡Yo no traicioné a nadie, que voy a traicionar! Ni hice nada tampoco, sólo quería irme para mi casa, qué mierda!- Ah, se niega a confesar! Se niega a hacer una declaración y encima le falta el respeto a un oficial de la justicia? Le doy una última oportunidad…Cuál era su misión dentro de esa organización terrorista?- ¡Andá a cagar! –Lo único que va a lograr no declarando y con esos modales es aumentar la condena que de todos modos se le va a aplicar por querer volar las papeleras! O se cree que no lo sabemos, pobre idiota!?
Después del portazo Manuel volvió a quedar sólo, con una idea absurda en el cerebro. Veía una papelera llena volando sobre Fray Bentos y al viejo ese tratando de cazarla con una red de cazar mariposas. ¡Qué gente loca!
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