Cuando vio que Manuel temblaba agarrado del sillón, el milico se rió. No tengas miedo-le dijo- te vamos a sacar vivo de aquí.- ¿Vivo? ¿A dónde me van a llevar?- Ah, eso es otra cosa. Ya te vas a enterar… Quedaron todos callados, con fea cara, como disgustados. A nadie le gusta tener que hacer aquello con lo que sus principios están reñidos y ellos debían pensar. Y pensar rápidamente en cómo sacarlo de allí sin que nadie lo viera. LA ALFOMBRA!! –gritó de pronto el flaco-oficinesco-con-cara-de-saber-escribir.- Lo envolvemos en la alfombra y lo sacamos! La orden es que nadie se entere de que lo sacamos. EL NUNCA ESTUVO AQUÍ.- Bajó la voz casi hasta un cuchicheo y continuo:- Tenemos que arrancar la página del libro de entradas y escribirla de nuevo sin que figure el..- Y volviendo al volumen normal terminó: Ah, tenemos que avisarle a Ronzalito que le salió un traslado para el Chaco…! Bueno, manos a la obra- Corrieron los muebles hasta que no pisaran la alfombra y trajeron a Manuel hasta una punta. Uno lo agarró de los tobillos y el otro lo empujo para que cayera sobre la alfombra. Quedó justo. Enseguida, entre los dos, lo hicieron rodar con alfombra y todo. Quedó por fuera como un gran canelón peludito. Y frente a Manuel una góndola veneciana con condotiero y todo, ahumada de tierra y cenizas de cigarrillos. ¡O uedo esfirar!¡O uedo esfirar!- No hagas ruido, ya salimos. en cuanto lleguemos al camión vas a poder respirar de nuevo!- Le consoló uno, sin saber si eso iba a ser cierto. Sólo para que Manuel no jodiera. El supo que se ponían en movimiento y avanzaban porque aquello tomó ritmo de camello a los tropezones. Cuando cruzaban la puerta sintió el golpe del marco y cuando doblaban en el pasillo la alfombra hizo una arruga interna que le vino a apretar directamente en los huevos. Cuando se detuvieron por el camino, vaya a saber por qué, lo supo porque el rollo fue parado de punta en el suelo y a él le vino toda la sangre a la cabeza. Cuando por fin llegaron a la calle lo supo por el hilito de aire frío que cosquilleo la planta de sus patas. Se detuvieron allí. Consideraban la posibilidad de que uno subiera al camión a destrabar la puerta para bajarla y subir el bulto a la caja…No, no daba el tiempo, así que…a la una a las dos y…tiraron el rollo de alfombra y bum! Cayó toda…toda la tierra de la parte interna de la alfombra en la cara de Manuel que, con la boca llena de esa tierra trató de mantener el ritmo respiratorio sin toser….y para eso era urgente eliminar de allí toda la tierra posible y lo hizo…tragándola! Era lo único posible al menos por el momento. Pero el camión ya se ponía en marcha y…¡Que salada era la tierra de las comisarías! Se dio cuenta de que el único movimiento que le quedaba era el del conjunto del rollo. Girar hacia los lados. Podía saber así cual era el espacio de que disponía…A ver. Así, un giro…y do, do, doooos! ¡Pum! había chocado con algo. Pero para que podría servir hacer eso? El rollo no se iba a aflojar por muchas vueltas…a menos que pudiera trabar el borde y …Donde estaría el borde de la puta alfombra? Enseguida lo supo porque recordó que justo antes de chocar, en la segunda vuelta había habido como un pequeño cuestaabajo. A ver? Sí, aquí estaba! Giró con cuidado hasta tener el bendito borde a su costado y entonces…- ¡Y el hijodeputa lo logró! Aunque no me puedan creer, lo logró! ¡Las calculó todas! ¡Las craneó todas y lo logró! Apoyo el borde contra el piso e hizo un salto proyectando el culo bruscamente del lado del piso y estando una fracción de tiempo en el aire hizo bruscamente un giro en el aire que desenrolló un poquito el rollo antes de caer junto al borde otra vez, pero con el rollo más suelto. Después fue repitiendo la operación y a cada vez hacía fuerza con brazos y piernas hacia fuera tratando de ensanchar aquella trampa. Tardó más de media hora en lograr los primeros resultados y apenas en un cuarto más el rollo se deshacía por completo. Claro que para entonces Manuel ya había agotado toda su energía vital en sudores, calores y asfixias! sin embargo aun pudo salir de debajo de aquel pelmazo e inhalar una ventolera de aire que si bien le mareó, también le salvó la vida.
A todo eso el camión marchaba velozmente por una carretera suburbana. Una pelotuda carretera que parecía tan ancha como larga. Pudo apreciarlo porque la lona trasera se levantaba con el viento. ¿Hacia dónde irían? –pensó Manuel sin detenerse demasiado en su propia pregunta ni otra cosa porque en contacto con el aire el cuerpo le había empezado a picar horriblemente y él a comprobar que no era fácil sacarse la tierra nueva que se la había pegado en el sudor. Aquello ya era una costra! Pero tampoco en esto se pudo entretener mucho porque enseguida percibió que la velocidad del bólido disminuía. ¡El camión se había desviado y estaba parando!
¿Saltaría Manuel del camión y se perdería de vista? ¿Esperaría a tener una conversación con el conductor? ¿Se mantendría escondido allí hasta llegar a un destino más promisorio que aquel oscuro descampado? Todas esas preguntas resonaban en su mente con copia a su corazón que también y más oscuramente palpitaba en su pecho anhelando un poco de calma, una nada de dinero y un montón muy grande de amor. Como todo el mundo.
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