miércoles, junio 28, 2006

14- Para Cruzar el Puente

Antes de la madrugada terminó la batahola y Manuel quedó solo, sentado en un banco de la plaza, envuelto en la tela de un pasacalle que se había desprendido de una punta y él a los tirones terminó de desprender para abrigarse. Dejando de lado el frío la noche se mostraba hermosa con una enorme y ovalada luna que vagaba sobre la plaza, de vez en cuando tamizada por vaporosas nubes que poco a poco se iban desflecando.
Manuel había puesto las patas sobre el banco y, envuelto en aquellas tiras de género, parecía una enorme pelota de trapo abitada ahora por una pequeña mente que trataba de abarcar y comprender lo que le venía sucediendo desde que había visto allá en Lagomar, abrirse burbujas de nada en el piso del baño. ¡Había ocurrido todo tan de golpe! El mismo parecía ahora otro. Famoso y hablando cara a cara con un presidente! Esta reciente grandeza, si bien nada le aclaraba le hacía sentir importante y seguro de que, como le pasa a los tipos importantes, a él también tarde o temprano se le abriría la inteligencia y sería capaz de ver todo desde una clarividente altura. Kirchner le había mirado a los ojos y lo había comprendido. Le había hablado como a un igual! Quién lo hubiera dicho! ¿Se habrían enterado en Lagomar? Seguro que le habrían visto por TV y si no en cualquier revista. Se imaginaba entonces llegando a Lagomar y recibiendo el saludo de todo el mundo. Invitación especial para que fuera al club Lagomar, ofrecimientos de trabajo en los mejores jardines, pequeñas reformas, goteras, membranas y arreglos en general. Y la flaca Magda! Si antes ya la tenía loca de amor ahora iba a ser el doble de cariñosa. Le haría aquel arroz con leche que le tenía prometido desde hacía tiempo y se podrían dar el gusto de pasar los bocados de boca a boca como lo habían hecho una vez….Se quedó dormido.
Cuando despertó con las primeras luces del alba ya no estaba solo. El mismo se estaba acompañando sentado en el otro extremo del banco, no era otro, pero igual a él de mugriento y desnudo. Hasta el sucio color del calzoncillo era el mismo! El flaco le estaba observando y al ver que se despertaba…Sos nuestro héroe- le dijo. Pero no eran del todo iguales. El otro tenía puesta una bincha en la cabeza, con la leyenda: “Todos Somos Manuel” Le preguntó qué hacía allí, qué quería hacer. Y el otro le dijo que haría lo mismo que hiciera él.- Yo lo que quiero hacer es volver.-Y yo también, entonces!- reafirmó el doble. Pero tuvieron que callar, porque desde la esquina vieron venir otro flaco de pata en tierra, este con una pluma verde clavada entre los pelos y con los otros mismos atuendos. El primer segundo Manuel lo recibió con críticas. No estaba, según su criterio, suficientemente sucio. -Vení, vení, revolcate aquí en la arena de los juegos!- Pero eso está lleno de soretes de perro-objeto el recién llegado – Por eso mismo, ¡revolcate bien!- Fueron hasta la arena a que el muchacho se hiciera el tratamiento y cuando ya terminaba vieron que estaban rodeados de cinco manueles más, todo en calzoncillos amarillos. Uno de ellos, con pinta de alemancito y la leyenda AGUA LIMPIA, escrita con un dedo que había sacado parte del hollín de su pecho, invitó: Vamos para el puente! Entraron a caminar hacia la otra esquina, dónde les esperaba una combi llena de banderas. Sacaron unas cuantas de ellas, que tiraron en la vereda y entraron justo a tiempo para cerrar la puerta porque el vehículo ya partía raudo y entusiasta como si alguno a bordo supiera hacia dónde o a qué. En el camino, recién fue que quisieron llenar ese vacío con propuestas improvisadas, con planes disparatados que tenían sí en común un punto. Cruzar el puente. Uno decía que deberían cruzar por el agua porque por arriba iba a ser imposible. Otro advertía que el bote de la prefectura uruguaya pasaba cada cuatro horas de ida o de vuelta. Y un tercero se lamentaba de no saber nadar…Manuel se compadeció de si mismo cuando escuchó a este último, él tampoco sabía mucho, sólo a lo perrito y el río era muy ancho. Había que pensar. A pesar de las voces entrecruzadas tenía que pensar….que pensar…que…YA ESTA !- gritó, asustando a toda la comparsa pero logrando callarlos y reunirles a su alrededor, con lo que se confirmaba su sospechada condición de líder. La explicación vino enseguida:-"En la aduana argentina decimos que vamos a hacer una protesta del otro lado y en la uruguaya, decimos que somos uruguayos y que perdimos las ropas y los documentos en una pelotera que se armó aquí y que “miren cómo nos dejaron!” ¡Genial! -Opinaron los otros justo a tiempo porque llegaban a la cabecera del puente. Las puertas se abrieron, las dieciséis patas se apoyaron sobre el hormigón y entraron a caminar con firmeza pero con cuidado de no golpear los talones al mismo tiempo no fuera cosa de dañar la estructura con vibraciones acompasadas.
Pasar la parte argentina fue fácil. Los muchachos estaban con la tele prendida y justo cuando ellos entraron en la pantalla se estaba viendo a Manuel paseado sobre los hombros de medio Gualeguaychú. Salieron de allí enseguida y agrandados de ánimo arremetieron sin más preámbulo contra las puertas de la aduana uruguaya. También aquí los muchachos tenían la tele prendida, cuya pantalla siguiendo con los flashes informativos, mostraba una imagen similar salvo un detalle, a los pies de la imagen de Manuel sobre los hombres se había atravesado ahora un cartel que rezaba: “Uruguayos sucios-Los vamos a reventar”. Un guardia muy armado ocupó el camino de salida ni bien ellos pasaron. Los funcionarios se agolparon contra el mostrador, codo con codo…-Señores…? Era el momento en que Manuel debía ejercer su liderazgo y hablar. –Eehh…-apenas pudo agregar algo con la poca voz que le salía de la garganta- Somos uruguayos- dijo y en ese preciso momento mientras trataba de hilvanar los argumentos contundentes que se había pensado, un pelotudo dentro de los manueles empezó a canturrear: “Somos los Salieri de Charly” y claro, eso lo desconcentró!

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