viernes, julio 31, 2015

978. Entre el ciruelo y el sauce

 Mientras Ana demoraba su respuesta Manuel fue recorriendo todo el rededor de la bola. Efectivamente estaba en ruinas. Algunos agujeros en el fuselaje permitían ver el interior vacío, otros acababan de ser reparados y el engrudo todavía humedecía las hojas de diario recién pegadas. Cuando completó la vuelta la volvió a encarar:

--¿Y...?

Ana tomó una ramita de árbol caída y con ella se puso a hacer dibujos en la arena mientras se comenzaba a oír su voz

 --Una mañanita salí a la quinta a tomar mate e intentar resolver los problemas de la vida, al pedo porque la vida se resuelve como ella quiere....y me encontré esta bola gigante incrustada entre el ciruelo y el sauce, y a un muchacho flacucho bastante resuelto. En mi pueblo estamos acostumbrados a recibir forasteros de todo el mundo, pero este era el primer y célebre forastero interdimensional ! Así que como corresponde le ofrecí un mate...--tiene malva rosa que trabaja el desamparo--...le dije...

--Y quién era...?
--Dijo llamarse Manuel Aquelarre y venir desde las otras dimensiones huyendo de un escuadrón de ángeles dorados.
--...era parecido a mi?
--un poco, aunque mucho más delgado...
--Y dónde quedó...?
--aaah, bue... en mi casa se supone...
--Entonces podemos ir hasta allá¿
--eeeh...sí, se supone... si es que recuerdo el camino, es decir...
--No sabés dónde estás?
--Eso...
--Bueno sabiendo dónde es tu casa basta...pero, por qué él se quedó allá... o vos lo dejaste no más...?

Ana pareció captar la duda de Manuel y se puso a dar más explicaciones. Dijo que habían hecho buenas migas con aquel Manuel al que había invitado a quedarse en su casa visto el estado de aparente desnutrición del pobre . Que fue quedando varios días durante los cuales hicieron poca cosa más que hablar y hablar. Es decir que Manuel hablaba y ella escuchaba la interminable mitología del más allá que Manuel volcaba de su buche con la pretensión de que ella le creyera. La única prueba que resultaba tener era la bola misma, abollada y semi enterrada, como había quedado entre el ciruelo y el sauce. Así que la habían estado reparando para la prueba verdadera que era hacerla volar. Cuando estuvo bastante recuperada Manuel, el flaco, la había sacado a dar una vuelta durante la cual le había explicado los principios de la navegación en bola y hasta puesto al comando de la nave...

--El de hoy fue mi vuelo bautismo... yo sola debía ir y volver de un lugar previamente elegido de común acuerdo... creo que me perdí!


 

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