A todo eso apareció el personaje olvidado. La abuela Margarita con su sonrisa y una gran fuente llena de unos frutos color crema -Maná, según Abelardo- de una planta que nacía sola por todos lados. Dejó la bandeja en manos de Mandinga y fue a abrazar y besar a su nieto que en tantísimos años no había vuelto a ver. Manuel casi no se acordaba ya pero igual se emocionó, le recordó a su madre enseguida, -que con esto del segundo tiempo parece que la gente no envejece- pero no la saludó como Margarita sino como abuela.
El maná tenía muy buen sabor y al cabo de unos mordiscos notaron que además aflojaba los nervios, como un suave y agradable sopor... aunque ni tanto.... más bien que lubricaba el continuo fluir de los acontecimientos.
Magda le hizo un gesto cómplice a Manuel y Manuel se rió intencionadamente, tanto que Mandinga lo cazó en el aire y lo remedó ya cagándose de risa...
--No, jaja, es de una planta de acá, no es Marihuana, es Maná.
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