viernes, noviembre 04, 2011

850. Dedos Mágicos.


Había salido Mandinga hacía rato cuando sintieron que golpeaban las manos en el frente. Era Cholo que volvía con expresión preocupada y bastante apuro. Nada menos había sido testigo de la llegada de un patrullero policial a la casa del gordo Rogelio para llevarse detenido a  Yaka Zulu acusado de entrar a la casa por el patio y querer trepar por un caño del desagüe hasta el techo. Una locura aparte de que el gordo nunca haya simpatizado con él por las prácticas misteriosas que se le atribuían., aunque tal vez no pasara de ser otro curandero. En fin. Simplemente que venía a avisarles por cualquier cosa y siendo que Yaka acababa de venir a visitarles. Cosa extraña porque hacía mucho tiempo que nadie le veía y hasta se decía que habría muerto.


En ese punto hizo una pausa Cholo y se dispuso a ver la reacción de sus amigos, sin agregar mayores comentarios, no fuera cosa de meter la pata.

Manuel y Magda entraron en un complicado diálogo nervioso. Que había que ir a sacarlo. Que con cuál argumento. Que sin embargo tampoco se podía revelar su verdadera identidad., por supuesto.

Cuando Cholo preguntó empeoró el nerviosismo y oscureció la respuesta.  A Manuel se le ocurrió que lo mejor era ponerse en marcha hacia la comisaría y en el camino pensar un buen argumento. Claro a a la media cuadra Cholo volvió a hacer preguntas lógicas. No lograba entender ni por qué  ni cómo le pretendían hacer liberar. Manuel tuvo que lanzar algo fuerte.

-Es mi padre.

Cholo se sorprendió aun más.

-¿Sos hijo de Yaka Zulu? ¡Nunca dijiste nada!

Llegaron a la comisaría. Entraron y se encontraron con una extraña escena en el despacho del comisario. Estaban allí Mandinga, sentado en una butaca central, y a su alrededor cuatro o cinco absortos espectadores uniformados con las miradas enganchadas al movimiento constante de los largos dedos del negro, en el aire, pero tejiendo lazos multicolores de luz, que poco a poco se iban apagando, a medida que nuevos giros creaban otros lasos..

Un oficial se despabiló con la llegada de ellos y se les apersonó sin reprocharles que hubiesen entrado al despacho sin pedir permiso.

-¿Sí, qué buscaban? Yo soy el oficial de segunda Victor Eduardo Elordoy y ya les tomo los datos...

Detrás de Victor estallaron exclamaciones admirativas cuando Mandinga terminó su show con una imponente lluvia multicolor que cayó sobre los todavía atentos policías..

-¿Cual era el asunto?

-Veníamos a preguntar por... ese hombre que parece estar detenido... Yo soy su hijo.


-Ah por ese... Mire...

Se acercó otro oficial con galoncitos en el hombro.

-Buena onda el negro, pero... hay una denuncia de un vecino por violación de domicilio e intento de trepamiento de azotea.

Vino el comisario.

-Gerónimo Retamoza - dijo insinuando con rapidés una venia- comisario de la séptima sección, qué los trae por aquí vecinos?

Repitieron lo anterior sin importarles la falsa simpatía que el tipo quería demostrar.

-Es que mediando una denuncia firmada por un vecino... Sí, es cierto que no ha hecho resistencia a la autoridad ni ha intentado fugar, pero una denuncia por un cargo concreto e innegable... ¡Violación de domicilio! Fíjese vecino que ni nosotros podemos ingresar a una vivienda sin permiso del habitante o por orden de un juez Y si fuese de noche ni con una orden...

-Pero esto fue de día y se trata de una persona pacífica sin ninguna clase de antecedentes... Tal vez el vecino se asustó y depués no se pudieron entender. Mi padre no es ladrón.

-Pero vecino... ¿Que hacía entonces trepando al techo de una casa ajena? En eso lo encontramos.
-¿Qué declaró él?
-Que andaba buscando algo que se le había caído. Sí, eso dijo.
-No le creyeron y no le dejaron buscar...
-Se le acusa de entrar sin permiso a una vivienda particular. Le hemos encontrado in fraganti, ni él lo niega. Ahora pasará a manos del juez., es lo que manda la ley. Comprenda vecino que...

No pudo terminar la frase. Mandinga acababa de desaparecer de la vista de todos tras un último giro de sus manos. Abur.

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