jueves, octubre 06, 2011

836. ¿Y el amor, no existe...?

Resultaba ser que ellos, los miembros de la Hermandad, llevaban varios años intentando contactarse con los mundos paralelos con magros resultados. Pero que, aun siendo magros, esos resultados les habían arrojado hacia un abismo de misterios indescifrables.

-Necesitamos ayuda para poder interpretar las informaciones que hemos logrado robar violando, ahora lo comprendemos, esa suerte de pacto o statu quo, que rodea nuestro mundo como si fuera la cáscara de un huevo empollado.

Manuel se rió por la comparación pero no pudo evitar sentirse consustanciado con lo que le decían. Ignacio Federico continuaba...

-Hemos interceptado mensajes cifrados que hablan de muchos dioses, como en la mitología griega. De dioses que luchan usando las armas más arteras y los métodos más impiadosos. No logramos entender, quienes de ellos serían los buenos, y quienes los malos. Quienes los verdaeros dioses, creadores de los cielos y la Tierra, Y quienes los negadores,,, Es todo muy confuso!

Manuel volvío a reír pero nada dijo, esperaba a que Ignacio terminara con sus argumentos.

-Pensábamos que un Dios, un verdadero Dios debería ser antes que nada bueno. Bueno de toda bondad. Ahora no sabemos si hemos pecado de ingenuos, o es que que simplemente no entendemos algunas cosas, por no haber estado nunca del otro lado. Del lado que tu, en cambio, conoces y puedes, por tanto, explicar.

A esa altura Manuel metió un bocadillo.

-Cada cual piensa que el bien es lo que él considera el bien. No sabemos si existe un Bien que sea para todos el mismo.

-Debo entender que allá las cosas son tan confusas como las vemos desde acá?

-Yo diría que sí. Pero aclarando que eso de Dios y de los dioses, son simples creencias. Supersticiones... Palabras que nos han enseñado ... Nadie sabe si existe un Dios verdadero. Esos  no son más que personajes poderosos que luchan por concentrar cada vez más poder. Lo mismo de acá, pero en mayor escala.

-Pero allá... ¿en qué se cree?

-Igual que acá. Cada cual cree en algo llamado el bien, y trata de lograrlo reventando a todo el que se le oponga. Claro que para ganar en esa lucha hay que ser más poderoso o más hábil que los otros... Especialmente más poderoso.

-Y el amor... ¿no existe?

-Existe, sí. Pero el que predomina es el amor propio. Entre los poderosos al menos. El amor no se lleva bien con el poder.

El diálogo fue interrumpido bruscamente por un extraño sonido que salía del corazón de Ignacio, o de su camisa, más bien desde el bolsillo derecho de esta. Un aparatito parecido a un teléfono que Ignacio prestamente extrajo y acalló con su largo pulgar

-Los grises andan despistados. Nos buscan cada vez más al este. Podemos ir hasta el refugio





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