- En algún momento la luz volvió a Manuel. Lo hizo junto con regusto metálico que corría por sus encías y parecía babear entre los labios. Quiso llevarse la mano a la boca para saber que ocurría en ella que tan extraña la sentía pero, no pudo. Sus brazos estaban estirados horizontales, igual que el resto del cuerpo, salvo las piernas que dobladas en las rodillas, aunque no libres, pendían hacia abajo. Apenas logró abrir los ojos. Arriba de su cabeza amenazaba caérsele encima un aparato de luz con cuatro tubos, dos prendidos y dos guiñando destellos. ¿Estaría en el quilombo chino? No, no sentía aquí aquel olor particular ni tampoco la música. De pronto, atravesando el dolor de cabeza se le empezaron a presentar los recuerdos recientes. El milico de Lagomar, su huída, el Cholo y el boquete en el camino. Levantó lo que pudo la cabeza y miró alrededor. Estaba atado en cruz, atravesado sobre una mesa de billar, sin que el lugar pareciera un café ni un club. Reconoció al costado al Tercero que sentado en una silla leía la última página de un diario. Cuando el Tercero vio que se movía, sacó un celular, se puso a hacer pip pip y después dijo solamente “se despertó”.
Entraron los otros dos con un cuarto que le era desconocido y que fue el que se le acercó, le tomó el pulso, primero en la muñeca, después en el pescuezo y, sin mediar palabra le metió un dedo en el ojo a bajarle el párpado para mirar. Está listo,-dijo y agregó sonriente: Ahora el elixir! Los otros se acercaron formando una pequeña barrera detrás suyo. De algún lado sacó una jeringa y un frasquito del que chupó el contenido que de inmediato inyectó en el brazo de Manuel. Ya está,-dijo como para si mismo y más fuerte: En dos minutos empieza a hablar.
Manuel vio que la luz aumentaba, que se le enfriaban las orejas y que le picaba el culo. Después fue sintiendo el frío en todo el cuerpo, la lengua se le agrandaba llena de gusto a dentista. Empezó a flotar en una corriente mansa mientras las imágenes se le iban volviendo difusas, confusas, sin contraste; apenas fantasmas en leves matices de blanco…
La voz preguntó:
-¿Quién te mando venir?
-Me trajeron.
-¿Cómo?
-Adentro de un condón.
(psht otra vez no funciona noo está bien qué bien si se sigue haciendo el vivo noo es parte del efecto dejate de joder tordo dale más noo que no va a aguantar mientras hable qué nos importa está como en un sueño seguile preguntando y ya vas a entender)
-¿Y cómo te metieron ahí?
-Me caí adentro
-¿Dónde estabas?
-En Lagomar, venía disparando del milico.
-¿Por qué disparabas?
-Porque me quería cagar a patadas por rayarle la Cherokee.
-¿Quién es ese…milico? ¿Cómo se llama?
-No sé… tiene un anillo grande y bigotes.
-¿Y por qué le rayaste la Cherokee?
-Fue cuando el rollo se enredó en la pata…la mujer me mostraba las tetas….blancas y con pequitas, pero llegó él…
-¿Vos estabas en su casa?
-Sí, para arreglarle los caños y el pasto…pero mejor no, el chirimbolo ese me dio una patada y me caí del techo….
-¿Quién es el chirimbolo?
-La porquería esa que le faltaba el sombrero y yo quise…eso me pasa por decir que sé lo que no sé…
-¿Qué es lo que sabés?
-Cortar el pasto…y…esas cosas. A veces juego al truco bastante bien…también bailo…la cumbia, el rock y el candombe…
-¡Esto no funciona! –gritó el Primero mirando al Tordo. El tordo opinó que posiblemente se había pasado de dosis, lo había dejado demasiado divagante, pero que en su opinión se trataba de un perejil que no sabía en lo que se había metido. Dejémoslo un rato a ver si metaboliza y se pone a punto.- concluyó.
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