lunes, enero 12, 2009

645. ¡Qué lo parió!

Esa noche y los siguientes tres días fueron complicados, no obstante Manuel cumplió con la cita establecida para que fuera revisada su cabeza. En primer lugar una estudiante aventajada le hizo llenar un montón de casilleros en otras tantas planillas muy prolijamente diagramadas. Preguntas boludas y coquetos juegos de ingenio, sin faltar las famosas manchas de tinta.
Aunque no se esperaba la burocracia, nada le molestó, aparte de la amabilidad equidistante y casi neutra usada, la muchacha castaña llevaba puesta una boca de labios sensuales, ojos merecedores de fuego y curvas por todos lados. Se entretuvo a propósito un poco más de lo necesario y hasta fantaseó con quitarle al descuido el bolígrafo que a cada momento dejaba sobre la mesa para volver a tomarlo y apenas colocar un tílde en alguno de aquellos cuadritos vacíos. ¿Qué hubiese hecho ella? O si no... ¡qué lástima no poder hacer uso de la telepatía. Hubiera sido interesante escuchar sus pensamientos!

Cuando por fin pudo pasar al verdadero consultorio, el licenciado Giorgionne se disculpó explicando que aquel era el procedimiento habitual, el rutinario, sin parecer percatarse de lo insano que resulta poner la carreta adelante de los bueyes. El procedimiento antes que la finalidad.
A Manuel no le importaba, pero igual fue concierte de que el procedimiento lo consideraba un sujeto pasible de ser reducido a la puntuación de unas cuantas respuestas, al porcentaje de las relaciones percibidas o a las cronometraciones correspondientes efectuadas.
Por eso la bromista ocurrencia.
Por lo demás él venía a demostrarle a este mal émulo del verdadero Vittorio Giorgionne que, usando el método de diagnóstico que fuera, Manuel Aquelarre (o Mandinga) Goiticoechea no era un loco. Era... Pongamos por caso un... sujeto atípico. Un cuerdo que nunca habla de cosas cuerdas...Un extraterrestre, si fuera que estos existen. Un... utópico ser que reúne todas las características de... un personaje! Un personaje imaginado por alguna mente enorme que imagina imágenes constituidas de materia y energía.
Deben haber cosas así.
A medida que se van agregando las múltiples dimensiones y tal vez otras cosas que ni siquiera estemos capacitados para ya no imaginar sino siquiera concebir.

¡Qué lo parió!

Qué me parió... porque por detenerme a pensar estas cosas es que los demás siempre creen que estoy loco. No entienden que yo entiendo todo lo que ellos entienden pero que además... entiendo algunas que ellos no entienden... y que ese hecho me hace decir cosas que ellos no entienden.
A no ser que en realidad ellos entiendan que yo creo entender todo lo que ellos entienden y además otras cosas, pero que además de entender eso ellos entienden cosas que yo no entiendo y es por esas cosas que ellos han llegado a la conclusión de que el loco soy yo y no ellos los tontos.
Por ejemplo ellos podrían saber que...todos mis viajes en los mundos paralelos están constituidos de sustancia sin materia ni energía ni por supuesto ninguna otra cosa característica de las dimensiones superiores. Esas fantasías mías serían reales también a su manera, aunque en un mundo devaluado, en este mundo apenas eso... fantasías sin materia ni energía ni espacio ni tiempo... Pero en el mundo de la fantasía, allá en aquél que visitó Alicia, oh, allí sí la fantasía es realidad!

¡Qué lo parió!

Y vistos nosotros desde la ventana del mundo de la fantasía vendríamos a ser unas meras fantasías. ¿Podría ser que desde alguna ventana de un mundo autoconsiderado real se viera a algún otro mundo como real? ¿Existirán mundos cuyos habitantes se consideraran fantasías?

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