jueves, enero 15, 2009

648. Sólo es anormal tu olfato

-¿Y ahora...?
-No, ahora nada. Olor a nada, a cosas que no tienen olor. Ni siquiera olor a aire...
-Mmm...
-Ves, ahora empiezo a recuperar los olores de hace un rato. Ese perfume que estás usando y... algo que huele como a lata herrumbrada, no sé... pero estaba aquí cuando vinimos ayer.
-¿Siempre tuviste buen olfato...?
-El normal.
-Por ejemplo el perfume este que tengo puesto a qué distancia serías capaz de reconocerlo?

La pregunta le causó mucha gracia a Manuel porque como pasó a reír entre explicaciones, era aquel un olor tan horriblemente agrio que se animaba a reconocerle a dos cuadras. Se disculpó. Y para reforzar el gesto le tendió una mano amiga al licenciado.

Apretón de manos.

Vittorio se descubrió de pronto sacudiendo su mano en el aire con otra mano adentro, y no sólo eso, sino que diciendo con aquel tono de voz que creía perdido desde la muerte del abuelo Eulogio, allá cuando el campo, las palabras consabidas que se dicen durante un apretón de manos.

-Y cómo no...!

Con lo que venía a confirmar que hay otras formas de memoria que no dependen de las palabras. Ese tono de voz a lo gaucho un poco refinado, que no reniega demasiado de sus orígenes culturales, pero usa pantalón en vez de bombacha y botas. Como un adelantado ejemplar del mundo gaucho que se adentra al recibimiento de la globalización.

El abuelo Eulogio, con la misma cara de mi madre criolla que ahora se oculta detrás de esta nariz tana que nos ha crecido a todos... Pero volvamos al muchacho.

-¿Lo reconocerías a diez metros?
-¿A diez metros... ese olor...? Sí, claro!
-¿Y a veinte...?
-¡Vittorio... nunca me puse a contar los metros!
-¿Hasta diez estás seguro?
-Sí, hasta diez.
-Ves...? Es lo que digo, tenés un olfato de tísico!
-...
-Quiero decir. Que eso está muy por encima de lo normal. Sos una persona olfativa.
-¿Es bueno eso?
-Y... decime. Tenés con frecuencia fantasías donde aparezcan olores.
-¿Fantasías...?
-O sueños.
-No sé, no me acuerdo...
-¿Y a veces te dicen que sos terco...?
-Pero, ja. ¿Qué es lo que querés averiguar

Vittorio volvió a la realidad. No debía, no debía evaluar a las personas usando esos ridículos moldes mentales! Categorías, tipos, clases y subclases. Como la red que quiere pescar el agua. En cambio allí enfrente había una persona.

-Nada, muchacho. Solo que no me resulta fácil declararte loco. Decís locuras, pero en todo lo otro parecés normal., sólo es anormal tu olfato. Y bueno, yo había relacionado tu gran olfato con un temperamento orientado hacia las cosas olorosas, las que dan placer y las otras. Los malos olores...No me hagas caso.

-Igual no había entendido nada. Pero quiero ir a lo que dijiste antes... que lo único que parecía loco era lo que yo decía. Que en mí mismo no se notaba nada raro, ni siquiera daba el tipo del gran mentiroso. Ni miento ni estoy loco, pero cuento una historia que sólo un loco puede creer.

-Eso! Eso era lo que te quería decir.

-Bueno, pero yo la creo! Y no estoy loco según acabás de reconocer.

-Tenés razón... Salvo que... simplemente estés confundido, equivocado...

-¿Y si yo te dijera que no sos quien creés ser?

-Está bien. Trato hecho. Pongámonos al mismo nivel. No puedo saber cuando estoy viendo locura a través del cristal color locura.

-Ni yo debo pretender que me creas cuando hablo de cosas que vos no creés posibles. Quisiera poder darte alguna prueba.

-¿Prueba...? ¿Se podrá probar una cosa así?

-Por qué no? Vos podés decirme que cosa te convencería de que lo que yo he visto existe... Y después yo te digo si puedo conseguirla.

-A ver... dejame pensar un poco...







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