domingo, enero 03, 2010

775. Bajo el casco de Bucéfalo

No es cosa linda sentir que tu mundo se viene abajo. Cuando aquellas columnas que soportaban todo lo existente comienzan a ceder y hundirse desparejamente en la tierra vuelta barro, ya nada ofrece refugio ni cobijo. Ningún sitio sirve para construir un hogar ni criar los niños, ni sentir a la noche sobre el techo, la lluvia mansa que nos lleva hacia el sueño. Porque ya no hay lluvias mansas sino borrascas  amenasadoras. Ya no estaciones definidas sobre cuyas llanuras planificar el trabajo o las vacaciones. Ya no futuro predecible. Ni siquiera futuro...

Con toda brusquedad se abrió el postigo cuadrado de una ventanuca arrojando chapuzón de agua con hojas muertas sobre las caras y los muebles. La estructura del galpón volvió a crujir al volverse oblícua como una caja de cartón pisada por un caballo, apenas pisada, como muestra suficiente para cualquier entendedor acerca de lo que un Bucéfalo enloquecido puede llegar a hacer con nuestras frágiles ideas. Nuestros castillos de naipes. Nuestra colección de pequeños objetos queridos. Nuestras sonrisas o nuestras lágrimas.
Corrieron a cerrarla tropezando cajones ahora mojados y resbalando pisadas, sin alcanzar las manos el objetivo sino al cabo de quedar los cuerpos bajo la inclemente lluvia, que entraba como si fuera aquello un barco pirata con la panza rajada por un peñazco; y recuperarse a tientas, manoteando y empujando aquellas maderas que se resistían a encajar otra vez en sus lugares.
Se cortó la luz. Los rayos soldaron el interior vuelto negro. No música sino truenos y ruidos desde todos lados. Y una sensación de brusco frío...

-La fuerza del viento es cada vez mayor.

Al menos alguien volvía a hablar poniendo un toque humano en medio de las fuerzas desatadas que, aunque resultara más increíble que todo lo anterior, a partir de ese instante comenzaban a contenerse. No ya por contradecir la afirmación, sino tal vez porque también el hombre forme parte del sistema, no solo como causante de estúpidos desequilibrios, sino también, probablemente, y aunque más no sea como una posibilidad en potencia, como una voz calmada que pueda calmar a las bestias.



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