miércoles, enero 27, 2010

783. El sonsonete y el contrapunto

Contestar esa pregunta de la forma que a él se le ocurría como correcta era meterse en camisas de once varas. Decir que una cosa puede fundamentarse en el futuro. Que el futuro puede ser causa del presente, porque... (y no se sentía seguro de que sus interlocutores estuviesen maduros para tales ideas).
Sin embargo ninguna otra explicación parecía probable ante el hecho de que una cuerda pudiera quedar tensada entre sus dos extremos sin que ellos se tomaran de ninguna otra cosa, considerando que el círculo quedaría cerrado recién cuando pudiera ser colocada la décima y entonces el espacio  de la bola fuera cerrado y autocontenido, cosa sólo posible al final. Un final perfecto que habría sido la causa de la conducta de los elementos desde el principio...
Tampoco tenía voluntad de contar las veces que intentándolo, desde el comienzo la cuerdas caían flácidas sobre el piso negándose a dar ninguna clase de sonido.

Prefirió lanzarse a un ejercicio de oratoria, explicando que la cuerda no es más que el pretexto que tiene la frecuencia para expresarse en una realidad material. Puestas las cosas de ese modo no puede la cuerda más que permitir que la frecuencia le ponga en vibración aunque para ello sea necesario mantenerse en un estado a todas luces inexplicable. Una bola de la clase y el tipo de las que él sabía fabricar, constituía otro caso de estructura perfecta, como un cubo o un octaedro regular. Cosas que fueron concebidads mucho antes que cualquier otra y que perdurarían hasta después que el último fotón se apagara cansado de su eterno viaje hacia la nada.

Una bola es una cosa imposible.

Y sin embargo no es por ello muy distinta de otras. Una persona, por ejemplo, o el tiempo mismo. Las explicaciones, por supuesto, habrían de abundar. Nunca falta un cagatinta que se plante a darlas frente a quienes nunca las pidieron por saberlas inefables. Un profesor que dice la la poesía estriba en el sonsonete y el contrapunto que un verso mantiene con el otro. Otro para quien la música es aquello del arte de combinar los sonidos. Por no mencionar la persona (en este caso una conocida mía) que te conmina a ser agradecido con aquellas personas cuya conducta les han hecho merecedoras del tal reconocimiento, aunque a nosotros nos conste que todo se ha hecho en busca del propio beneficio.

Lástima no ser geómetra para poderlo demostrar.

Por otra parte... A quién le podría caber alguna duda de que estos cinco rockeros formaban parte ya de un grupo con ellos? A nadie. Bastaba con verles fijar la mirada en lejanísimos mundos escondidos en algún lugar del aire, allí mismo, sobre y a través de todas las personas que le rodeaban. Niños. Niños asomándose por vez primera a la lectura de una historia increíble como El Eternauta.



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