En ese punto fue Manuel quien saltó preguntando si entonces cuando le habían llevado al año 1967, cosa que recordaba con total certidumbre, acaso otro Manuel había quedado en su lugar viviendo la continuación de la misma vida anterior, cosa que no recordaba en absoluto. Abelardo puso cara de tener paciencia y comenzó explicando que no siempre los tiempos de una y otra historia paralela tienen la misma duración. Que el desdoblamiento puede durar para el presente apenas una fracción de segundo que ha sido suficiente en el otro tiempo como para vivir varios días.
-¿Te pareció volver al mismo instante?
-Sí. Y otras veces que me raptaban también me pareció lo mismo aunque no se si hice algún viaje en el tiempo.
-Si te pareció reenganchar con algún instante anterior, sin duda.
-Así que cuando me tiraron en Buenos Aires era el pasado… Sin embargo cuando llegué a Gualeguaychú ya estaban con el problema de las papeleras!
-Puede haber una diferencia de horas o hasta de minutos.
-¿Y para qué hacen eso?
Mandinga largó la risa. Tenía ese espíritu juguetón capaz de transformar cualquier situación embarazosa en una muy divertida.
Abelardo se puso colorado.
-Tu viaje a Guichón no se debió efectuar de esa forma ni a ese momento… A pesar de que la idea original fue mía y que después me arrepentí, como yo mismo lo había predicho dando instrucciones para que en el futuro no me hiciesen caso, traté durante mucho tiempo de impedir que se llevara a cabo tendiendo redes de interferencias que posiblemente hubiesen impedido el viaje si no se lo hubiera planeado tan tramposamente comenzando con un retroceso en el tiempo y siguiendo con tu introducción “de colado” en un vuelo de línea de Nuestra Compañía. Estoy casi seguro de que eso se tramoyó entre Bosco y Germán, que aunque sigan siendo mis amigos y nieguen su responsabilidad, considero que se pasaron de la raya.
-Con todo, por qué primero querías regalarme un juego de guijarros y después te arrepentiste? ¿A qué le agarraste miedo?
-Los guijarros eran tuyos. Yo había conseguido llevarme mi juego al segundo tiempo y Bosco ya a los veinte años estaba acobardado por las implicaciones metafísicas de lo que habíamos descubierto. Yo me morí de este mundo con la creencia de que había hecho mal al pretender que te enteraras de cosas tan extravagantes a la temprana edad de veinte años, cuando todavía uno está deslumbrado con las maravillas de la creación, especialmente los cuerpos humanos del otro sexo.
-¿Entonces vos determinaste que los guijarros llegaran a mí cuando cumpliese los veinte años?
-Pero en tu tiempo presente…
-¿Y cómo me lo iban a entregar?
-En principio Bosco en persona o alguien designado por él en caso de no poder cumplir personalmente.
-¿Y por qué no me lo entregabas vos?
-Porque yo sabía que para esa época ya iba a estar muerto. No se lo dije a Bosco –Abelardo sacudió la cabeza como rezongando consigo mismo- se iba a asustar demasiado, yo le conocía…
Manuel se rascó la cabeza.
-Hay un detalle que no encaja… En 1967 Bosco dijo que sabía en qué día iba a llegar yo. Hasta me fue a esperar a la estación de AFE.
-Y además, Manuel, él nunca había visto tu cara!
-No dudó en reconocerme
Otra vez Mandinga se rió divertido.
-Manuel, Manuelito… Tu carucha había salido en la tapa de Hora Cero…
Manuel y Abelardo saltaron al mismo tiempo creyendo haber encontrado a Mandinga en una falta que lo transformaba en al menos un cómplice del rapto.
-¡Pero en el año 2007, no en 1967!
Más diversión para Mandinga.
-No se olviden de que Bosco tenía la colección completa de Hora Cero para todos los tiempos. Cortesía de Germán que ya en vida terráquea se carteaba con él lo mismo que con vos, Abelardo. Ja ja.
-¿Colección completa para todos los tiempos…? –murmuraron todos a coro con tono de incredulidad.
2 comentarios:
buena donnnnnnn!!!! saludos de un sancarlino
Saludos Cachucho!
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