martes, marzo 09, 2010

797. Un pequeño detalle

Acababan de abandonar el hipercubo en la arboleda, aquella misma, dentro de la cual a Manuel le habían ocurrido en otros tiempos  percances mayores, y caminaban ahora por el callejón bajo una tarde luminosa y perfumada.
Todo bien, pero Manuel aun no confesaba su duda de haber hecho lo correcto. Era posible que el grupo de su padre aun esperara en casa de Federico de Oliveira, porque aparentemente la boca del hipercubo nunca se había apartado de ellos mientras estuvieron en la Tierra de rockeros y  aborígenes. Pero había sido tan potente su deseo de retornar por fin a su amada patria de los anarquistas...!
Respiraba el aire, y el aire le parecía más fresco y puro. El leve silvido que la brisa modulaba en las pinochas. Las voces perdidas y libres que los vecinos hablaban cruzándose en distintas direcciones... Todo. Exactamente todo le decía que con total certeza que este era el lugar perfecto para quedarse a vivir con la... fla...ca...

(Vivir acá con la flaca...? ¿con cuál de ellas? O con las dos al mismo tiempo?)

¿por qué no lo habría pensado antes? Apenas porque pensarlo hubiese sido tener que tomar una determinación tal vez desagradable? ¿Por puro irresponsable? ¿Por pelotudo acaso?

(Si, por pelotudo! Simplemente por pelotudo, porque bien sabía que en cada mundo... y que la verdadera Magda de éste, muy probablemente estuviese ya de vuelta de la misma manera que él...)

-Flaca...
-¿Qué, Manu...?
-Tené en cuenta que este no es exactamente tu mundo...
-Claro... Mirá que buen jardín de infantes han hecho frente a lo de Luque!
-Acá están las mismas personas repetidas...
-Sí, ya lo entendí hace tiempo. Me gustaría verme  frente a el Manuel y la Magda de aquí... Ja ja.

Las mujeres tienen esa condición de meter el dedo en el ventilador en el primer intento. Encima hasta tendría que comenzar por explicarse a sí mismo la razón por la que nunca se había cruzado con el Manuel lugareño. Revisar todas las hipótesis. Las conclusiones laboriosamente asumidas de que aquel del accidente en el baño siempre sería su mundo natal, y que éste, el de la revolución anarquista lograda a puro corazón, un hogar que el azar (o su abuelo?) le había regalado.

(Ahora bien querido Harold, si éste no fue nunca mi mundo, debería poseer un ejemplar completo  y propio, del mismísimo Manuel Aquelarre que yo soy. ¿Donde está, o dónde estuvo mientras todas mis aventuras en esta Tierra...? Muerto acaso... Se habrían espantado de verme aparecer... Ausente...?...Ufa!)

-Yo viví en este mundo varios años... y nunca me encontré con mi doble...
-¿Y con el mío...? A mí me encontraste...?
-¿A vos...? Sí, a vos sí... e decir, a tu doble...





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