domingo, abril 05, 2009

676. Clavaron el tiempo en un cartel

A todo eso Ernesto Federico comprendió que era muy extraña la situación en que se encontraban todos. Trajo una botella de cognac en una bandeja con pequeñas copas, como si fueran a brindar por algo o tal vez tuviesen frío viniendo de la nieve de algunos países bálticos, o fueran a sellar un pacto dentro de un antiguo castillo de piedras. Era verdadero cognac francés y los modales que de pronto había adoptado el dueño de casa eran esos internacionales que los ricos copian unos de otros dondequiera que estén viviendo. Hablaba sin embargo en perfecto español latinoamericano, neutro, es decir... El que se habría hablado en alguna época.
Lo que dijo al terminar de servir las copas fue casi un curso explicativo de los cómo y los por qué algunos hombres son proclives a dejarse seducir por extravagancias.¿ Quién no tiene acaso un mal recuerdo que le amenace continuamente con volver a aparecer?¿ Quién no sufre a veces de ataques de angustia inexplicable frente a situaciones completamente inofensivas? Quién ninguna vez en la vida a desconocido a quien veía en el espejo?
Y otras cuantas preguntas más que nadie atinó ni tubo oportunidad de contestar.

Manuel se sirvió otra copa desde la botella.

Los ojos de Ernesto se detuvieron sobre su perfil cuando éste comenzaba a girar horizontalmente para enfrentarlos  después.

Los de Manuel se nublaron de vapores de cognac y de ideas que bullían buscando la manera de campear el bajón con algo divertido.

-Yo acepto el desafío.

Ernesto y Margarita entendieron el significado pero ignoraron las consecuencias.

-Puedo probar que todo lo que he dicho es verdad. Está bien que no lo pueda hacer en cinco minutos y que algunos intentos me pueden fracasar pero...

Y mientras hablaba iba buscando con una mente secundaria alguna cosa que pudiera ser un prueba irrefutable, algo concluyente, como lo de las llagas en las manos de Jesús, o la sábana manchada... Los guijarros habían desaparecido y ahora también Mandinga. Dengue uno se había ido de vuelta... ¡La bola! ¡Era posible que Mandinga hubiese sido absorbido a través de las dimensiones (su desaparición instantánea) y entonces... la bola debería estar impecablemente apoyada sobre su panza entre los árboles del montecito!!!

-Vengan. Les voy a mostrar una nave interdimensional.

Mientras todos caminaban algunos lo hacían bajo protesta por la hora y otros aceptaron la evidencia de la decisión conque Manuel caminaba al frente, levantando a veces la botella sobre su cabeza y afirmando, cada vez, cosas más maravillosas. Mundos paralelos. Ah ¿Como pudimos vivir tantos siglos sin enterarnos que del otro lado de esos visillos continuaba la existencia multiplicándose a sí misma por millones de veces.
Se puso a cantar:

 "clavaron el tiempo en un cartel"

Y otro trago de cognac.

-¿Querés, flaca?

En eso varios haces de luz convergieron sobre el grupo y especialmente Manuel. Policías que habíanse escondidos entre los pinos sacaban ahora a relucir sus voces anónimas.

-Documentos!

Claro que al rejuntarse el grupito que seguía a Manuel, el oficial a cargo del procedimiento reconoció el negro  rostro del secretario del comité de base y posible candidato a diputado. Se cambió el tono de voz para pedir disculpas mientras se insinuaba una inútil venia a la altura de un inexistente gorro. Buenas noches








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