sábado, agosto 02, 2008

574. TODO LO QUE SÉ

Corrió por el cielo un manojo de estrellas fugaces que hizo a todos levantar la cabeza y quedarse, no pidiendo deseos, sino de pronto arrobados por el misterio del universo, tan grande o eterno, contra ellos tan pequeños y tan enredados en cuestiones del momento. Como un aahh, pronunciado frescamente con el alma de todos. Porque todos ellos se sentían, por diversos motivos, emparentados con el universo. Consumidores de ciencia ficción algunos y otros... bueno...

Se sonrieron mutuamente al volver. Tal vez con un poco de rubor, si hubiera sido posible verlo, pero con un nuevo brillo en las pupilas que hablaba por cada uno, diciendo que el portador no era un sujeto que admitiera fronteras para la fantasía.

Jarumi dijo que podrían compartir esa emoción de cada quien, de cuando el racimo de abrió en el cielo como un fuego de artificio. Contaría ella primero lo que sintió, que había sido como una señal, ellos mismos en luminosa carrera escapando a las milicias, y por fin separándose a toda prisa para no ser encontrados, pero llevando consigo el fuego que crearon en común. Magda había interpretado todo de un modo distinto. como si aquello le hablase del grupo que ellos habían formado y que había sido dispersado por todo el universo. Pareció muy loco y divertido mereciendo apodos sacados de los videos, todos extraños, pero fácilmente pronunciados por los orientales.
Jarumi miró de frente a Magdalena con otro tipo de sonrisa, dudando de si la uruguaya habría entendido la propuesta, además de recuperar su lugar.
Contaba su impresión Akido, con su pequeña voz, que sin embargo salía de un cuello ancho sobre unos anchos hombros. Akido era medio poeta. Hablaba como si lo fuese, con una sonrisa oriental bajo sus negras pestañas curvas. Para él lo que estalló en el cielo, lo había hecho dentro de su pecho, que entonces se había ampliado hasta confundirse con el espacio sideral.

-Sentí que por muy chicos que fuéramos, eramos tan importantes como el universo.

Toshiro confesó haber pensado en el grupo de cuatro que ellos formaron casi en broma y que ahora habría de estallar de forma prematura.

Para Natasha un estallido de luz, nunca podría significar algo malo. Le había parecido un brindis.

Manuel bromeó con explicarles, si querían, que cosa era lo que habían presenciado. Un meteorito -dijo-, moviendo el indice por el aire con premeditada torpeza. A él le había impresionado como un recordatorio de que el tiempo pasaba y que ellos debían encontrar la manera de volver a su mundo. Porque ellos, muchachos, habían sido arrojados sobre esta Argentina, no desde el cercano Uruguay, sino desde otro mundo, al que deseaban volver.

Akido prorrumpió en aplausos y propuso sentarse en el cordón de una vereda para escuchar la historia. Manuel dijo que era una historia increíble pero verdadera. Toshiro estuvo de acuerdo en escucharla y enseguida decidir qué se iba a hacer. Magdalena solo se reía. Jarumi no quería dejar volar la imaginación. Natasha encontró un buen lugar.

Manuel se sentía, hora, suelto. Se mantudo parado frente a todos y sin dejar de revolear las piernas para un lado y otro fue diciendo las cosas que se le ocurrían. Que ellos, Magda y él, venían a ser un par de extraterrestres, aunque terráqueos. Cosa que hubiese sido fácil de demostrar si todos estuvieran no aquí, sino en el mundo de Manuel, allá en la otra Tierra, porque allá hasta les hubieran hecho demostraciones de telepatía, pero acá, acá no. Que la telepatía tenía esas cosas de no ser posible en todos lados ni en todo momento. Conque si uno fuera a vivir de eso, bueno... Que tal vez, para demostrar la condición de extraño podría fabricarles una nave que vuela como un plato volador, salvo que no podría saberse si la nave, en este mundo vuela, hasta que no estuviese terminada. Que ellos, allá en su tierra paralela, estaban metidos en una guerra universal entre la libertad y el poder. Que luchaban con escuadrillas de esas naves voladoras y que destruían a los adversarios con pensamientos. Ja, ja.
Se tuvo que interrumpir porque todo aquello ahora le provocaba mucha risa. Entre lágrimas continuó:

-La muerte no existe. Todo es cambios de dimensiones. Te pueden mandar al rincón más oscuro, pero no te pueden destruir. Te pueden hacer sentir confundido, o mal, pero a la larga siempre volvés a tu propia consciencia.

Jarumi balbuceó:

-¿Quién te puede mandar... al rincón más oscuro?

Manuel abrió los brazos como pidiendo perdón.

-Hasta ahí no llega mi sabiduría... En las altas esferas son todos medio tenebrosos, y más allá... No se sabe nada. Ja.

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