domingo, agosto 10, 2008

580. Los Locos Son Incoherentes

Pero en ese momento nada dijo a los otros sobre lo que pensaba. Le pareció que estando de paso por este mundo al que todavía no daban nombre... Y además,... teniendo todas las ideas flotando en la neblina de la indefinición, como tenía, era... o podía ser, algo pedante ponerse a opinar sobre lo que otros ven como un camino posible hacia la libertad. Dentro de su propio grupo se consideraba el más ignorante pero opinaba igual, porque todos lo aceptaban como un igual, y hasta a veces más, le parecía, a veces... Pero en este mundo tan distinto y con estos muchachos tan poco típicos del lugar, sin conocer cual era el pensamiento de la verdadera mayoría...

Jarumi se le había parado enfrente con su inteligente mirada.

-¿Tu duda es si nosotros somos revolucionarios? Preguntalo claro. Sí, somos revolucionarios. Nos estamos organizando para formar un gran movimiento revolucionario!
-¿Armado?
-Eso todavía no lo tenemos decidido... Pero es posible.
-¿Sienten que este puede ser el momento...?
-Sí, la juventud ya no resiste más. Está tan desengañada que si no nos organizamos, esa energía va a estallar de forma caótica. Tenemos sólo que lanzar cuatro o cinco palabras que nos identifiquen entre todos. Ideas, sueños, porvenir...
-¿Y los que no son jóvenes, no están así de desengañados...?
-Están mucho peor. Han perdido los ideales sobornados por el confort. Ellos lo saben aunque no lo reconozcan en público. Muchos jóvenes también.

A Manuel le pareció bien esa forma de plantearlo que tenía la guacha, y al volverlo a pensar, le pareció que el corazón le estaba latiendo con esa premonición que a veces le viene de que algo va a resultar verdadero. Esas cosas que uno ya de antes está sintiendo como que ya existen. Le pareció. Y entonces abrió lo ojos sobre Jarumi, que tenía enfrente, desafiando con su mirada cualquier objeción sobre la justeza del diagnóstico. Una muchacha valiente, se veía. Inteligente y ahora jugando un jueguito de seducción para ver si levanta los pelos a la flaca, cuya mirada se veía restallar como metralleta, sobre cualquier movimiento corporal o gesto.
-Hijadeputa- pensó cariñosamente Manuel, al darse cuenta de que todas las actitudes de Jarumi habían estado dirigidas a llamarle la atención. Tal vez sólo por darle celos a la flaca, o no. Por qué no iba la guacha, a gustar de él? Si a él le gustaba ella bastante...

Magda estaba hablando. Estaba diciendo que allá en la tierra (casi dice verdadera) Uno, ellos habían participado de una revolución anarquista hecha completamente, bah, casi completamente sin uso de armas.

Jarumi se mordió el labio antes de hablar.

-Pero, ¿ustedes hablan en serio de eso de los mundos paralelos...?

Recomenzaba toda la historia de las explicaciones, con nuevas referencias a cosas que se podrían preguntar a cualquiera de los dos.

-Porque ustedes pueden haberse memorizado una misma historia falsa.
-Una historia que son dos años, día a día, con todos sus detalles, pensás que se puede memorizar...? ¿Y para qué?

Toshiro hipotetizó:
-Hasta podría ser que lo creyeran verdadero.
-Pss! Los locos son incoherentes. En un rato de conversación se ve que son locos.
Natasha objetó que eso no era muy exacto. La locura del mundo era perfectamente coherente, sin dejar de ser locura.
Akido en cambio opinaba que los motivos por los que podemos hacer algo son innumerables, porque, aunque los tendencias nuestras fueran dos o tres, son tendencias que se manifiestan continuamente y se contraponen a cada segundo ante las situaciones variables y las respuestas que en nosotros genera la inercia del pasado. Varias columnas de fichas de dominó que van cayendo en simultáneo. Se multiplican las combinaciones de hechos por segundo con la cantidad de impulsos y... todo eso... termina siendo una cantidad infinita de posibilidades -dijo y quedó callado con una modesta sonrisa en los labios.
Akiíto se mostró impaciente con los términos de la conversación e incluso con su tema. Estaban compelidos a buscar refugio para estos cuatro elementos y los amigos uruguayos, fuera del país. Así lo aconsejaba la organización, por considerarse prematuro cualquier exposición publica de su existencia antes de que estuvieran perfectamente previstos cada uno de los pasos. Y la forma en que se pensaba presentar.
Después hablaron los otros muchachos, quienes explicaron que todavía no estaban suficientemente entrenados en el concepto de lucha real, fuere con armas o sin ellas. Que la lucha, ellos creían, era otra realidad, en la que debemos saber plantarnos, con la mente clara fijada en un objetivo, o no intentarlo.





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