viernes, noviembre 20, 2009

760. Mano Blanca Pecho Negro

Desde lejos se vio que allá en el agua se habían arremolinado todos alrededor de los dos Dengues y la rubia tostada, quien ahora estaba agarrando la mano que su compañero habia puesto sobre el pecho del recién llegado. Manuel y Magda corrieron para ver de qué se trataba cuando creyeron oír que Dengue gritaba. Los otros le tomaban a por los hombros y hasta parecían estarle reprochando algo. Había mucha agitación y expresiones de alarma.
Pero cuando ellos llegaron todo parecía en vías de solución. La mano del otro acababa de despegarse del pecho de Dengue dejando allí la marca patente y de una mano blanca (bah, rosada) sobre aquella piel habano oscuro.

-Qué ha pasado? -preguntaban todos, cargando el tono acusador sobre el rostro de Dengue.
-Quién sos vos?
-Por qué te parecés tanto a Felipe?
-Por qué su mano se había pegado en tu pecho?
-Por qué quisiste besar a Camila?
-Por qué?

Por las mejillas de Dengue comenzaron a correr parejas dos lágrimas en vez de las palabras ausentes. Comprendía que aquello presagiaba una necesaria separación. No sólo había sentido mucho miedo de verse pegado al otro, sino que le había dolido, sentido un extraño dolor, otra vez, como cuando aquel se le había metido adentro. No quería volver a pasar por lo mismo.
Se zafó y quiso retirarse. Los otros pedían explicaciones. Manuel y Magda le rodeaban...

-¡Pará! -ordenó Felipe- Entre vos y yo hay algo que conversar...
-No, nada. Disculpá, fue un chiste.

Los otros cortaron la retirada.

-¿Quién sos?

Dengue volvía a estar de frente. Se observaron en silencio, cada parte, cada poro, cada mancha de color desparejo. Las palabras parecían inútiles, más allá de lo que se pudieran decir ambos supieron que constituían realidades excluyentes que sólo por error se habían una vez encontrado.

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