miércoles, mayo 20, 2009

695. La inevitable Libertad

Porque los recuerdos se amontonaba todavía sobre las pieles desnudas y transpiradas. Los visajes continuos procurando ver si el otro aun le miraba, sin demostrar demasiado, ni poder contener el deseo de hacerlo otra vez. Profesora y alumno. Alumno y profesora. Con el fondo continuo de las voces de la clase y ese maldito timbre que sonaba siempre demasiado temprano.
 Hasta la próxima.
 Aunque la próxima fuera esa misma noche, sin sueño, dándose vueltas en la cama o tal vez masturbándose. Una y otra vez. Y otra clase, y otra noche constatando en el recuerdo, el nuevo matiz de aquella mirada que parecía encenderse... ¿O sería la propia imaginación de la calentura...?
Todo verdad.
Una verdad presentida desde el principio, aunque nunca el coraje hubiese dado para dar el primer paso. Ni a él ni a ella. Contenidos por simétricos tabúes que se expresaban en larga lista de pretextos.

-Lea por favor, Cholo, su discurso sobre la Libertad.- Había dicho ella, temerosa de que la voz le traicionara al pasar su visa por aquella vena sinuosa que palpitaba al costado de aquel cuello moreno.

Cholo había levantado las cinco hojas garabateadas con birome, hasta demasiada altura; como para taparse la cara ante posibles cambios de colores, cada vez que consideraba que ella le estaba distinguiendo de los demás aunque más no fuera por sus ideas.

-"La Libertad es inevitable"

¿Se habría ella percatado del estilo sensacionalista de aquella composición suya que ahora le había servido de pretexto para encontrarle?

¿Se habría percatado él de que una cosa no quitaba la otra, y que admirada ella de su inteligencia, de todos modos le hubiera deseado físicamente aunque fuera bastante más idiota?
¿Se habría ella dado cuenta de que su atracción nada tenía que ver con su condición de profesora y sí, tal vez con su particular manera de mirar, abierta y directa?
¿Y él, que ella, aunque agotados ambos, aun le deseaba?



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