domingo, mayo 03, 2009

688. Inventores del tiempo

Entonces, lo que había comenzado siendo un encuentro provocado por anómalas circunstancias, poco a poco devenía en una simple reunión familiar que se olvidaba de lo anterior para adentrarse en los temas cotidianos de horarios de ómnibus y comienzo del invierno.
No, no había sido este un verano particularmente caluroso a pesar del calentamiento global que en otras partes derretía casquetes polares o secaba lagos que siempre habían estado en el mapa. Por eso tampoco había que creer aquello de las inundaciones y fríos extremos programados para el invierno. Suerte de países pequeños que algunas veces quedan escondidos entre medio de cataclismos sin ser tocados ni molestados. Pequeñas excepciones que el azar permite siempre y cuando no se prolonguen demasiado en el tiempo...

Manuel miraba por la ventana del frente afuera. La luminosidad de la media mañana en el hemisferio sur, sobre las copas de los árboles, mancha oscura cubriendo toda presencia del Río Ancho como Mar que más allá chorreaba aguas hasta la solitaria Antártida (respirar) a no ser que alguien diera vuelta el globo terráqueo. Recordó su vuelos y alguna fotografía mental de alguna batalla aérea de aquellas contra los ángeles, sobre las aguas quietas de aquella expansión que antes sólo había sido una playa...

Y sin embargo seguía siendo el mismo.

Miraba en lo celeste del cielo un más allá de oscuro cosmos poblado de estrambótica caterva de espíritus belicosos, entre los que estaban sus amigos de allá y sus compatriotas latinoamericanos de las patrias anarquistas... ¿Todo ilusión?

Porque lo que no se ve ni se siente, ni nunca se va a sentir en ningún futuro... existe? O es acaso pura ilusión basada, como decía el Dr. Bermúdez, en otra ilusiones que llamamos recuerdos. Recuerdos de ilusiones. O tal vez simple ilusión y siempre. Pudiendo nosotros producir esa serie de recuerdos que se van disparando en un sentido que llamamos pasado y que sentimos provenientes de aquella nada que cobra vida a cada momento y que llamamos futuro... Se nos antoja uno primero y otro después, al tiempo que pasan por nuestra consciencia como una película que nos llena de sobrecogimiento y entusiasmo.

-¿seremos meros espectadores? ¿inventores del tiempo? ¿lectores de nuestras propias historias?

Aunque estuviese exagerando los términos, por supuesto, de todas manera...Quién le podría negar con argumentos que las cosas que imaginamos no son como las imaginamos, sino de una manera que no ha de tener nada que ver con eso. El pasado bien podría ser el cartel que tiene el casillero donde vamos tirando los cuadritos de la historieta a medida que la vamos leyendo. Y cada instante tener un número que le permite presentarse en el orden adecuado cada vez que se le quiera recordar.
Acaso alguien le podría discutir entonces que barajando los instantes de forma distinta se puedan armar otras historias? Todo es probable. Por poco que lo sea. Así que alguna vez cualquier cosa puede llegar a ocurrir.
Aunque fuese una sola vez las piedras podrían llegar a tener sentimientos mucho antes de que los ricos se den cuenta de que son ladrones. Ja.

Ahora bien... Si es una historia volvíamos a lo mismo.... ¿Quién la escribe?

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