jueves, junio 11, 2015

957. Cagada Doble!

Apenas se puso el vaquero salió taloneando para la puerta y la abrió... un viejo le miraba a las risas... muy parecido a...era alguien igualito al abuelo Abelardo!
Se abrazaron cuando Manuel terminó de borrar cualquier duda de su mente. ¡Era el abuelo Abelardo en persona! ¡Qué lo parió!
Pero atrás, y también a las risas venían llegando Germán Oesterheld y Mandinga! Todos juntos otra vez!
Dónde ocultaron la bola? --preguntó Manuel automáticamente.
Mandinga, que ya se adelantaba para darle el beso del saludo, le contestó que ninguna bola habían usado, sino que cada cual vino desde su casa, a pié, porque sabían que Abelardo en la suya estaba iniciando el experimento.
--¿Experimento...?
--Tu venida...
---¿Mi venida...?
--¡Pero es que no te das cuenta, Manuel, que estás acá...?

Abelardo se comenzó a restregar la manos y a sonreír nerviosamente hasta que Manuel lo perforó con una mirada repentina...

---¡Otra vez, Abuelo!
--Y... bueno Manuelito... Habías quedado en una posición incómoda  con otra compañera que la tuya verdadera.

Sólo Manuel se dio cuenta que hacía un momento que Magda, con cara de dormida y cabellos enredados, trataba de entender la escena desde la puerta del dormitorio.

--Entonces... mi desmayo... Vos lo sabías... Vos me lo produjiste!
---Bueno... Manuelito tuve un pequeño percance ...un pequeño error, bah, cuando calibraba el colector de... Bueno, y eso te produjo un cambio repentino de juego de dimensiones, un pequeño salto hasta una brana muy próxima...
---Y porqué no me mandaste enseguida para ese mundo donde yo estaba con ... (recordó que Magda escuchaba) mi mundo?
--No pude, Manuel. Primero porque tardé en darme cuenta de lo que había ocurrido y después... bueno porque los Annunakis nos capturaron al otro Manuel, al que estaba  en ese mundo cuando vos fuiste a dar ahí.
--Ah sí? Cagada doble abuelo, te mandaste una cagada doble! Y ahora me traés aquí, con casa y todo, y la traes a la Magda de ese mundo hasta aquí, un lugar que no se sabe ni si existe.

Tan caliente estaba, que agachó la cabeza y volvió hasta donde Magda, a consolarle, por anticipado.






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