domingo, junio 07, 2015

955. Para el lado que dispare

--Pero y eso qué tiene que ver con la luz?
--ja, eso no, no tiene nada que ver supongo, pero... qué casualidad, no?
--¿Qué casualidad... cuál casualidad?
--Flaca... que yo haya encontrado en sueños la manera de escapar y que al volver acá la pieza esté toda iluminada...

Magda torció de nuevo la boca y se levantó de la cama. Recorrió la pieza mirando por el origen de la luminiscencia. No encontró nada.

--De dónde sale esa luz...? Parece que a vos no te extraña mucho...
--Bueno... si yo te fuera a contar, esta es una de las cosas menos raras que he presenciado.
--Pero decime, a qué se debe esto...?

Manuel se rascó la cabeza. No sabía qué contestarle, pero tampoco se iba a quedar callado, no.

--Este tipo de cosas se pueden producir desde lejos... Por ejemplo, mi abuelo Abelardo era... es capaz de hacer cosas que influyen y aparecen en otros lugares. Ojalá que sea él quien está produciendo esto. Porque si no...
--Pero si tu abuelo se murió hace años!
--Eso no importa, está en otro mundo.

Magda entrecerró los ojos para verle sin reflejos, no podía creer que al Manuel se le hubiese dado por alguna religión de esas que golpean la puerta. Sería más bien consecuencia del mismo estado demente que le había atrapado a partir del desmayo en la reunión. El golpe sobre el piso... Sí, era necesaria una estrategia especial en su tratamiento. Por lo pronto seguirle la corriente sin contradecirle. Se oye por ahí decir que así se trata a los locos.

--Ah, y que hacia tu abuelo...?
--Bueno él es un científico, maneja aparatos raros con los que produce efectos raros... también estudia o habla de sus inventos con algún amigo, cuando lo tiene. Si no, también habla solo y se discute a él mismo.
--Bueno, Manuel mañana la seguimos... vamos a dormir, eh?


 

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