miércoles, junio 13, 2012

902. Dibujando una bola

  Preguntaron por hojas y lápiz a Ernesto. Desapareció y volvió enseguida con un block espiral abrochado en una tablilla de la que colgaba un pequeño lápiz de grafo incrustado en su cubre punta de metal lustroso. Un reliquia que logró sorprender a Dengue 2 justo antes de perder el dominio de aquel cuerpo. Se cayó  sobre las delgadas piernas como un mecanismo de bisagras flojas, como si de golpe recordara sus culpas, adorador del algún dios imponente, y de rodillas fuese a implorar perdon. Con la frente muy próxima a besar el suelo se detuvo el movimiento.  y aun más. Ocurrió que cuando Dengue levantó la cara para mirar a todos, ya era otra la expresión. Una risa desencajada florecía en los labios y en las losas de los ojos.

-Perdón pariente -mirada con dificultad a Manuel- Me estuvo pasando el dato El Otro. Todo bien. Amistá.

Apenas si pudo levantar el pulgar derecho a modo de despedida porque el cuerpo se volvía a caer aunque más lentamente y sobre una silla que pintaba libre. Se acomodó y se dispuso a tomar la tablilla que le alcanzaban (Dengue 2, por supuesto).

-Claro que lo puedo dibujar. Armé y desarmé tantas veces aquella primera bola, te acordás...?

Parecía ser el mismo.

-...Claro que los nuevos modelos no. Viste que las han complicado bastante...?

Parecía ser otro aunque no muy distinto. No recordaba que allá se hubieran modificado las bolas en nada escencial.

-...los últimos planos que nos mandó tu abuelo son bastante incomprensibles... pero alcanzame el lapicito que estoy medio paralítico.

No, definitivamente. El abuelo no había enviado ningún plano nuevo hasta la época de la diáspora. Este Dengue era otro. Y este mundo no era, tampoco su mundo original, ahora estaba bien seguro, no es que fuera que... pero de todas maneras... un dato importante  como para ponerse a hablar algún día con la flaca ya que probablemente sea imposible retornar a tu mundo una vez que lo abandonaste. Por alguna razón que puede haber. aunque parezca caprichoso. O tal vez que hubiesen sido demasiado torpes...

Dengue dibujaba haciendo bailar el lapicito de un lado a otro de la hoja cuando esquematizaba el tendido de las cuerdas. A un costado iba anotando con pequeñas letras una columna de medidas acotadas entre paréntesis curvos o rectos. Se veía que había estudiado.

Ahora bien, ¿no será que no importa si te vivís cambiando de mundo, total la vida igual continúa?

Dengue terminó el dibujo e iniciando otra hoja dibujó una ilustración de la forma de entorchar una cuerda con tiras de plástico de  botellas, En otra el punto de unión de distintas cuerdas. En otra...

Mandinga, por ejemplo, parecía muy despreocupado por esos temas. En realidad se mueve tanto y cambia tanto -pensó Manuel, -que su vida se desarrolla en todos los mundos que va transitando.





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