sábado, febrero 27, 2010

792. El Cubo de Aladino

Más que sensible, sensiblero, o más correcto hipersensible, porque ahora caía en la cuenta de que en ningún momento se había desconectado del aparto a pesar de haber perdido contacto visual con él. En la playa que los había arrojado por culpa del inexperto pensamiento de Dengue, tal vez habría quedado debajo del agua. Pero ahora se había venido arrimando como el perrito a su amo. De modo que cada cosa que había pensado había sido escuchada y dentro de lo posible obedecida. Como si fuera la lámpara de Aladino y el la estuviese frotando. Había querido sentirse en la piel del bosquimán y ahora lo estaba sintiendo. Había pensado en ver de cerca aquella figura de Duende de la biblioteca y se había divertido un instante pensando en las travesuras que se le atribuyen a esos seres de la fantasía. Irreales... Inexistentes...

De modo que el hipercubo estaba de vuelta.

-Esperen. No se acerquen a esas cuatros telarañas! Es una puerta abierta.
-Pero si ahí no hay nada... Apenas un cuadrado...
-Es una entrada que todavía no conduce a ningún lugar. Está esperando órdenes. Hace un rato en la oscuridad entré sin darme cuenta y terminé en Namibia.

Magdalena le tomó de un brazo.:

-Entonces podemos  reanudar nuestro viaje... Tendríamos que ir a buscar a Dengue.
-Pero antes rescatar a los prisioneros y... dejar establecido un contacto entre esta gente de arriba y los de abajo... Vengan, vamos adentro y hagamos un plan que abarque todo.




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