sábado, agosto 22, 2009

727. Si todo fuera imaginación

Fue como que le dijera que estaba prisionero. Volvió la mirada de Manuel a pactar complicidad con los movedizos ojos de Dengue. Tal vez hasta con su pensamiento, porque cuando Manuel empezaba a levantarse en procura de su vaquero doblado allá en el estante lateral, junto a los champeones rojos, ya Dengue se los alcanzaba, interponiendo su flaca figura entre las ruedas de la silla y el lugar donde bajaban al suelo los pies de Manuel y sus piernas enfundadas en una especie de pijama descolorido.

Bermúdez todavía agregó:

Mejor lo lleva el enfermero. Es posible que se marée.

Cuando se terminó de vestir, sin dar muestras de haber escuchado, Manuel efectivamente se sentó sobre el vehículo, pero vastó un sólo gesto para que fuese Dengue y no el abúlico funcionario, quien tomara las riendas del asunto y saliera rumbo a los pasillos con divertida aceleración, sin hacer caso a las protestas del facultativo, ni detenerse por los tres escalones de la puerta principal que bajaron a la misma marcha, ni parar por fin la carrera hasta la parada del ómnibus de la esquina. Entonces sí, Manuel se apeó dejando a un costado la silla para que la recuperaran los tres enfermeros que ya salían corriendo tras ellos.

-Me faltan cinco pesos para el pasaje.
-Yo tengo.

Poco después compartían una sonrisa en asientos contiguos, satisfechos los dos de andar juntos, aunque no pudieran compartir todos los recuerdos, como era natural. Algún día, tal vez fuera interesante contarle a Dengue aquella parte que ignoraba sobre sí mismo. Una de tantas. Para que supiese que no era esta la única vez que remontaba el cuesta arriba de la desgracia y se lanzaba, como posiblemente estuviera ahora a punto de hacer, a manifestar su natural inteligencia y talento.

-¿Conservás algún recuerdo de cuando tenías al otro adentro?

Dengue se sobresaltó. Se acomodó sobre el asiento con la mirada al frente y después, cuando se volvió hacia Manuel los ojos le brillaban semi ocultos debajo de las órbitas.

-Ni me hables de eso...
-Pero es algo que te ocurrió... A mí también me han ocurrido cosas raras.
-¿A vos...? ¿Qué te va a pasar...?
-Cosas... He sentido mucho miedo. .. a veces creía que me estaba volviendo loco...
-¿Miedo, vos...?
-Sí.
-¡Miedo a qué...?
-Cuando ves que nada es como vos creías...
-Ah, sí... todavía no entiendo cómo pude tener a otro aquí. Uno, acaso no es uno?
-¿Viste? Esas cosas... Es que somos muy ignorantes. Creíamos que todo era sencillo.
-Bueno, sencillo... Sencillo, no sé... Pero que alguien te quiera quitar el cuerpo...
-Es que el otro andaba sin cuerpo. Y... era otro Vos, otro Dengue....
-¡No me jodas, Manuel! Sería un diablo.
-Llamale como quieras. Un diablo, un ser que dice llamarse igual que vos, que está acostumbrado a vivir en un cuerpo como el tuyo, que no te quiso hacer daño...
-¿Y para dónde se fue?
-Andá a saber... Para su mundo... Capaz que encontró su verdadero cuerpo.
-Pero, cómo puede uno perder el cuerpo?
-Bueno, vos llegaste a perder una parte... No?
-¿Y si fue todo imaginación...?
-...como dice el doctor Bermúdez...
-Ja, bueno, pero y si fuera...?
-Vos creés que todo lo que te pasó era imaginación...?
-...no...






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