miércoles, agosto 05, 2009

720. Tan boludo como cualquiera

Entonces La Marcha Turca del teléfono de Magda sonó de forma impertinente. (Uno puede llegar a odiar hasta las cosas más hermosas). Era por supuesto Rulo presentando quejas a la flaca por lo que el flaco le había hecho ayer, dejándole solo con el trabajo y la puta madre que lo parió, sin darle tiempo a reaccionar.
Dame, dijo el gesto de Manuel cuando la mano de la flaca ya se sacaba de la oreja el quejumbroso aparatito y se lo soltaba como si estuviese lleno de hormigas coloradas, o cucarachas. Grito Manuel para imponerse sobre el torrente de palabras y darse a conocer como el verdadero y lógico receptor de la catarata de quejas.

-Fue un accidente, muchacho. Ya te compensaré esas horas, no hagas drama!
-xyzklmñokkk!
-¿Que qué...?
-Xzz234,qrx Ybmtxzuvb
-Bueno, está bien. Pasá dentro de un rato y vamos juntos...

Además se había caído desde arriba del alero porque el flotador del tanque le había propinado una tremenda patada de electricidad! Manuel no pudo evitar un escape de risa. A veces lo inevitable se vuelve inevitable y al hacerlo, a la vez se vuelve ridículo, cuando no dramático. Se lo imaginó tratando de manotear las tejas que una tras otra se desprendían para seguirle  cuesta abajo en la resbalada hasta el borde mismo del alero, donde habría quedado colgado de unos pocos dedos, con las piernas pendulando en el vacío.

Tan boludo como cualquiera.

Magda iba ese mismo día a comenzar en el nuevo trabajo y le estaba invitando a que pasara de tarde por allá. Le quería mostrar lo que era un blog y lo fácil que le resultaría publicar su historia. Manuel recordó:

-Blog, sí, claro, como el de Las Bolas, ya te hablé de eso...
-Claro, eso mismo, pero no existe... ya me fijé.
-Ah, aquí no existe...?

Todavía Manuel no veía claro si en el futuro le podría interesar una cosa así. Pocas veces había leído un libro completo y le parecía difícil que alguien se interesara en un mar de letritas negras hormigueando sobre un fondo blanco.. La historieta era otra cosa. Un trazo vivo que demuestra hasta el temblor de una expresión humana. Pocas palabras. Apenas las necesarias para dejar espacio a la imaginación del lector y permitirle meterse en la imagen, como en otra piel, y en el mundo del personaje, como si fuera el suyo propio. ¡Cuantas veces se había sentido reseco bajo el sol del desierto de Arizona, soportando con resignación el roce sudoroso del barbicayo sobre el costado de su cara, o triste terráqueo, moribundo bajo el verde cielo de un planeta ignoto? Ahora... Esas cosas... ¿Sería posible contarlas y hacerlas entender por medio de unas cuantas palabras grises?





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