jueves, julio 23, 2009

716. Las ideas ocultas

Un par de horas más tarde llegaba Manuel a su casa arrastrando los pies por el balastro y silbando una reiterada tonadilla con forma de blue sonámbulo. Sin darse cuenta había ido poniendo letra a lo que silbaba.

El mundo, / se quiere aferrar./ A un sueño,/ que no es la verdad./Un día,/ se va a despertar./Ya tarde,/para reaccionar....

Magdalena no estaba en casa. Seguramente andaría tras  ese trabajo tal vez ya perdido, o en la casa de sus padres, bastante olvidados desde que comenzaran los muchos problemas que él les había acarreado a todos. Pobre gente que demasiada paciencia le habían tenido hasta ahora... y le tendrían que seguir teniendo, porque... Bueno, aquello no tenía remedio!

Se tiró sobre la cama a mirar el techo, como si el techo fuese el universo y el conjunto de todas sus verdades ocultas hasta el infinito. Porque cualquier lugar o cosa de pronto se le ocurría como siendo todas las otras, y conteniendo las esencias de cualquier otra, o del conjunto. No podía pretender que en sí mismo estuviesen esas verdades. Al menos en su conciencia ni rastros habían, a no ser que su pensamiento también jugara a las mismas trampas que todo lo otro y ocultara... ah! ...¿Cómo podría ser eso? Que su pensamiento ocultara el verdadero pensamiento que debería estar pensando sobre las verdades ocultas de todas las cosas... En los huecos que quedaban o que pudieran quedar entre concepto y concepto, en los intersticios que separan las imágenes... en las inmensas zonas silenciosas de su propia conciencia, porque... ¿Acaso era él capaz de tener conciencia de aquello que nunca había experimentado ni nunca había logrado ni lograría imaginar...? ¿Y acaso no era muy posible, de casi certera posibilidad, que esas cosas fueran la inmensa mayoría de las que en realidad le estaban rodeando, alimentando tal vez, y hasta empujándole hacia las más abismales fronteras de la comprensión...?
Más allá de todo lo extraño que había podido vivir en sus viajes por los otros mundos... Mucho más allá o más aca... Quedaba la zona de la posible existencia o inexistencia de esa cosa que otros más inteligentes que él llamaban "El Verdadero". No era casi necesario que existiera, porque... ¿No sería acaso demasiado pobre y limitante su pequeña idea de que las cosas puedan existir o no existir? Bien posible parecía que hubiesen mentes que se manejaran con cotidiana liviandad con una colección de conceptos distintos  además de eso del existir... Conceptos tales que bien pudieran resultar absolutamente incompresnsibles y aun inimaginables para una mente como la suya. Y sin embargo... Sin embargo ser esas mismas mentes superlativas las que se declararan de pronto incapaces de resolver el enorme enigma de La Verdad.
En este punto sedió su angustia. Un álito fresco en su conciencia le hacía comprender que no debía encarar aquello como una obligación. Ni como una adivinanza, ni como una tarea ineludible. Tal vez simplemente no estaba capacitado para encararla. Casi como si se hiciese a si mismo una risueña explicación, imaginó a alguien que sólo viese la realidad en blanco y negro y de pronto quisiera imaginart qué era aquello que los demás llamaban colores. Y que estos, a su vez, otro día, enfrentados a otros seres, quisieran imaginar las exoticas realidades que estos persivieran y comprendieran.. Un mundo de diez dimensiones. Los tiempos multiples, la esencia de los espíritus....



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