domingo, mayo 03, 2015

950. Eses de vapor


 Así que nada! Porque fuera o no fuera este Ulyces su hijo propio en cambio para él el era su padre, sin lugar a dudas... Y además que... no podía mirarle sin quererle... como a un hijo. Lo estaba comprobando.

Se despidieron de Julieta con las debidas disculpas y entraron directamente a la cocina. (La metafísica cedía frente al estómago).

Panchos en cada plato arrimados a una montañita de puré de papas, para cada uno, por esta vez que el tiempo no ha alcanzado. Ulyces que insiste en mandarse puñados de puré con los dedos y La flaca que le muestra el tenedor y esconde la sonrisa. Las ramas de la Anacahuita que rozan los vidrios de la ventana movidas por el viento. La ollita de los panchos todavía sobre la garrafa, dejando subir unas leves eses de vapor y la luz... La amarillenta luz de la lamparilla revotando en las paredes y llenando, tal vez ella, todo el ambiente de un contenido espeso, como si fuese una vibración que los abarcara a los tres y a las paredes amarillentas y a la rama de la Anacahuita que vuelve a rozar los vidrios de la ventana

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