viernes, abril 25, 2014

930. Pulgares girando

Detrás de los muchachos entró el propio Cholo que había ido hasta la vereda a encontrarlos. Entró ya conversando, como si se hubiese estado llenando de palabras  que no iban a sonar a discurso. Por lo pronto más bien comenzó siendo una confesión personal más que una arenga.

-Bueno amigos... la verdad es que no soy ningún estudioso de los autores ni de las teorías, igual que algunos de ustedes soy simplemente un anarquista visceral... Así que...

Y continuó un par de minutos más o menos en esa tonalidad e invitando a ponerse cómodos y a expresarse con total libertad.
Don Miguel escuchó con perfecta atención al tiempo que sus pulgares giraban y se cruzaban por encima de sus piernas, ahí en la primera fila.  En cambio Ignacio de Oliveira mantuvo las manos quietas sobre las rayas del pantalón, Chumbo dejó brillar sus ojos, inmóviles y expectantes, y Dengue no hizo más que seguir con la mirada cada movimiento y cada gesto de Cholo mientras hablaba,
Los muchachos se habían sentado por detrás de los mayores hacia la derecha para tener a todos dentro del campo visual y vieron cuando Chumbo se paró con los ojos bastante brillosos y esquivos.

-Yo tampoco sé mucho, mejor dicho nada, de lo que se entiende por Anarquismo, pero... mi vida es una pura anarquía, ya lo saben... y... no me parece que eso le sirva a todos... (terminó sonriente)

Dón miguel, que había tenido que girar completamente el torso para ver de Frente a Chumbo, no pudo evitar sentirse cómplice, no por haber tenido algo que ver con las azañas ilegales del muchacho, sino porque cuando ocurrían y el vecindario rumoreaba escandalizado, él se había siempre sentido reconfortado porque quedasen todavía jóvenes dispuestos a mandar al carajo los valores de toda esa gente mezquina.

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