martes, junio 16, 2009

705. La blusa bordada

A las siete y cinco llegó Manuel al pasto delantero de la casa de los Ferrari donde ya Rulo tenía las ventanas abiertas por algún motivo y el carrito de herramientas desenganchado de la moto.

-Fijate en el estado del césped -dijo desde adentro la voz de Rulo.
-Sí. Todo pelado, con yuyos salvajes y bolsas vacías de leche por todos lados.
-¿Bolsas de leche...?

La cabeza de Rulo asomó por la primera ventana y estirándose desde el pescuezo barrió con las cámaras visuales todo el paisaje cercano.

-¿De qué bolsas de leche estás hablando? Lo único que hay son cientos de latas de sardinas Coqueiro. Parece que los últimos que vivieron aquí vivían a sardina.

Recién entonces Manuel miró realmente el estado del jardín que había supuesto igual al que conociera allá en Tierra 2. Un desastre,

-Digo, latas de sardina.

Rulo le miró sonriente y le invitó a ver el estado de las paredes interiores.

-Fijate ahí encima de la alacena...
-¡No la toques! -casi grito Manuel
-Tocarla...?
-Se cae junto con todos los platos chinos de Hong Kong.
-No iba a tocar nada. Fijate, te digo, en la mancha de humedad que hay encima,,, Tal vez venga de la bajada de agua desde el tanque.
-Sí, pero tendríamos que picar el hormigón de la planchada.
-O... ver si el caño del tanque no viene perdiendo desde arriba. Tal vez el oxido se lo comió.
-Está todo podrido y el flotador del tanque patea. Tené cuidado. Ya te dije que las tejas...

La charla en eso se interrumpió por la llegada de la Cherokee al frente de la casa, Se bajaba por un lado la señora pechugona que Manuel había pronosticado y por el otro un hombre alto de cabellos y bigotes oscuros muy prolijos, tanto como el maletín de cuero color habano y un enorme anillo cuadrado con letras en relieve, como para dejarlo marcado en alguna cara de prisionero atado con sogas a una silla.

- Hemos vuelto porque olvidamos recomendarle... (recién el hombre demostró darse cuenta de la presencia de Manuel) recomendarles... (remarcando ligeramente el les) que dejen para último los problemas del jardín. Queremos mudarnos definitivamente para dentro de un mes... con la casa totalmente pintada.... En el garaje encontrarán una escalera y la lleve donde ya le mostré.

Antes de desinflar el tono miró de arriba a abajo a ambos operarios sin otro esfuerzo que el movimiento de los ojos. La cara acostumbrada a la inexpresión no logró sin embargo disimular un sesgo despreciaitivo.
Desapareció por el foro dejándoles con la fémina que ya parlotaba detalles inconcretos mientras sostenía esa mano sobre el escote para que no se le cayera.

-Si quieren les acompaño y les muestro... allá en el garaje... dónde es que está, detrás del autito, escondida,,, (se desprendía y volvía a prender un ovalado botoncito de nacar en su bluza de gasa veraniega)(tal vez de puro nerviosa)(o porque más tarde estuviera pensando en sacársela para ponerse encima algo más adecuado a la estación... o nada)(porque bastante incoherentemente siguió con el asunto de quienes eran las personas que los habían recomendado tan bien como para que ellos confiaran y les dejaran en la casa solos para que trabajaran con más comodidad y hasta dejaran las herramientas u otras cosas, así como la posibilidad de que hiceran uso de la cocina para calentarse algo de comer o si fuera posible darse un baño con agua caliente que sienta tan bien después del trabajo para relajarse físicamente aunque se sea tan joven y parezca que nada imperfecto pudiera ajar esa clase de perfección despreocupada)(y se sonreía conturbada al decir esas cosas, entonando el suavísimo rubor de las mejillas con los hilos de color que bordaban el frente de la blusa justo en la parte más avanzada de los senos)

Asomó el sonido de la voz del marido desde alguna otra pieza vacía de muebles.

-¿Vamos Ethel...?






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