domingo, febrero 15, 2009

657. Los pies descalzos

Igual que en antiguas pesadillas el suelo cedía bajo sus pies y eran inútiles los zarpazos dados en la oscuridad hasta despertar arañando la cortina de junto a la cama. Su madre, desde la otra habitación, cada noche igual, aunque de a poco empeorando. La caverna. Oh, la caverna de los animales peludos que saben hablar y golpean por debajo de la locura nocturna!

-Ernesto, meu filho. Eles falam pra mim. Batem no chāo. Tenho medo...
-Dormite mamá. No hay nadie. Yo vigilo.

Y la transpiración. Y el corazón latiendo en la falta de aire... No. No quería volver a esos recuerdos! No quería, como nunca había querido, adentrarse en los oscuros senderos de aquellas historias de dioses con cola de pescado. Que todo lo saben y enseñan. El significado del semen derramado sobre la tierra, el escorpión en que se transforma el clítoris y la impureza intrínseca de la menstruación. Todo tan oscuro! Allá en aquella lejana África de la que ella huyera sin lograr alejarse de su sombra... Su maldición. El escorpión africano prendido de la nuca de su padre, haciéndole perderse en un mísero cañaveral para desintegrar en él la metralla de su pobre cerebro enfermo... Basta!

-Basta... por favor.
-...
-...
-...
-...
Levantó la cara con brillo de lágrimas. Dengue vino a consolarle. Sus largos dedos temblorosos acariciaron la pelambre entrecana. Él se retiró sorprendido, pero vio que aquellos ojos le estaban viendo en profundidad. Por alguna razón misteriosa aquel pobre muchacho enfermo parecía comprender todas sus angustias y... estar caminando a su lado... por un paisaje exótico de áridos suelos y achaparrados arbolitos chatos... descalzos ambos, camino a aquellas casas de adobe que a lo lejos anuncian el inicio de un poblado... de tan extraño aspecto!
Se sacudió, como se sacude un perro para sacarse de encima el agua, y las cosas volvieron a ser lo que son. Su casa, su casa. Y estos muchachos, pintorescos personajes que hablan de manera sugestiva, como magos de feria, encantadores de serpientes o vendedores de relojes falsificados.

-Dejémosnos de bromas.

Dengue retiró su mano.

-Voy a llamar a un medico amigo, especialista en estas cosas.

Manuel observó la expresión de Dengue.

-Si quieren esperen aquí, ya vuelvo. Dejé el teléfono en mi estudio...

Rulo dijo que también se retiraba y salió con Ernesto.

Magda se entretuvo conversando con Eva, la enfermera, mientras Manuel trataba de encontrar los ojos de Dengue frente a los suyos. Habían quedado solos...

-Dengue... vos sos el mismo, el de las bolas, verdad?



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