domingo, diciembre 25, 2011

864. ¿Quién cree en el destino?

Pero las cosas no quedaron en eso. 

Primero el aura del otro se desinfló apagando sus brillos naranjas y flameando hacia la tierra como los pétalos de una gran flor que se marchita, No le creía, Creía, más bien, estaba creyendo , que aquella respuesta supuestamente modesta, no era, en el fondo más que un pretexto para ocultar algo muy parecido a l egoísmo. Se negaba a dar más de lo que había estado dando.
Él (el otro) se conocía toda la saga, capítulo por capítulo, y había entendido claramente el mensaje que el personaje había estado siempre transmitiendo, lo entendieran concientemente los otros, o no. Tal vez fuera que le entendía mejor que los otros por ser su casi perfecto gemelo. Por eso no le podría engañar,
Decidió presionarle.

-Tu padre no opìna lo mismo...
-¿Mi padre,,,? ¿Conocés a mi padre?
-A tu padre lo conocen en todos los mundos. Es muy... sociable...
-¿Y qué te dijo?

Me dijo que según tu abuelo Abelardo, intelectualmente un poco más arriesgado que el mío, vos habías nacido en el momento preciso y en el lugar más perfecto para recibir el flujo que la melodía del universo desata al hacer sonar cada una de sus notas, allí justamente donde resuena.mejor. En este caso en vos. Porque vos estabas allí y aunque quieras escabullirte, ese destino te vendrá a buscar al lugar en que te encuentrres.

-Yo no creo en el destino.
-Era una menrera de decirlo...El destino es lo que llevamos adentro. Esa fuerza callada que nos inclina en un sentido, no en el otro. No podemos dejar de ser lo que somos.
-Yo era un muchacho jardinero que soñaba con ser dibujante de historietas...
( sonó casi como un reproche)
-...Que un día se cayó dentro de una esfera hueca que se acababa de abrir en el piso de su casa. Sí, ja ja. Te vinieron a buscar a vos pero a mi no. Yo tuve que estudiar el tema casi por mi cuenta. Con apenas la ayuda del viejo Miguel, el farmacéutico. Pero a vos te vinieron a buscar por algo que yo no tengo. Vos generás confianza a tu alrededor. ¿Cómo lo hacés...? Cuando digo la verdad la gente no me cree.
-...ah, eso?
¿Eso sería la ayuda que le estaba pidiendo? Que le explicara cómo hacer para generar confianza en los otros. (Un cursito de esos que te venden para tener éxito en los negocios.) Si es que fuera cierto que él generara eso alrededor, bueno...No tenía la más pálida idea de cómo era que lo hacía. ¿Sería cierto...?

((VISTA CLÁSICA))

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jueves, diciembre 15, 2011

863. El otro.


Enseguida fue que el Manuel foráneo abrió la maleta de su alma compungida. Dijo venir al encuentro de su hermano dimensional, así se expresaba, vapuleado por innúmeros fracasos, allá en su mundo, en una larga lucha de trabajo político. Era algo así como un militante de primera en la causa ácrata. Un entusiasta seguidor de las ideas que pretenden igualar a todos los humanos en derechos y obligaciones, así como en capacidades y méritos, despreciando cualquier evidencia contraria.
Dijo allí, sentado en aquel tronco verdoso de líquenes, descreer de toda naturaleza humana, a no ser que ella fuese el conjunto de tácticas y estrategias que los seres utilizan para sobrevivir y adaptarse a circunstancias  siempre distintas, de modo de perpetuar la especie y avanzar en el camino de la comprensión del todo.
No ser un místico sino un práctico e instintivo buscador del camino más corto hacia una humanidad igualitaria, que dejara de peregrinar tras las riquezas engañosas y enfrentara el enorme misterio de la existencia de la conciencia...

Hablaba mucho y gesticulaba los brazos dentro de aquellas mangas verdes, mientras de ojos saltones miraba a su tocayo  al que parecía decidido a convencer con la evidencia de la verdad.

-La humanidad de mi mundo se ha perdido tras todas las boludeces que el sistema económico le presenta como tentadores platos de un menú casi infinito.

Manuel, sin comprender todavía cual sería la ayuda que se le venía a pedir, asintió con movimientos de cabeza.

-Aquí pasa más o menos lo mismo.

Que no, afirmó el otro, que se trataba de grados distintos de estupidez. Que allá cada cosa tiene su precio, así sean vidas o países. En cambio acá, bueno...

-¿Y en qué te puedo ayudar...?

Entonces la sorpresa. El otro era un lector cotidiano de una historia que se contaba en un blog allá en su mundo, sobre las andanzas de un personaje llamado Manuel,  que se suponía estar basado en la real historia de alguien que en algún lugar de los infinitos mundos posibles, había conducido a las masas humanas, casi sin decir palabra, hacia lo que él y todos los anarquistas del mundo no lograban siquiera hacer entender.

-He podido comprobar que ese Manuel sos vos. Dijo, casi con el último aliento

Manuel se sintió atrapado. Algo en su interior le impulsaba a no dejarse comprometer con ninguna clase de lucha. No estaba llegado el momento.

-¿Cómo hiciste para apartarlos de tanta cosa mezquina?

-Nada... Yo no hice nada... Cuando le gente quiere hacer algo encuentra un líder.

(( VISTA CLÁSICA ))
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lunes, diciembre 05, 2011

862. Teléfono interno

Tenemos espías en todos lados y cuando no los tenemos recurrimos a variadas artimañas y hasta alimañas. Pues no sabemos si habrán sospechado que aquellos Tucu Tucus parlantes e inteligentes de alguno de los otros mundos. desde un principio estuvieron colaborando con nosotros. aunque no burdamente, colocando cámaras o micrófonos ocultos, como si esto fuese Misión Imposible o alguna otra chotada. Ellos... bueno, colaboraban  de alguna forma consciente, aunque sin saberlo.

Pero sigamos en la historia.

Manuel entró al bosque al costado de su bicicleta, porque se bajó para llevarla como si de su hermana menor se tratara y tuviese que acortar el paso para esperarla. O se viniese esperando a sí mismo, a medida que se adentraba en la parte más umbrosa  de la vegetación hasta aquel tronco caído que apareció en su vista en el momento justo que esperaba verlo. Se sentó en el tronco, dejando la bici a su lado sobre las pinochas y cuidando de que quedara espacio suficiente  a su costado como para que otro se sentara. Sintió el leve grujir de las capas de pinocha sobre la arena, apenas distinguiéndose del lejano susurro de los vecinos en su trajín. Levantó la mirada y se vio. Alto medianamente como él. De piel bronceada de nacimiento. Pelo ondulado y sin peinar. Vestido con un algo  de duende verde de los bosques,

-Hola.

La intuición no le había fallado. Por llamarle intuición a aquella sensación inexplicable que le había invadido hacía un par de horas impulsándole a venir a ese lugar preciso a encontrarse con otro sigo mismo que lo estaba llamando.

-Entonces te llegó el mensaje?
-Más que mensaje, llamado.
-Sí, llamado. Estás al tanto de quienes somos, no?
-Más o menos... Yo y vos somos la misma persona en dos versiones diferentes.
-Sí, vivimos en mundos paralelos... Pero yo he logrado llegar hasta aquí.
-¿Y por qué has venido?
-Necesito ayuda.


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