miércoles, septiembre 30, 2009

740. El fin del mundo

Dengue se había quedado para ocuparse de las tareas que le devolvieran la dignidad, además de pagarle el hospedaje, la comida y la ropa. Rulo quería volver a su trabajo sin parecer que le estuviese reprochando a Manuel la ausencia. Y Magda... bueno, Magda parecía flotar en una nube de feliz enamoramiento. No porque fuese, ni nunca hubiese sido una atolondrada muchachita, de las que se dejan llevar en la mágica carroza  alada apenas insinuada por su mancebo. No. Se sentía feliz junto a su flaco, descubriendo cuanto de verdadero terminaban descubriendo en todo aquello que al principio no había parecido más que una maraña de delirios alocados. Se lo había dicho el corazón desde un principio. No sin padecer a veces terribles dudas pero... Allí estaba su luminosa mirada otra vez. Y aquellos veloces movimientos de sus dedos en el aire, mientras describía, para Rulo -nada menos que para Rulo- las características estructurales de una de aquellas naves que, en la otra Tierra, habían construido por millares, con sus amigos... (nosotros mismos) para resistir las pretenciosas incursiones aéreas de las huestes celestiales. ¿Qué sentido podría tener  apenarse porque el mundo dejara de pronto de ser un eterno presente siempre igual a sí mismo? Ahora volvía a sentir lo que de niña sintiera las primeras veces que salía sola de su casa y atravezaba los pinares sin rumbo nada más que para ver lo que había del otro lado. A veces otros pinares o alguna casa rodeada por el bosque, o inmensas extenciones -así le habían parecido- vacías de árboles pero llenas de vacas algunas o de caminos y autos, otras... O cuando los aviones que bajaban hacia el aeropuerto pasaban rosando las puntas de los pinos -hasta temor le daba- y haciendo temblar todo el universo con sus silbidos endiablados. A ella desde entonces la había parecido que el mundo no podía terminar en la arena de la playa ni en la confusa línea del horizonte sobre el mar. El mundo debía por fuerza ser infinito. Pero infinito en un sentido infinito. Infinitamente grande pero infinitamente chico, y desconocido... Infinitamente por conocer en un tiempo infinito. Porque... y se lo había planteado muchas veces en sueños, o en ese estado del pensamiento que se desenrolla inevitablemente sin plan ni propósito... El día que alguien pudiese conocer todo lo que se puede conocer en lo grande y en lo pequeño, en lo bello y en lo espantoso, en lo bueno y en lo malo... Ese día, en ese preciso momento, entonces sí, sería el fin del mundo...
Pero para eso faltaba mucho.

jueves, septiembre 24, 2009

739. Asesor Científico

Ninguna otra cosa le dijo Ernesto a la pared que miraba mientras su mente entendía estar hablando con su amigo y compañero político (ahora asesor), salvo reiteradas y corteses disculpas por tal vez abusar de su tiempo. Que cómo no, sería un placer, recibirlo una hora más tarde, para revisar ese material  sobre los planes sociales del gobierno y aprovechar, si es que el tiempo alcanzara, para hacerle esas preguntas.

-En una hora.

Objetó Manuel que tal vez fuera conveniente reducir la reunión a algo más personal.

-Por lo menos me parece que yo no debería estar. Por alguna razón Don Miguel no quiere hablar de esas cosas conmigo.
-¿Qué cosas...?
-Es que ya quise hacerle hablar de los mundos paralelos, de los experimentos que ellos hacían...

Acordaron entonces que todos se retiraran, menos Dengue, que quería agradecerle personalmente los remedios que le había enviado, y Cholo que ya había prometido compartir la lectura de aquellos papeles. Después volvieran a reunirse.

 Eran las tres de la tarde cuando Magda, Rulo y Manuel trasponían nuevamente los portones hacia las calles de balastro y los pinos. Aquellos pinos que solamente Manuel recordaba haber visto arder en enormes llamaradas, cuando la caída de aquel piloto implume que se había carbonizado al espiedo.





lunes, septiembre 21, 2009

738. Érase un hipercubo que comía plasma

Cholo, que había permanecido callado de asombro, despertó a estar viviendo una realidad recién cuando Manuel rompiera el hálito mágico, transformando aquello en un simple aparato.

-Decime, Ernesto... ¿Con qué energía funciona...?

La explicación de Ernesto comenzó dando rodeos que nada explicaban. Fue una descripción del basamento cuadrado y negro que se escondía debajo del cubo, en el cual había descubierto una única abertura por donde, en principio, debería entrar algún elemento portador de energía. Pero no un elemento cualquiera de los que estamos acostumbrados a ver. Aquello no era un enchufe ni cosa parecida. Era un simple hueco oscuro que se prolongaba hasta el otro extremo del aparato sin presentar el menor relieve o depresión interior, ni otro indicio que sugiriera uniones o acoples de partes diferentes. Condición que también mostraba el exterior de esa base y aun el cubo que reposaba arriba. Todo parecía haber sido hecho de una sola vez y de una sola pieza.
En cambio el cubo superior, desde un principio le había resultado hasta cierto punto familiar. Le hacía recordar figuras vistas en libros de geometría. La representación o proyección en tres dimensiones de un cubo de cuatro. Un Hipercubo. Allí estaban a la vista los planos a 45 grados que había visto en los dibujos, que... como era de esperar, desaparecían ante todo intento de ser tocados con los dedos. Las trayectorias de los rayos luminosos eran allí ajenas a todas la leyes de la óptica, o los supuestos vidrios eran materiales extraños intangibles y penetrables. O si no... Era no más aquello un Hipercubo y lo que se veía no era lo que nos sugería el sentido común, sino una realidad incomprensible para nuestra mente. ¡Un espacio de más de tres dimensiones!

-¿Y la energía...?- insistió Cholo.
-...primero empecé a iluminar el interior de aquella cavidad aparentemente cilíndrica, pero las luces se perdían sin mostrar nada iluminado. Metí barras de calefacción con resistencias, llamas de sopletes de gas, descargas eléctricas... todo lo que pasó por mi imaginación...
-¿Y...?
-Bueno... Después de mucho probar y pensar llegué a la conclusión de que este aparato se alimenta de la energía de un estado de la materia poco común. El Plasma... Tuve que aprender a fabricarlo...
-¿Fabricarlo?
-Sí, encontré en Internet artículos que me ayudaron mucho.
-¿Y qué pasó después...?
-Pasó que empezaron a aparecer esas luces que ustedes vieron y el aparato a generar esas perspectivas engañosas que hacen que las cosas que se introducen al cubo se vayan viendo cada vez más pequeñas a medida que entran.

Cholo se empecinaba en encontrar alguna falla en algún lado.

-¿Mediste los campos eléctricos y magnéticos en el interior?
-Sin ningún resultado que me resultara aprovechable...
-¿Por qué?
-Son campos que varían constantemente en un mismo lugar y en lugares contiguos. No les encontré ninguna secuencia o regularidad significativa... No sé... Sospecho que todo ha de tener una explicación unitaria, pero mis conocimientos son muy limitados.

Manuel sugirió que se podría consultar a Don Miguel.

-No parece muy amigo de hablar de estos temas, pero creo que sabe más de lo que reconoce.
-...el farmacéutico...
-Acompañó a mi abuelo cuando buscaba la forma de comunicarse con los mundos paralelos... Hace muchos años...

Ernesto decidió llamarlo de inmediato. Sacó el teléfono y procedió a saludar y contestar cuestiones referentes al comité de base y sus reuniones políticas. Aseguró a continuación que el muchachito que habían tratado para deshabituarlo de la pasta base (Dengue) andaba muy bien, completamente recuperado. Y antes de despedirse llegó por fin al tema.

-Don Miguel... necesito su asesoramiento en un tema de carácter... científico...






sábado, septiembre 19, 2009

737. Del cubo sacó una llave

Entraron a la Villa Los Dogones pasado el mediodía. En fila india y en silencio traspasaron el portal de dos hojas, debajo del arco donde un cartel tallado en madera de lapacho, con extraños símbolos, adelantaba a cualquier visitante que estaba ingresando a otro mundo. Nada parecía haber sufrido el paso del tiempo, ni el portón ni los jardines, por cuyos caminos tapizados de piedras coloridas se acercaron a la construcción, estilo colonial portugués, treparon los tres escalones hasta el corredor de columnas de madera y vieron abrirse la alta puerta celeste ceniza con vivos blanco viejo.
Se abrió a un interior sombrío pero cálido, adornado apenas distinto que el que Manuel ya conocía. La gran biblioteca, una reproducción enorme de Portinari, tallas en marfil y ébano, un dyengué en un rincón, un sillón tallado en una sóla pieza de madera, una alfombra de cuero, tal vez de búfalo... Pero ninguna fotografía de los Tucu tucus...
Ernesto les detuvo en medio de esa sala, y con expresión de quien procede a iniciar algo demasiado significativo como para un ademán cualquiera, empujó con la gran palma de su mano derecha una biblioteca menor, quer sobre el piso completaba el flanco derecho del hogar. Sin quejidos ni tituveos, el mueble se deslizó más de un metro, metiéndose en el muro y dejando al descubierto una angosta y casi vertical escalera descendente, que se perdía en la oscuridad del hueco.

-Bajaré primero para despejar el camino,- dijo al tiempo que accionaba un interruptor de luz en el piso yse agachaba para tomarse del extremo de una barra que oficiaba de pasamano.

Por supuesto el sótano estaba lleno de aparatos electrónicos. Computadoras, ni que decir, Pero también otras cosas que nadie pudo reconocer. Pero era pequeño y en ninguna de sus paredes, por cierto que poco visibles, se hubiese podido suponer alguna salida o de esos llamados pasadizos secretos.
Era un bunker de una sóla plaza, para una persona que estuviera interesada en los aspectos más generales, lejanos y abstractos de la humanidad... de la ciencia..., tal vez del universo.

A Manuel le llamó la atención un cubo de vidrio, casi de un metro de arista, cuyo interior no parecía estar ni lleno ni vacío, pero sí, que le faltaba al menos la cara delantera...

Ernesto Federico se paró justamente frente a eso para iniciar su explicación.

-Esto que ven aquí es un aparato misterioso, que hace años me llegó sin poder saber quien era el remitente... No sé exactamente para qué sirve. No venía acompañado de ninguna explicación pero... yo he estado probándolo. ¡Vean!

De inmediato metió la mano derecha por la abertura frontal y todos pudieron ver cómo, a medida que avanzaba parecía empequeñecerse, y que, al menos en apariencia, aquel interior se iba poblando de un sinnúmero de formas luminosas difícilmente reconocibles. De pronto de un tirón retiró la mano que ahora apareció cerrada y un poco más oscura que al entrar. Pero normal de tamaño. La abrió. como abre el mago la mano después de retirar de una oreja el famoso anillo perdido. Y al abrirla pudieron todos ver en ella, no el anillo, sino una llave. Una pequeña y vulgar llave de bronce, gastada por el uso y sin ninguna seña en particular aparte de dos iniciales en letras latinas: A.L.

La expresión de Ernesto no era de satisfacción. Reflejaba quizá tanta o más sorpresa  que los otros, y sin duda mucha preocupación.

-Vean que esta llave no estaba en este mundo, la he robado de otro, y no sé, en realidad , cuales pueden ser las consecuencias.

Rulo ingenuamente preguntó por qué no la devolvía.

Ernesto apenas sonrió y, pasando el pequeño objeto a manos de Manuel, explicó que no encontraba el modo de saber si era posible llegar dos veces al mismo sitio

-Cada vez que lo hago el resultado es distinto. Alguna vez, creo que llegué a palpar la piel de un ser vivo...

Ahora todos callaron. La tenue luz que todavía emanaba del cubo, les iluminaba con esos tonos que usan las películas de terror, desde abajo, iluminando las narinas y las órbitas de los ojos, pero no las frentes,

Manuel quizo hablar.

-Me parece que al aparato le ha de estar faltando una parte que es la que se encarga de dirigirlo a donde uno quiere. Mi abuelo y su amigo Germán han perfeccionado mucho estas cosas...
-¿Tu abuelo? ¿Ese que era amigo de Don Miguel...?
-Ese. Abelardo Goiticoechea. El que me anda buscando.

martes, septiembre 15, 2009

736. SMS Movil

De pronto todo volvía a ser divertido. Aquel hombre grande y negro, que pudiera impresionar a cualquiera por su masa corporal y su feúra, estaba asustado. Dominado por el temor y casi temblando en su contradictoria palidez. Se le representó el otro Ernesto que conocía, menos arrogante pero igualmente vulnerable ante impensadas situaciones. No quiso hacer de aquello un motivo de burla, antes bien le agradó encontrarle por fin la veta sensible,

-No hay nada que temer. No soy el hijo del diablo, ni un brujo... Soy lo que les he dicho. Alguien de aquí que por casualidad ha sido llevado al mundo paralelo... y ha vuelto.
-Pero y eso que vimos brillar en el aire, ¿qué ha sido?
-Un mensaje... Es posible que haya sido un mensaje... Una señal. Los de allá me andan buscando...
-¿Los de allá...?
-Sí, mis amigos de allá... Mi abuelo...

Con vos que quería aparentar firmeza Rulo sostuvo que el abuelo nombrado había muerto casi diez años atrás.

Manuel tomó el toro por las guampas.

-Ernesto, dígame que ha visto recién en el aire.
-Una figura, de un hombre, vestido...
-¿Con una escafandra en la cabeza verdad?
-Sí, como...
-Como El Eternauta que tiene Don Miguel encuadrado en la pared de su escritorio, verdad?
-Sí, exactamente eso, pero...
-Claro, pero éste se movía, verdad?
-Sí, levantó un brazo como para saludar...
-Cualquiera que haya conocido a mi abuelo sabe que era fanático de la historieta del Eternauta. Era amigo del autor de ese guión, Germán Oesterheld, que fuera uno de los 30000 desaparecidos de Argentina cuando el proceso.
-Pero... ¿Y por qué aparece ahora la figura...?
-Bue... es medio complicado de explicar, pero... Eso sería como un pequeño SMS que se distribuye por todos los mundos y todas las épocas, al barrer, buscándome...
-¿Ahora vos tendrías que contestar?
-No tengo medios para hacerlo.
-¿La imagen no sirve para eso...?
-No sé, puede ser, pero no me dio tiempo, enseguida se evaporó.

Ernesto cortó la conversación levantando los brazos en el espacio que les separab tocando a los más próximos con las puntas de los dedos para indicarles que le atendieran.

-Por favor, vengan hasta casa, creo que podríamos hacer algo con esto.



sábado, septiembre 12, 2009

735. Dejate de Joder

Con todo Ernesto se acercó poco a poco, casi como no queriendo ser observado, por los muchachos o... por aquello que no se atrevía ahora a volver a enfrentar de ojos abiertos. Esas telarañas brillantes que un momento antes... ¿No serían naturales? Brillando acaso por el ángulo justo de la luz incidente que fuera reflejada hacia algunas posiciones... No. Allí estaban otra vez las líneas iridiscentes, suspendidas sin sonido en el aire vertical y quieto. Luz. hechas de pura luz blanca parecían, sin poderse terminar de comprender qué figura era la que formaban. porque... parecían reproducir algo pero dibujado en negativo, porque las zonas oscuras, aquellas en las que casi no se veían filamentos luminosos... esas deberían ser, quizá, lo que la figura tendría de claridad.. Y lo que brillaba, tejido de miles de esas telarañas, podría ser... ¡Ya! Haciendo esa inversión de los contrastes, lo que se adivinaba era por cierto una figura como de hombre! Un extraño hombre sin cara... con escafandra y... ¡ojos escondidos detrás de un vidrio!
No quería verlo. Miró a los otros con expresión desahuciada y por dentro lamentando su reiterada condena de ser testigo de lo inefable. Tantas historias había absorbido de labios de su madre demente, en esa lengua Dogón que sin querer había terminado aprendiendo, tantas cosas incomprensibles que ella depositaba en sus oídos para que pervivieran latentes en los rincones de su cerebro... Y ahora esto.,,,

-No se asusten -comentó Manuel,- es sólo una imagen.

Cholo había llegado a vislumbrar algunas líneas cuando el fenómeno cesó. Magda y Dengue también. Solamente Rulo permanecía en sus trece chasqueando los labios y buscando un aliado con la mirada.

-Dejate de joder!

Dengue preguntó qué clase de magia era aquella.

-Lo hacés vos?

Y Magda quería explicaciones.

-Una imagen cómo... ¿Como se formó?

Ernesto Federico encaró a Manuel con adusta expresión.

-Ahora vas a tener que explicarnos todo. Desde el principio... ¿Quién sos... y qué es lo que querés de nosotros...?

734. Aereo Ñandutí

Pero duró poco.
Fuera porque la inercia de las mentes tendieran hacia un desenlace dramático, fuera por la puta casualidad de que Shaka Zulu volviese a pasar, en el sentido contrario, por el frente, o por lo que fuese... Lo cierto es que de pronto, la sonrisa de Manuel comenzó a exceder los límites de su cara, su mandíbula a subir y bajar como si pronunciara palabras llenas de aes, o si masticara algo elástico, o... Y su mirada a restallar chispazos de enigmáticas expresiones...
Con un brusco silencio los tres le preguntaron a qué se refería con todo aquello. y al hacerlo fue que se percataron de que la mirada del muchacho no se perdía hacia la nada del más allá, ni era mirada de quien mira hacia adentro. Fijaba sus ojos en un espacio cercano, casi inmediato al semicírculo por ellos formado, apenas un paso o dos más, allí por sobre el hombro de Rulo, casi llegando al grisáceo tronco del primer álamo. Por supuesto hacia un lugar vacío, en el sentido de cualquier interés posible, pero tal era la atención que estaba poniendo Manuel, que cualquiera un poco más proclive hubiese inventado, tal vez, alguna cosa en que apoyar tanta mirada. En cambio ellos... En ese prisma de aire luminoso, apenas matizado por los rayos que del sol pasaban entre las pocas hojas que todavía colgaban de las ramas. Y las suaves sombras... Allí no veían absolutamente nada!
Sin embargo, la fuerza de la circunstancia les hizo volverse y abrir el espacio hacia donde la mirada de Manuel tendía. Acompañarle un paso cuando avanzó... y esperar... Porque ya le veían levantar una mano y en ella un índice que, más que señalar algo de allí adelante, parecía decir aquí está. Y lo que allí estaba, al menos así sintieron los tres, aunque de distinta manera y con distinto pesar, no era otra cosa que la locura, la pura y ahora concretada locura del pobre muchacho, en un trozo de aire prismático, según el punto de vista de la cordura.

-Qué hay, Manuel? -preguntó Cholo
-¿No lo ves...? Es El Eternauta...-contestó mientras levantaba la mano derecha en evidente saludo amistoso.
-Ahí no hay nada, primo, -continuó Rulo.
-Es una imagen de dos dimensiones... mírenla de este lado, sobre un fondo no muy claro...

Pero ya Ernesto Federico había perdido el uso de la palabra. Su silencio y su palidez fueron sentidos como una campanada que arrojó sobre los otros la presentida sensación de estar siendo atrapados por invisibles telarañas de cristal. Por reflejos inexistentes de microscópicos láseres entretejidos como redes de ñandutí, por confabuladas formaciones de sutiles átomos que se empeñaran en brillar millonésimas de segundo, siempre menos de lo necesario para ser percibido. Apenas una sospecha luminosa, Un ensueño, Un fugaz espejismo...
Pero ninguna imagen.

jueves, septiembre 10, 2009

733. Operación Rescate

Entonces sonó el teléfono de Magda con Julieta al otro extremo preocupada por haberse enterado de que Dengue habría raptado del hospital a Manuel en una silla de ruedas. Increíble cosa que le acababa de transmitir Rulo de vuelta de su fracasada visita. ¿Acaso Magda estaba enterada de algo así? O eran puras pavadas y malentendidos. Lo más probable, ¿no?

-Están los dos aquí conmigo, -se apresuró a decir Magda, cuando pudo meterse en medio de dos paquetes de palabras. - No ha pasado nada. Está todo bien.

Resultaba que Rulo en cambio había vuelto a salir con la moto a trillar toda la ruta desde Pando hasta Salinas, y de Salinas al puente de Carrasco, en busca de pistas o información que alguna persona le diera sobre algo extraño que hubiese visto, por ejemplo un negrito flaco empujando a toda carrera una silla de ruedas con un paciente encima. Porque de la policía no se podía esperar diligencias de ese tipo, ni de ningún otro, a no ser esas cosas que hacen para cagarle la vida a alguien, o rescatar alguna coima.

-¡Te estoy diciendo que está todo bien. No es necesario que los busque, están aquí!

Claro, pero sabido era que Rulo, al igual que Manuel aun no se decidían a comprarse un celular, y por lo tanto quién podría en ese momento saber por dónde encaminaba sus pesquisas, loco de nervios e imaginándose lo peor.

-Desde que Manuel se cayó de las escalera, prácticamente no duerme...

La conversa quedó sepultada de pronto por el tronar de dos motos que venían entrando sobre el pasto del frente. Rulo en la suya y Ernesto de Oliveira en su Harley Davidson, en cuyo sidecar asomaba las la figura de Cholo. Bajaron como que vinieran siguiendo el rastro de alguna bestia salvaje hasta su guarida, donde posiblemente se pudiera hacer fuerte para presentar batalla. Desde el frente advirtieron que había gente en la casita, y estirando el cuello pudieron ver que la sonrisa de Manuel aparecía por la puerta. Corrieron hacia él preguntándole si se encontraba bien, y advirtiendo que más allá, tímidamente se asomaba Dengue, a quien nada dijeron, por el momento, reservándole el responso para después del testimonio de Manuel.
Enseguida las contradicciones. Que me dijeron y que me aseguraron, los enfermeros y alguna gente que estaba en la entrada del hospital, y que también les vieron pasar sin hacer caso a los gritos que de adentro se daban para detener la huida. Y el médico, conocido neurólogo, quien enfatizara sobre el peligro que corría el paciente después de ese golpe, que probablemente habría agravado una lesión cerebral previa, ahora llevado a los tumbos por un delirante maníaco. ¿O acaso no había ocurrido de esa forma? Es decir... ¿Por qué Manuel reía de aquel modo, palmeándoles los hombros y haciendo gestos de quitar importancia a todo?

-Dengue no me raptó. Yo le pedí que me llevara hasta la parada del ómnibus.... El tipo me quería llenar de cables y no sé cuando me iba a dar el alta.

Los tres en coro:
-Pero todavía no estabas recuperado... es peligroso...

De todas maneras comenzaban a sentirse ridículos, especialmente Rulo, quien sintió la incómoda sensación del fuego que se le subía a la cara, y la pareja bronca que le taponaba los pensamientos con la sensación de que otra vez Manuel demostraba ser más inteligente.
Ernesto llamó a Dengue. Magda vino, también... Por fin todos se aflojaron...

domingo, septiembre 06, 2009

732. Al carajo

Ante la impávida mirada de sus amigos, Manuel quiso explicarse diciendo que a su parecer ninguna verdad es única con respecto a cualquier cosa. Que siempre hay muchas verdades distintas que son verdaderas al mismo tiempo.

-Como las cartas de un mazo de barajas. Cada una es distinta, pero cada una es una verdadera baraja de ese mazo. Aunque hayan cosas increíbles como que al principio me sostuviera ese piolín, mientras la realidad se iba volviendo a lo que casi siempre es, porque cuando eso volvió, yo fui recuperando el peso y entonces el pìolín reventó...
-Y después...? -preguntó Dengue.

Manuel se detuvo.

-¿Pero entendiste lo que dije antes?
-Sí, que todas las cartas son iguales.

La impaciencia de Manuel se calmó con la sonrisa de Magda.

-Decía que hay muchas maneras de entender la realidad, según cómo la mires... Es como cuando uno escucha una orquesta con muchos músicos y muchos instrumentos. Podés atender a los que tocan la melodía esa que después chiflás en el baño. Pero podés también atender, y después recordar lo que toca algún otro instrumento, y también tararearlo. O tambien podrías escuchar el zumbido de las respiraciones de los músicos o el retumbe de sus corazones y hasta gravarlo, para después volverlo a escuchar junto a otro, que no sabe nada, y que va a opinar que eso nada tiene que ver con el concierto...
-Vos decís que los corazones siguen el ritmo de la música...?
-No sé si seguirán el ritmo pero son parte del concierto y si ellos no latieran se terminaría la música. Ja ja.
-Está bien eso... Así que vos decis que...
-Que aunque eso no se parezca a lo otro, es parte de la misma realidad.- Acotó Magda.
-Porque la realidad tiene muchas capas, como la cebolla...- apenas completó Manuel antes de que sus ojos se fugaran por los vidrios de la ventanita del frente tras una fugaz imágen de alguien que pasaba.. Shaka Zulu a largos pasos por el medio de la calle.
Sintió un impulso de gritarle pero se contuvo.

(gritarle qué?)
(¿ridículamente, papá?)
(tal vez ni siquiera lo sepa)
(aunque tendría que sospecharlo)
(Margarita pudo haberlo ocultado)
(además...)
(decirle qué?)
("señor Shaka Zulu, le pongo en conocimiento de que soy su hijo!)
(¿y si ya lo sabe y no le interesa?)
(y si...)

-Manuel...

(por otra parte casi ni me parezco a él)
(mezcla como soy de tantas cosas)
(vasco con negro mandinga y hasta un poco de charrúa)
(igual que la verdad)
(porque si nos juntamos, entre todos somos yo)
(ustedes, nosotros y el don yo)
(nosotros alrededor)
(yo en el medio)
(pero parece que nos están llamando...)
(juntémonos...)

-¿Qué...?
-Que te habías ido al carajo.

Magda intencionadamente miró a la ventana y volvió la vista a él.

viernes, septiembre 04, 2009

731. Parece joda

- Pero bueno, la cosa no terminó ahí. Resulta que la bola aquella se zafó del piso de esta casa -no me pregunten cómo- y empezó a viajar, tal vez a volar, o como fuera, a trasladarse pero de una manera muy extraña,porque cuando quise acordar se desarmó, se reventó, como si se reventara una pompa de jabón. Y yo, que estaba adentro, todavía en calzoncillos, quedé justo parado en ese escenario que les dije de las historieta, y en el mismo momento en que aquella balacera continuaba, En bolas y a merced de las balas...¿Se dan cuenta? Bueno, por eso quise rajar por la puerta de vaivén por donde había entrado con bola y todo. Y lo hice, pero al salir...Ufa, no tengo más remedio que decirles que allí sólo había una línea negra dibujada en el fin del mundo. Era el fin del cuadro de la historieta, y me había quedado parado descalzo sobre la línea que casi no cedía nada y me lastimaba la planta de los pies, como si fuera un alambre negro. Claro que pensé que aquello no podría estar ocurriendo más que dentro de una mente enferma. ¡Pero era tan real! Hasta la brisa fresca que soplaba mis costillas recuerdo. El equilibrio dificultoso que estaba haciendo sobre la línea y la nada que me rodeaba a no ser del lado de atrás, de donde todavía se sentían llegar los sonidos de las balas y algunos gritos en idiomas raros. No podía quedarme mucho tiempo allí, así que por último me arrojé al vacío.

Dengue exploto de entusiasmo diciendo que aunque fuese todo una mentira prefería seguirla escuchando porque...

-Eso es lindo, flaco. No como las cosas que veía cuando me daba con la pasta base. Esto es lindo, flaco! Seguí , seguí, dale!

-No- continuó Manuel- es que lo que sigue es demasiado disparate. ¿Sólo a mi me ocurren cosas así... Ja ja. ¡Que a alguien lo impriman como si fuera una historieta con patas!

-¿Que lo impriman...?- preguntó Magda.
-Sí, es que al caer me vi envuelto con una banda de papel continuo que caía conmigo e iba derecho hacia una enorme imprenta de la que estaban saliendo miles de revistas de historietas. La máquina me chupó , me acható entre los rodillos y me llenó de dibujitos pero... aunque no lo crean no me mató. Me cargaron medio muerto en un camión y terminé colgado.. No. No del pescuezo, de las orillas, con broches de ropa, en la vereda de un quiosco de revistas en Buenos Aires.

De pronto se había quedado callado y serio.

-No flaca no va a poder ser. No puedo escribir estas cosas.
-Pero si te sale bárbaro. Conque escribas eso mismo que nos estás contando basta.
-No es eso. Me entusiasmé al principio, porque vi que me salía. Pero...
-Pero qué...?
-¡Es que esto parece joda!
-¿Y qué...? Que cada cual la entienda como quiera.
-¡Pero es verdad! ¡No estoy inventando nada y empezaba a tener ganas de escribirlo para ver si a alguien le había pasado algo parecido o... tenía información...

Magda hizo una pausa mirándole.

-¿Querés que te diga una cosa...? Yo no se por qué razón, pero mientras te escuchaba no sólo me divertía, sino que además sentí que todo lo que estabas contando era verdad.
-¿Verdad que una persona pueda ser planchada e impresa como un papel?
-Para el doctor Bermúdez sería un disparate, pero a vos te ocurrió, no?
-Claro que me ocurrió. Todo es verdad, pero... Como escribir eso para que parezca verdad. Es otra clase de verdad que yo no sabría explicar. Ni siquiera yo que lo he vivido...



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