domingo, agosto 30, 2009

730. Viendo una película

-¿Contarles...? ¿Contarles qué...? -en realidad lo que no sabía era cómo- Claro, que les cuente... Pero yo no se contar. No se... -mientras pensaba por ejemplo por dónde comenzar una historia de ese tipo- Podría... -¿en primera persona quedaría petulante, por ejemplo si dijera que estaba un día cagando en el baño de esta casa y...? -Pero tendría primero que explicarles que tuve una abuelo, Abelardo, que se murió hace años...y... -totalmente estúpido para quien espera una historia apasionante, mejor... -Aunque tal vez sea mejor comenzar a secas contando lo que me pasó...
-Eso.
-Eso.
-Bueno, miren, lo que pasó fue que un día estaba cagando en el baño de esta casa y... -al único que le causó risa fue a él mismo- ...leyendo una revista de esas que están en ese rincón que cuando la puerta se abre no se ve, le faltaba la primera página y no me estaba dando cuenta de que el personaje narigón que dejaba correr el hilo de humo desde su cigarrillo torcido era nada menos que el viejo Ernie Pike, uno de mis personajes preferidos, después por supuesto del Sargento Kirk. Lo conocía de cuando era chico y leía en la casa de mi abuelo las revistas que guardaba en un baúl.

-Sí.
-Era otra historia de guerra de las que contaba este reportero ahora dentro de un bar de putas en algún sitio del oriente que podría ser Filipinas. Ernie estaba esperando algo y su mirada paseaba por el escenario que allí enfrente se veía, pero más por una puerta de vaivén que estaba más al fondo, se imaginan ? sin prestar demasiada atención a los muchos soldados que en las distintas mesas y el humo de todos los cigarros, abrazaban a preciosas mujeres orientales, salvo dos o tres, que cuando se abrió la puerta de vaivén que les dije, miraron al fondo, igual que Ernie Pike, como si hubieran estado esperando, que por allí apareciera ese tipo que apareció y se viniera derecho hacia una mesa vacía, para desde allí hacerle señas al mozo. Apenas pude dar vuelta la página y encontrarme conque el personaje desparramaba la mesa hacia un lado, derrapando también la silla y mostrando estar siendo acribillado por muchas balas que penetraban su pecho y también abdomen... Ernie Pike pareció sorprenderse, separando los labios un tiempo suficiente como para que el pucho le quedara flotando entre medio, con lo que entendí que no era exactamente eso lo que había estado esperando. Pero en ese momento algo de afuera me obligó a retirar los ojos de la historieta. En el piso del baño, si quieren vamos y les muestro, acababa de desaparecer parte de una baldosa y la rejillita esa cuadrada que desagua. Se había formado un hueco de forma perfectamente esférica en cuyos costados se veía la continuación de la cañería y los escombros del contrapiso, cortados como con una máquina de precisión... Casi vuelvo la vista al misterio de la balacera antes vista, pero algo saltó dentro de mi cabeza avisándome de que aquello estaba ocurriendo de verdad en el piso del baño de mi casa y que, en ese mismo instante se estaba abriendo otro hueco mayor junto al primero. ¡Y otro, y otro más!
-¡Es maravilloso, Manuel!- exclamó Magdalena.
-¿Maravilloso...? Yo me cagué todo!
-No. Maravillosa es la manera en que lo contás. ¡Es como estar viendo una película!
-Así se hacen las historietas...
-¿Con unos pocos dibujitos...?
-...bien hechos.
-Pero que siga, -protestó Dengue.

Manuel chupó el resto del mate que le habían pasado y lo devolvió acomodando la yerba con el pulgar sobre la orilla.

-Salté del water como pude tratando de evitar los huecos. Salí incluso del baño, y ya casi escapaba de aquella locura, cuando se abrió un hueco más grande debajo de mis pies y caí en su interior... que era grande... de mi altura... Apenas pude seguir mirando unos instantes desde el nivel del piso, porque enseguida la esfera se completó por encima de mi cabeza, y no hubo otra cosa para mí que ese interior afelpado y tibio que me contenía...





Blogged with the Flock Browser

jueves, agosto 27, 2009

729. La gente de allá

En la casa estaba Magda ya casi terminando los preparativos para ir al hospital. Había pedido otro día en el trabajo, se suponía que el último, ya que el Dr. Bermúdez le había asegurado que Manuel no presentaba daños corporales detectables y que iba a recuperar el conocimiento de un momento a otro, volver a su casa, e iniciar una serie de estudios que ya estaban programados. Por eso se sorprendió alegremente. Y tras asegurarse de que no estaba dolorido, de que era capaz de mover como siempre cada parte de su cuerpo, respirar y comer, les invitó a un almuerzo que prepararía mientras tomaban mate e intercambiaban impresiones sobre los últimos acontecimientos, es decir, la increíble repetición de la perdida de consciencia, seguida de una recuperación instantánea que volvía al sujeto, en este caso Manuel, exactamente a su estado anterior de perfecta coordinación y funcionamiento... A no ser que... Por ejemplo la vez anterior...había despertado con recuerdos que no correspondían a experiencias vividas en este mundo... Entonces quizá ahora también... o alguna otra cosa, que como las ondas de radio hayan sido sintonizadas por ese aparato misterioso que es el cerebro de cada humano, al caer y sacudirse de forma violenta.

-Yo digo, no sé...
-Flaca, mi cerebro no es como esos televisores viejos que cuando andan mal le das unos golpes y se arreglan o se rompen del todo, ja.

A Magda aquello le dio mucha risa y, entre ellas se justificó alegando que la otra vez casi le había vuelto loca alegando no ser la persona que siempre había sido.

-Y sabés que estaba equivocado? Después me dí cuenta.
-¿Como...? No me digas ahora que no viniste de esa otra Tierra que contabas...
-Sí vine. Me tiraron de vuelta por aquí. Pero yo estuve viviendo en otro lado creyendo que era éste...

La mirada de Dengue mientras tanto hacía el mismo vaivén que si estuviese mirando un partido de tenis, o escenas de película con rápidos desenlaces. en cambio se había olvidado por completo de su angustiosos recuerdos. Por lo menos de la angustia, como si fuera natural que a cualquier persona le pasaran cosas de ese jaez. Raptos interplanetarios, abducciones, incomprensibles superhéroes con alas atadas con alambre, dioses chiflados y naves de cartón piedra.

-...no sé cómo no me dí cuenta antes. La gente de allá es mucho más... no sé como decirlo... es igual que la de acá, hasta son las mismas personas pero... Allá unos cuantos, unos pocos, iniciamos una revolución. Dijimos unas cuantas cosas que nos parecían verdaderas y... ¡Magda, convencimos atodo el mundo! No, no fue que les enseñáramos algo que no supieran. Simplemente... no sé, les entusiasmamos y todos marcharon para el mismo lado, Se dejaron de pelear entre ellos, se unieron y después no hubo amenaza que les hiciera volver atrás, ¡En pocos meses toda América del Sur era anarquista !
-Así que allá te dedicaste a la política... Pensar que aquí ni querías ir al comité de base...
-Es que todo era distinto...
-No dijiste que era igual, o casi igual?
-En lo aparente. Pero allá la gente no soportaba que lo pasasen por encima. Allá... Ah, si yo les contara !

Dengue se despaviló en el temor de que la historia se fuera a interrumpir. Le llenó un buen mate con espuma y casi implorando le alentó.

-...total ya no me voy a asustar. Seguí contando, dale!

martes, agosto 25, 2009

728. ¿Anduviste en las macumbas?

Dengue se había puesto a mirar por la ventanilla los troncos de los árboles que de su lado pasaban repiqueteando su ritmo silencioso, seguramente iba recordando algo, o dando vueltas alguna idea relacionada, una indecisa idea, algún temor en particular... Porque se le veía como entonces hundido en sí mismo, sin deseo de seguir hablando o, al menos, momentáneamente incapaz de hacerlo.

...me habló de vos...
-Ah. ¿Y qué te dijo?
-Que vos también eras...
-¿...del otro mundo...?
-Sí.

La mirada de Dengue planeó rápidamente por la cara de Manuel y luego se refugió bajo las cejas.

Manuel se quedó considerando la forma en que debería explicar lo que era necesario explicar. Porque...

-Estuve por allá por accidente... Me llevaron...
-Anduviste en las macumbas? A mi siempre me dieron miedo.
-No. Apareció un huevo hueco, me caí adentro y... me llevó.
-¿Un huevo?
-Una nave. Teledirigida. Me raptaron...
-¿Y a donde te llevó?
-A ese lugar donde vivía ese otro Dengue. Igual a vos. Todo era igual que aquí... Bah, casi igual. Algunas cosas eran distintas.
-¿Ahí estábamos todos repetidos... vos también?
-No. Yo no, y nunca me expliqué por cual razón. Yo no estaba repetido. Mirá... todo eso es muy difícil de explicar, pero era un lugar muy lindo donde la gente se ponía de acuerdo con más facilidad que aquí. Lo malo fue que enseguida empezamos a ser atacados por unos seres... Sí, no te rías. Así ocurrió como en las películas de alienígenas...
-Enanitos verdes?
-No ángeles del cielo. Algunos hasta tenían alas, aunque...
-Andá, Manuel, yo ya te estaba creyendo! Ja ja. Qué hijo de puta que sos!
-Te estoy diciendo la verdad. No estoy jodiendo. Los tipos usaban alas para darse importancia porque eran unos estúpidos que obedecían cualquier orden que les dieran...
-¿Quién los mandaba?
-Uno que se hacía llamar Dios y que tenía una corte llena de alcahuetes por algún lado de esos espacios llenos de estrellas.
-Y cómo te volviste. ¿Disparando de la guerra?
-No. Yo me dí cuenta de que esa no era mi Tierra recién hace poco. Yo creía que estaba aquí. Nunca quise volver. Me tiraron para acá...
-Los ángeles esos?
-No. Otro que les ganó la guerra. Otro que también se cree Dios.

En ese punto de la conversación tuvieron que pararse porque ya estaban en Lagomar. Bajaron juntos de acuerdo en ir a tomar unos mates a la casa de Manueld, Y tal vez a comer, si en la casa quedaba algo.






Blogged with the Flock Browser

sábado, agosto 22, 2009

727. Si todo fuera imaginación

Fue como que le dijera que estaba prisionero. Volvió la mirada de Manuel a pactar complicidad con los movedizos ojos de Dengue. Tal vez hasta con su pensamiento, porque cuando Manuel empezaba a levantarse en procura de su vaquero doblado allá en el estante lateral, junto a los champeones rojos, ya Dengue se los alcanzaba, interponiendo su flaca figura entre las ruedas de la silla y el lugar donde bajaban al suelo los pies de Manuel y sus piernas enfundadas en una especie de pijama descolorido.

Bermúdez todavía agregó:

Mejor lo lleva el enfermero. Es posible que se marée.

Cuando se terminó de vestir, sin dar muestras de haber escuchado, Manuel efectivamente se sentó sobre el vehículo, pero vastó un sólo gesto para que fuese Dengue y no el abúlico funcionario, quien tomara las riendas del asunto y saliera rumbo a los pasillos con divertida aceleración, sin hacer caso a las protestas del facultativo, ni detenerse por los tres escalones de la puerta principal que bajaron a la misma marcha, ni parar por fin la carrera hasta la parada del ómnibus de la esquina. Entonces sí, Manuel se apeó dejando a un costado la silla para que la recuperaran los tres enfermeros que ya salían corriendo tras ellos.

-Me faltan cinco pesos para el pasaje.
-Yo tengo.

Poco después compartían una sonrisa en asientos contiguos, satisfechos los dos de andar juntos, aunque no pudieran compartir todos los recuerdos, como era natural. Algún día, tal vez fuera interesante contarle a Dengue aquella parte que ignoraba sobre sí mismo. Una de tantas. Para que supiese que no era esta la única vez que remontaba el cuesta arriba de la desgracia y se lanzaba, como posiblemente estuviera ahora a punto de hacer, a manifestar su natural inteligencia y talento.

-¿Conservás algún recuerdo de cuando tenías al otro adentro?

Dengue se sobresaltó. Se acomodó sobre el asiento con la mirada al frente y después, cuando se volvió hacia Manuel los ojos le brillaban semi ocultos debajo de las órbitas.

-Ni me hables de eso...
-Pero es algo que te ocurrió... A mí también me han ocurrido cosas raras.
-¿A vos...? ¿Qué te va a pasar...?
-Cosas... He sentido mucho miedo. .. a veces creía que me estaba volviendo loco...
-¿Miedo, vos...?
-Sí.
-¡Miedo a qué...?
-Cuando ves que nada es como vos creías...
-Ah, sí... todavía no entiendo cómo pude tener a otro aquí. Uno, acaso no es uno?
-¿Viste? Esas cosas... Es que somos muy ignorantes. Creíamos que todo era sencillo.
-Bueno, sencillo... Sencillo, no sé... Pero que alguien te quiera quitar el cuerpo...
-Es que el otro andaba sin cuerpo. Y... era otro Vos, otro Dengue....
-¡No me jodas, Manuel! Sería un diablo.
-Llamale como quieras. Un diablo, un ser que dice llamarse igual que vos, que está acostumbrado a vivir en un cuerpo como el tuyo, que no te quiso hacer daño...
-¿Y para dónde se fue?
-Andá a saber... Para su mundo... Capaz que encontró su verdadero cuerpo.
-Pero, cómo puede uno perder el cuerpo?
-Bueno, vos llegaste a perder una parte... No?
-¿Y si fue todo imaginación...?
-...como dice el doctor Bermúdez...
-Ja, bueno, pero y si fuera...?
-Vos creés que todo lo que te pasó era imaginación...?
-...no...






Blogged with the Flock Browser

miércoles, agosto 19, 2009

726. Cerebro sí, Electro no

Dos noches había estado Magda haciéndole compañía y a la tercera, recién enterado del accidente, había querido quedarse él, para que ella descansara, le explicaba, esforzándose en hablar bajo, para no sacudir mucho aquellos tímpanos tan vapuleados que recién, seguramente, se estarían recuperando. Y el esqueleto todo, aunque le dijera que ya casi no le dolía, porque... Bien sabía él por experiencia que sí, que los huesos duelen hasta muchos días después de haber sido golpeados.
Lo que hacía era seguir viviendo en casa de Federico de Oliveira, y trabajando allí. De todo un poco, como siempre. Arreglando el jardín un día, y al otro pintando una puerta o cambiando la cerradura de una ventana.

-Por suerte este chavón no cría chanchos... Ni es hijoeputa como mis tíos, ja.

Parecía otra persona. Hasta hablaba con relativa educación bajo el brillo de su cabello renegrido y completamente limpio. Se había cortado las uñas que antes guardaban medias lunas de tierra y grasa. Su pulso parecía sereno y la expresión del rostro haber olvidado el rictus del dolor y autodesprecio.

Manuel casi nada decía. Le estaba contemplando asombrado aunque un poquito incrédulo. Recordaba que en la otra Tierra también habían hecho buenas migas, personas tan distintas, aproximadas por una mutua sensibilidad y al parecer comprensión. Federico, un refinado que no quiere cortar sus raices en la tierra árida. Y Dengue, un desgraciado incapaz de dejarse dominar por el odio. Ambos...

La enfermera entró a la habitación y con cierta tosquedad reconvino a Dengue por no haber avisado que el paciente había recuperado el conocimiento. Cosa previsible, por la evolución de sus signos vitales, pero... es que el Dr. Bermúdez había sido bien claro al respecto. Quería ser el primero en estudiarlo.

El primero en estudiarlo...

Dengue sonrió dejando que sus ojos acompañaran la rápida salida de la mujer.

-Te tocó también el Bermúdez ese!
-Parece que sí. .. Pero no voy a estar mucho tiempo más. Ya me siento bien.

La mirada de Dengue fue por demás elocuente.

-Si me ayudás, creo que podría caminar hasta la parada del ómnibus y...

Entró el Dr. Bermúdez calzándose los lentes con el revez de la mano que revoleaba varias hojas dentro de una carpeta. Detrás venía un enfermero empujando una silla de ruedas, sobre cuyas manivelas se apoyaba, al mismo tiempo, como si viniese demasiado cansado, o con sueño, si no era que llevaba varios días sin alimentarse.

-Lo vamos a trasladar,- miró la carátula de la carpeta sin disimulo-, Manuel Aquelarre. Tenemos que hacerle... es la segunda vez que sufre de períodos de inconsciencia prolongados. Nada complicado. Un electro y otros pequeños estudios... - Se dió vuelta para que pasara la silla de ruedas hasta el costado de la cama.- El enfermero le va a ayudar a levantarse.

Manuel mantuvo contacto visual con Dengue.

-¿Y qué tiempo pueden llevar esos estudios...? Porque en realidad ya me pensaba volver a casa.

Bermúdez hizo un respingo.

-No. No puede retirarse hasta que no tenga el alta. Sería muy peligroso.
-¿Yo, peligroso...?
-No. Peligroso para usted,... salir a la calle sin que sepamos...
-Y si por ejemplo encuentran que no tengo cerebro, ¿me darían el alta?

Bermúdes sonrió lo más bonachonamente que pudo.

-Podría existir alguna pequeña lesión... En ese caso tendríamos que medicarle.
-¿Doparme?
-Ha sentido hablar de la epilepsia?
-Sí. Pero yo me caí de una escalera.
-¿Y la otra vez...? Aquí dice que estuvo mucho más tiempo inconsciente. Podría ser que se haya caído ya estando inconsciente...
-No. Perdí el conocimiento bastante después de caer y... no tengo ningún daño cerebral, como Dengue, aquí lo ve como anda vivito y coleando, sin tener ninguna lesión, como usted decía.

Bermúdez se puso muy serio.

-Sin los estudios no le puedo dar el alta!

lunes, agosto 17, 2009

725. ¡ Manuel es un perdedor !

Al abrirse la puerta trasera, ruidosa, latosa y abusiva, con modales de repartidor de garrafas se subió un enfermero, entrevisto por Manuel hacia un costado, quien tironeó la camilla sobre tal vez unos rieles, para ser recibida afuera por alguna otra cosa que no le dejaría por suerte caer directamente sobre el suelo. Sobre ruedas por una rampa despareja. Entubado por pasillos cubiertos de pintura blanca. Introducido a través de puertas de vaivén anónimas. Depositado en algún lugar apenas iluminado... ¿Olvidado...? No.
Al cabo de diez minutos, o veinte... vuelven... A conversar del lado de la cabeza, por encima de toda línea de visión... del aumento de sueldos que está para salir y de la enfermera nueva, aquella...
Ahora, sí justo ahora que el mundo parece quererse hundir más profundo que todo el dolor y el mareo y...
Sí. Allá adelante de la tenue luminosidad del fondo...Ya venía avanzando a pasos insonoros aquella figura recortada, plana y difusa. La misma de otras veces. Odiosa y sin embargo familiar.

-Hola. ¿Otra vez en problemas?
-...
-¿Es que nunca te vas a avivar...?
-...
-(Suspiro) A ver, empecemos otra vez desde el principio...
-¿Que te cuente mi historia?
-Que empieces de una vez a reconocer la realidad.
-Ah, ja! ¿Y eso te parece tan fácil? ¿No ves que vivo varias realidades al mismo tiempo...?
-No. Vivís una realidad. La única que existe. Lo otro son meras fantasías.
-¿No me digas? Así que no te has enterado de nada...?
-La realidad es el presente. Vos estás aquí, hecho un guiñapo sobre una camilla, porque no te terminás de convencer de que no hay otra existencia ni otra oportunidad. Tenés que jugar con todas las fichas que estén a tu alcance y no andar con la boca abierta cayéndote de las escaleras!
-No era que tenía que meterme a líder anarquista en este mundo...? El anarquismo es algo muy parecido a una fantasía..., ¿O no?
-El anarquismo, puede ser. Pero ser líder sería algo muy posible para vos.
-Ah, claro... esa mierda...
-¿Y a qué querés jugar...? Todos están esperando a que empieces... el telón del teatro ya se ha levantado... Los aplausos empiezan a silenciarse...
-Decime... ¿A vos te mandó alguien a venir a romperme las bolas?
-Me estás mandando vos mismo. No te olvides de que...
-Si, ya me lo contaste. Que vos y yo...
-...somos la misma persona.
-...
-...
-¡Mentira! ¡!Yo no soy un hijodeputa!
-No, claro. Sos el hijo de la Margarita.
-Sabés que cuando digo puta, me refiero a otra cosa.
-Yo también. Digo que sos hijo de la pelotuda de Margarita. Tal para cual.
-Prefiero eso.
-¿Ser un perdedor?
-Ah, no! ¡No te aguanto! Ahora me querés dar púa con eso? ¿Te parezco tan estúpido como para morder ese anzuelo?
-Ja ja. Te dolió?
-Andá a cagar!
-(Con voz de teatralizado pregonero) ¡Manuel es un peeerdedoor!

---------------

Cuando empezó a asomar otra vez en este mundo descubrió que a su lado habitaba un bulto oscuro que como todo el ambiente de aquella habitación permanecía en el quietismo del silencio. Sin embargo supo enseguida que no se trataba de Magda. Era otra su respiración y otro su perfume. Naranja en vez de canela.

-¿Dengue...?

jueves, agosto 13, 2009

724. Ruta 66

Ganar tiempo. Como tantas veces, mientras los pasos duros de los de uniforme blanco se acercan para tomarle como una bolsa de ropa sucia, lista para ser arrojada a la gran lavadora industrial que son las salas de los hospitales y su atmósfera cargada de cloro o formol o cloroformo o lo que sea. Como aquella vez en el Hospital de Niños, ganar tiempo... Se sentía mareado. Y la sirena ululaba por caminos insospechados de Buenos Aires o de la Interbalnearia. ¿A dónde le llevarían? O tal vez solamente un sueño como tantos, desagradable por haber tomado algún vino de más y de menos calidad. Con el Dengue, aquella vez, por hacerle compañía y que no lo tomara como desprecio, que en el fondo somos todos iguales, y sangramos de similares heridas, aunque algunos... Y el dolor que vuelve a primer plano, lacerando el costado de la cabeza que se apoya sobre el ángulo vidrioso del cristal y las arenas... Como en un mal sueño, o fiebre, que no podría estar teniendo, sino apenas algún que otro hueso roto... (¿cráneo) (¿Vértebras?)

¡Si por lo menos apagaran esa maldita sirena que...!

Ella sonríe guiñando un ojo como si jugase al truco, sin dejar de hacer dedo para que la ambulancia la levante de la ruta 66. Seductora, con su cola escamada color verde turquesa Qué tontería!

¿Habremos llegado?

A alguna parte donde me sacarían el dolor... Si no es que me han traído engañado todos esos que piensan que estoy loco. Qué horrible sería, justo ahora que me siento tan débil y dolorido, que no podría ni pensar en saltar un muro para escapar a los jardines de cipreses de aquel cementerio bajo la batalla final entre las bolas de la anarquía y las doradas bolas de los ángeles. Qué tiempos aquellos y por qué no habría yo de volver a ser uno de tantos héroes anónimos, especialmente cuando han de estar necesitándome porque... Porque... Como todos nos necesitábamos y confiábamos unos en otros sin fallarnos y sin temor de enfrentarnos a aquellas escuadras poderosas, muy poderosas, dueñas de la galaxia pero vacías de humanidad. Y nosotros... Ni siquiera sabíamos qué posibilidades de éxito podríamos tener, si es que eso alguien lo pudiera saber, como el resultado de un cálculo definitivo que para nada consulta a la libertad que tiene el futuro de ser lo que quiera...






miércoles, agosto 12, 2009

723. El Golpe

Esa maldita imaginación que a veces nos anuncia exactamente lo que está a punto de suceder, o comenzando ya, aunque nos sigamos negando a ver  y el corazón se nos escape del pecho dejándonos el hueco.
Entonces, entre golpe y golpe del martillo sobre el cortafierro para que éste a su vez, los cuatro pies se acercaron por sobre el pasto del frente, sin pronunciar palabra ni voz identificadora, tampoco saludo, Hasta que ya no era pasto lo que pisaban, sino la puerta de calle principal, abierta siempre, allá, en el living...

-¿¡Pero qué es esto!?

Deberíamos transcribir distinto.

-¿¡Pero qué es esto!?

Tan fuerte resonó la frase en el ambiente vacío, que  Manuel, parado como estaba en los últimos peldaños de la escalera, para no perder por un momento el equilibrio, se aferro como pudo al cabo del martillo,  soltando el fierro, que por suerte cayó antes, y viniéndose abajo de espalda, dejando arriba los pies enredados en la escalera.
Golpeó con los omóplatos el piso cubierto de cascajos, exhalando  un resto de aire propio, casi lo último que hizo, antes de que el dolor y los gritos de la señora llegaran a saturar toda su capacidad consciente.
Cuando quiso acordar, una mano suavísima y arrugada le acariciaba la frente dejando que un par de senos lácteos se apoyaran casi en su pera y perfumaran el dolor con una mezcla de flores exóticas.

-No, por favor, no te muevas, muchacho. Vamos a llamar una ambulancia.

Quiso decir que no, que de ninguna manera  era aquello para tanto, más que un pequeño accidente, y esas cosas. Pero un golpe de dolor apareció desde algún lado y a modo de hierro candente le atravesó, no sólo la espalda sino también el campo visual y las lágrimas, impidiéndole hablar y hasta respirar de forma pausada.
La mujer se retiró un poco dejando aparecer más atrás, la oscura y movediza imagen de un hombre alto con gruesos bigotes manchándole la cara. Por detras y al costado venía acercándose otro menos corpulento... Seguramente Rulo.
(¿De modo que Rulo no había estado allí junto en el momento de su caída?)
Ferrari, porque seguro que el bigotudo era Ferrari, estaba botoneando un teléfono en su mano derecha. La señora le miraba con una mano sobre el escote. La visión se le iba aclarando.El dolor daba señas de aminorar... Pero... Él no tenía ganas de dar explicaciones...
A lo lejos se comenzó a sentir el aullido de un ambulancia. Manuel dejó que sus ojos se cerraran y esperó.
Blogged with the Flock Browser

lunes, agosto 10, 2009

722. Que no se vea el plástico

De modo que también allí, desde la altura que antiguamente colgaba la alacena, hasta el techo, porque más allá todo era hormigón armado, comenzaron a picar el revoque siguiendo el hilo de agua que filtraba através de la arenilla dibujando imperceptibles vasos capilares cuando las acciones se aquietaban y el silencio volvía al ambiente, como el reflujo de la marejada, para dar lugar al momento de observación y recogimiento, por ridículo que parezca.
Manuel se iba encargando de esa sección mientras Rulo picaba las líneas horizontales que parecían buscar salida hacia los baños desde el punto del accidente de Manuel con el caño pinchado.
Entrambos pensaban un par de minutos a cada tanto, qué harían después, cuando ya estuviesen definidas las líneas de pérdida, y el tamaño del desastre. No lograban imaginar alguna manera realizable de cambiar los sectores dañados de la cañería, por pequeños que fueran. El acople de lo viejo con lo nuevo era el problema. No tenían herramientas para hacer roscas en el hierro, ni conocimientos. ni casi voluntad de emprender tamaña aventura. Preferían pensar en sustitutos más prácticos, como emplastos de adhesivos, que los hay de buena calidad y que una vez cubiertos por el revoque podrían envejecer con las paredes sin que nadie sospechase la diferencia.
Fue Manuel quién se largó a pensar en voz alta sobre la relativa calidad del hierro galvanizado frente a las cañerías plásticas que había instalado en el baño de su casa.

-Fijate que se les coloca una gotita de adhesivo para PVC y al juntarlas ya están soldados.

Rulo no pudo contestar porque el último pedazo de revoque que cayó de lo alto vino con casi medio metro de caño de regalo; si no se desvía le da en la cabeza.

-¡Está todo podrido!

Enseguida empezó a chorrear una agua espesa y herrumbrosa, aunque mezquina. Rulo no había podido, más que a medias, cerrar la llave de bajada del tanque, ayer, antes de que la curiosidad le diera por espiar el sistema eléctrico del flotador.

-Habría que cambiarlo todo.
-No. -opinó Manuel- el resto está bastante bien.
-Pero ahí lo perforaste de un sólo golpe.
-...
-...
-...
-...
-¿Cambiarlo todo por galvanizado...?
-Podemos conseguir una tarraja prestada... El Cachila Leites tiene una que era del padre.-( Lo decía sin alegrarse.)
-... ¿Y si le metemos todo de plástico? Hay uno medio colorado que sirve para agua caliente.
-Pero en el lugar que van las canillas tiene que asomarse... No van a querer... que se vea...ni que sea de plástico...

De la calle llegaron dos sonidos separados por un par de segundos. Dos golpes muy parecidos a los producidos por dos puertas, una a cada lado, de una camioneta Cherokee doble cabina que por ejemplo se acabara de estacionar enfrente, y de ella se bajaran dos personas que pudieran ser los dueños de la casa.
Pura imaginación.



jueves, agosto 06, 2009

721. El Dúo Catrasca

Llegado Rulo con su moto sudorosa de ruidos, su casco plástico multicolor y su campera abrochada hasta la nariz, por cierto que insuficiente ante el viento frío que se estaba desbordando desde el Río de la Plata sobre y entre los pinares, las casas y los pobres transeuntes de la zona costera. fue imposible hablar más, al menos de algo interesante. Todavía caminaba con cierta renguera y al sacarse el guante izquierdo lo empezó a golpear sobre la palma derecha, como hacen algunos personajes importantes cuando están apurados o impacientes. Después también se sacó el casco y recordó los saludos que a Magdalena mandaba Julieta.
Magda previno a Manuel que llevara ropa de abrigo pues ante la ventana de la cocina pasaban doradas hojas tiritando de frío y pajaritos totalmente cubiertos de plumas... Las botas de goma habían quedado en el galponcito del fondo y aquel pasa montañas que nunca quería ponerse. Guantes no. Desde que perdiera los últimos y, bueno... Esa misma campera, camisa de tartán a cuadros, que seguramente habría heredado del tío del bisabuelo vasco que viniera gritando arraiua sobre la cubierta del barco.

Partieron pistoneando el cuesta arriba ante la mirada de Magda que recordaba para atrás tantos años de verlos juntos a los dos, tan diferentes. Siempre diferentes en todo, pero tolerándose, como se hace con un par de pies que a uno le han tocado en suerte, aunque no le gusten.

Le dió gracia a Manuel cuando volvían a entrar a la casa de los Ferrari, verla de nuevo pero mucho más destrozada, por obra de ellos sin duda, y del destino, que las cosas y las casas también lo han de tener y padecer. Esta, por ejemplo que habría nacido con el Karma de soportar un par de inconscientes metidos a pintores y reparadores de todo. En este y en los otros mundos, con variados matices de gravedad, sin importar pàra nada que fuera totalmente ilógico que un hombre con dinero y pretensiones fuese justamente a contratarlos a ellos, sin que nadie supuestamente les hubiese recomendado, ni tuvieran otra cosa que mostrar como antecedente, que un par de paredes pintadas a la cal y algún que otro remiendo hechos en sus propias casas... Tal vez fuera idea de ella, la señora de las tetas blancas, cuyo nombre no lograba recordar, que al menos en el otro mundo se había mostrado por cierto más interesada en la proximidad física con ellos, que en lo hábiles que fueran con el rodillo, la lija y el enduido.

-La humedad en la pared de la cocina, en vez de disminuir aumenta.
-Ahí todavía no hicimos nada...
-Pero ahora mana agua. Y cuando vinimos no. Va a parecer que nosotros hicimos alguna cagada.
-Cagadas hicimos varias, pero no ahí.
-Vamos a tener que picar el revoque y ver de dónde viene...


miércoles, agosto 05, 2009

720. Tan boludo como cualquiera

Entonces La Marcha Turca del teléfono de Magda sonó de forma impertinente. (Uno puede llegar a odiar hasta las cosas más hermosas). Era por supuesto Rulo presentando quejas a la flaca por lo que el flaco le había hecho ayer, dejándole solo con el trabajo y la puta madre que lo parió, sin darle tiempo a reaccionar.
Dame, dijo el gesto de Manuel cuando la mano de la flaca ya se sacaba de la oreja el quejumbroso aparatito y se lo soltaba como si estuviese lleno de hormigas coloradas, o cucarachas. Grito Manuel para imponerse sobre el torrente de palabras y darse a conocer como el verdadero y lógico receptor de la catarata de quejas.

-Fue un accidente, muchacho. Ya te compensaré esas horas, no hagas drama!
-xyzklmñokkk!
-¿Que qué...?
-Xzz234,qrx Ybmtxzuvb
-Bueno, está bien. Pasá dentro de un rato y vamos juntos...

Además se había caído desde arriba del alero porque el flotador del tanque le había propinado una tremenda patada de electricidad! Manuel no pudo evitar un escape de risa. A veces lo inevitable se vuelve inevitable y al hacerlo, a la vez se vuelve ridículo, cuando no dramático. Se lo imaginó tratando de manotear las tejas que una tras otra se desprendían para seguirle  cuesta abajo en la resbalada hasta el borde mismo del alero, donde habría quedado colgado de unos pocos dedos, con las piernas pendulando en el vacío.

Tan boludo como cualquiera.

Magda iba ese mismo día a comenzar en el nuevo trabajo y le estaba invitando a que pasara de tarde por allá. Le quería mostrar lo que era un blog y lo fácil que le resultaría publicar su historia. Manuel recordó:

-Blog, sí, claro, como el de Las Bolas, ya te hablé de eso...
-Claro, eso mismo, pero no existe... ya me fijé.
-Ah, aquí no existe...?

Todavía Manuel no veía claro si en el futuro le podría interesar una cosa así. Pocas veces había leído un libro completo y le parecía difícil que alguien se interesara en un mar de letritas negras hormigueando sobre un fondo blanco.. La historieta era otra cosa. Un trazo vivo que demuestra hasta el temblor de una expresión humana. Pocas palabras. Apenas las necesarias para dejar espacio a la imaginación del lector y permitirle meterse en la imagen, como en otra piel, y en el mundo del personaje, como si fuera el suyo propio. ¡Cuantas veces se había sentido reseco bajo el sol del desierto de Arizona, soportando con resignación el roce sudoroso del barbicayo sobre el costado de su cara, o triste terráqueo, moribundo bajo el verde cielo de un planeta ignoto? Ahora... Esas cosas... ¿Sería posible contarlas y hacerlas entender por medio de unas cuantas palabras grises?





sábado, agosto 01, 2009

719. ¿Dibujos hablados?

La expresión de Magda tuvo un relumbre momentáneo.

-Yo había tenido una idea parecida.
-¿Quisieras dibujar también...?
-No... Una idea sobre lo que podrías hacer vos... Una ocurrencia, porque... No te dije nada pero he conseguido otro trabajo...
-Ah, ¿y qué trabajo es...? ¿Algo que te gusta...?
-Sí... Parece bueno. Me habló el Pichi para que le atienda el Cíber Café que instaló pegado al parador. No sé mucho pero tengo afinidad con las computadoras.
-Ya los sé, pero... qué tiene que ver eso con mis ganas de dibujar?

Lo difícil era decirlo sin parecer que se estaba entrometiendo en lo que no le concernía.

-Podrías contar la historia aunque no fuera acompañada de dibujos... o con muy pocos... Es una historia apasionante!
-¿Contarla...? ¿Querés decir escribirla...?
-Sí... ¿Por qué no?

Manuel se acomodó sobre el taburete, tomó una mano de Magda y seriamente le miró a los ojos. (Eran tan límpidos y hermosos) ¿Qué decir? Que nunca se le hubiese ocurrido pensar una cosa así hubiera sido mentira. Que le pareciera algo natural y fácil, también. ¿Qué sabía él de escribir? A no ser alguna pequeña cartita avisándole justamente a ella sobre algún lugar para encontrarse. Algún chiste... Aquella parodia que habían escrito entre todos en la clase de literatura... Pero se necesitaba conocer palabras. Otras palabras que las pocas que necesitaba él para andar por donde andaba y entenderse con quienes se entendía. Él era un simple bruto. Porque aunque a veces... allá en el otro mundo... ¡No, él nunca hubiera podido armar un discurso. Tal vez hasta por eso mismo había sido tomado como un símbolo. Tan bruto era que ni intentaba mentir.. Pero además... La historia suya no era una invención como Cien Años de Soledad. Era lo que le había pasado. El no era otra cosa que un personaje... Ja.

-Yo soy sólo un personaje. No soy un escritor.
-Si dibujaras la historia como una historieta sería lo mismo....
-Sí pero al dibujar, podría dibujar lo que recuerdo haber visto.
-...dibujalo con palabras...
-¿dibujarlo con palabras...?
-Todo lo que me contaste yo lo ví como si estuviera mirando la escena...
-Bueno, vos me conocés mucho... Entendés hasta el último de mis gestos...
-No. Eran tus palabras que parecían estar proyectando una película. Cualquiera se hubiese imaginado lo mismo.
-Entonces... Me creíste...?
-Claro que te creí, flaco!