viernes, enero 30, 2009

654. El Socialismo Tan Esperado

Por unos minutos sólo escuchó el rezongo del motor y el ruido que la puerta hacía cuando articulaba sus bisagrados brazos en sincronía con el casi inaudible quejido de los frenos al llegar a las paradas.
Luego se rió para adentro. Una sonrisa apenas, porque no fue una sarcástica carcajada, ni amarga broma de alguien que se odia. Fue una sonrisa comprensiva que le avisaba del comienzo de una de sus ondulaciones depresivas. Admitía no poseer una ilimitada energía vital. Se deprimía con frecuencia, cada vez con más frecuencia, últimamente. Pero tampoco se quedaba mucho en el fondo, ni tan hondo; oscuro pozo donde la razón se rinde y el corazón se afloja. Él ondulaba. Subía de alegría y entusiasmo moderado por un par de jornadas y luego por otro par bajaba. Ahora se descubría bajando. Desde el momento exacto en que se había sentido ridículo por inclinarse a creer la historia de ese muchacho... ¿Es que no se perdonaba ser un ser humano como todos, propenso a fantasear utopías,hacerse ilusiones, o simpatizar con los desgraciados de la tierra?

Claro que él era un profesional.

Pero podía profesión alguna negar la realidad de una existencia apasionantemente subversiva?

Ese muchacho tenía sobrados motivos para vivir.

Ideas que defender.

Historias que recordar y compartir.

Vivas emociones, vitalidad, humor e inteligencia.

¿Sería eso la locura...?

¿Y lo suyo, esa grisura permanente, esa conciencia clara de lo que se quiere hacer pero no se hace, ese cansancio crónico de locomotora que arrastra excesivo número de vagones... ? ¿Sería eso la cordura?

Se descubrió de pronto abriendo la agenda que llevaba en el bolsillo interior de la campera. Allí, en la primera contrataba, estaba viendo la todavía foto de cuando ellos eran jóvenes, a la sombra de los pinos de Salinas, calor, poca ropa y ganas de llevarse el mundo por delante. Porque ella, la escribana, también había sido joven y tenido un corazón que parecía abierto a contener los mejores sentimientos humanos, comenzando por el buen humor y el innato sentido de la justicia. El mundo era joven entonces, como ellos. Maleable y dócil materia dispuesta a toda clase de juegos, de fantasías, de proyecciones infinitas.

Después... El casamiento, los últimos exámenes de la facultad... El trabajo... el dinero que no alcanza, el hijo...

Al que hay que acostumbrar a la lucha competitiva porque nadie te regala nada sino que tenés que ganártelo a codazos y patadas para no seguir siendo el último orejón del tarro o un boludo soñador que sigue creyendo que el socialismo queda a la vuelta de la esquina. ¡El socialismo! ¿Es que todavía no te has dado cuenta que los socialistas son los primeros en aprovechar todas las oportunidades para enriquecerse y mandar a sus hijos a estudiar a las universidades americanas?
Marketing, Postrado, Packaging, Senior, etc.

Puf.

Sobre el Aeropuerto de Carrasco volaban oscuros nubarrones. Tal vez a la noche lloviera y pudiera quedarse en su estudio, la ventana entreabierta para escuchar la lluvia sobre las hojas del árbol, a leer aquella novela que tenía empezada. Pequeña novela que se había empeñado a leer en su versión original. O Alienista. Ja. Ya en aquella su época, Machado de Assis se preguntaba qué cosa podría ser la locura.

jueves, enero 29, 2009

653. Retorno

Al salir de su consultorio para dirigirse otra vez a la parada y tomar el Copsa, Vittorio se encontró frente a Yanina, la administrativa del libro donde se anotan los pacientes que van llegando y esas cosas, y al Dr. Soriano que entraba desde la vereda después de haberse fumado un cigarrillo paraguayo y tosido dos veces, tal vez apenas por el remordimiento de dejar tanta evidencia médica por el camino además de un consejo presidencial.

-¿Ya te vas...? Qué suerte la tuya, nosotros estamos cada vez más sobrecargados de trabajo.
-No tengo más pacientes en la lista... y además ya es la hora.
-¿Si, no? Por eso te digo, nosotros estamos hasta las bolas con toda la gente que no logra el carnet de Salud Pública. Ja, el último paciente me ha contado que no se lo dieron porque tiene televisión a color en su casa!
-Pero supongo que este gobierno pensará eliminar esa porquería...
-No lo creo. Los hospitales no dan a basto.
-¿La salud no era un derecho?
-Sí, pero cuesta plata... o humillación.

Humillación. Humillación... Al bajar el escalón roto que no se había arreglado nunca, llevaba puesta en la memoria esa palabra que cobraba ahora evidente significado de moneda de curso legal para condonar deudas. Se podían pagar las cuentas con dinero o con humillación, por cierto. Para que el sistema que entroniza la posesión de riqueza no se viera debilitado por la asistencia gratuita dada con mucha humanidad a través de los más elevados principios del socialismo. Siempre se debe pagar. Aunque más no sea aceptando la propia indignidad de no poseer dinero en cantidad suficiente y la alta dignidad de aquel que sí lo tiene, y puede contratar servicios adicionales, como el de no tener que esperar horas en una sala por ajustarse a caprichosos horarios fuera de toda lógica.

La parada estaba llena de gente ansiosa por embutirse en el primer ómnibus que apareciera y Vittorio, uno más entre todos, pero el único que no torcía la cara para ver si el vehículo venía, se detuvo al borde del grupo y, como otras veces, con la mente en blanco, quedó colgado del horizonte opuesto, el del lado de Montevideo, su ciudad,la de su casa, hogar, o sitio donde acostumbraba dormir en aquella cama que compartía con su esposa, la escribana. ¿Sexo? Aquella poderosa fuerza que el viejo Freud describiera como el combustible de todos los desarrollos, conflictos y motivaciones... Sí, alguna vez. Cuando el azar se dignaba a acordar pausas en la larga lista de crispadas frustraciones económicas con cargo a la gran cuenta de los reproches. Sexo. Aquel perfume que las mujeres sólo usan para esperar a sus amantes. ¿Amor?

Al sentarse contra la único ventanilla libre se estaba sintiendo viejo. ¿Sería posible todavía, a los cuarenta y cinco años, sentir el cosquilleo del entusiasmo vital?

jueves, enero 22, 2009

652. Mientras tanto...

Mientras tanto en la policlínica Vittorio Giorgionne golpeteaba una birome sobre la libreta de apuntes. Se sentía agobiado por la sensación de haber hecho el ridículo otra vez, dejándose envolver por el canto de sirenas del pensamiento mágico, que todo lo puede sin preocuparse de la realidad. Tan luego él, el más racional de toda su generación, embarcado en fantasías multiespaciales sin ningún fundamento científico. Curanderismo y rituales de umbanda. Deje de sufrir pero sin negocios. Porque negocio no ha de ser eso de creerse de otro mundo aunque se tenga el corazón cruzado... Creerlo en serio, porque parecían verdaderos todos los gestos y expresiones del muchacho... Ahora bien... Tampoco se podían quemar los hechos que apuntaban en el otro sentido. El hecho de que el afirmara no ser el Manuel que la muchachita conocía, el derecho, siendo él zurdo... Las cosas que había dicho sobre su propia vida privada... Las hachas celtas... Y los comentarios hechos por ese Cholo sobre que estaba sorprendido por el salto intelectual que había dado el amigo Manuel en cuestión de días.

Háblase de muchos casos de posesión en los que el sujeto poseído se pone a hablar en lenguas imposibles de haber sido conocidas por él. Pero él no creía en posesiones... a menos que... fueran descritas como situaciones en las que un sujeto toma conciencia de contenidos del inconsciente colectivo... o sea....
O un fenómeno de chamanismo como el de Don Juan, producido por hongos y otras trufas de esa calaña, si no es que sólo el libro fue el negocio...

¡Un momento! ¿Y el rigor científico...?

Claro que si aplicamos el rigor científico asesinamos al espíritu y si no, sucumbimos en lo irracional. Siempre dos polos. Los dos polos que nos atormentan siempre, en toda cosa que analicemos. Materia y energía. Espacio y tiempo...
No, el espacio y el tiempo no son contrarios, son compañeros. Los fenómenos no siempre son binarios.
Y sin embargo sigo creyendo posible que el juego de los opuestos...
Sí, cuando el fenómeno es binario.
Y eso quién lo determina? Una definición y fórmula para el cálculo correspondiente, no? Que viene hechita desde las universidades privadas del primer mundo,no?
¿A qué viene lo de "privadas"?
No importa, aunque sean públicas. La enseñanza publica ya compro el método que le vendieron. El pensamiento único, disfrazado de no dogmático. El que enumera todas las posibilidades, hasta las increíbles, en cinco días y después entra de lleno a la verdad descubierta de que todas las fuerzas deben confluir hacia la huidiza meta del enriquecimiento general, despreciando los daños colaterales y a las inevitables víctimas. El enriquecimiento debe ser general aunque el empobrecimiento también lo sea.
¡Perfectamente retorcido!
Pero verdadero.
Bueno... ¿Y qué hacemos con el muchacho...? ¿...le creemos?
He ahí el problema.
Yo digo queee.... ¡No sé! Tampoco vamos a hacer un papelón para que nos saquen escrachados en un diario como el psicólogo vuelto pai de una secta umbanda!
Hace tiempo que tengo curiosidad de saber qué es lo que hacen.
¡Vittorio, qué decís!
Podríamos ir de incógnito. A una templo del Cerrito, por ejemplo.
Esa gente es farsante!
¿Los curas no? Los médicos...?
No tanto. Los médicos no tanto.
¿Acaso no fingen conocer todos los efectos que puede producir la droga que recetan?
No es culpa de ellos. Ellos están metidos por la mitad de una cadena. En un extremo está el paciente esperando la droga milagrosa. Del otro todo un complejo de inversionistas y gerentes que dejan caer las pildoritas por el declive a medida que recaudan billetes.
Sí. Ma que narcos.

miércoles, enero 21, 2009

651. Pasta Base de Cocaína

Como te decía, este iba a ser el primero de tres días complicados para Manuel. Contarte lo que siguió ocurriendo dentro del consultorio de Giorgionne sería describir otra serie de olas de olor que desde el supuesto más allá volvieron a avanzar sobre las narinas de Manuel y su desconcertada conciencia. A Giorgionne libreta de apuntes en mano anotando los olores que Manuel cantaba mientras caminaba por el consultorio agarrándose la cabeza. Los golpes que después dio Magda sobre la madera de la puerta para avisar a Manuel que Dengue se había vuelto a escapar y que esta vez lo había logrado. La carrera de Manuel hasta le vereda y su regreso para despedirse de Vittorio. El inicio de la búsqueda por la calle que venía desde la casa, preguntando a todo el mundo, por el Dengue, a pesar del gesto desdeñoso conque la mayoría escuchaba mencionar ese nombre. El enojo de Manuel por dicha causa y las duras palabras que pronunció cuando se fue a sentar sobre el toco de un árbol cortado, dirigiendo la mirada a los ojos de la Magda, casi como culpándole de la mala calidad de sus vecinos:

-Parece que ellos mismos quieren que Dengue se termine de hundir

Sentados les encontró el Rulo apagando el motor de su moto y reprochando que Manuel no se hubiese presentado al trabajo nuevo, ése del que nunca había sido avisado, ah, no?, llamada al celular de Magda que parece fuera de servicio y envío de emisario en bicicleta que al no encontrar a nadie en casa, ayer, ha dejado un papelito escrito con la información, por debajo de la puerta, cuál papelito que nadie ha visto, en fin... Mañana, sí, aunque estuvieran enredados con el caso  del Dengue, como ahora que andaban tras sus pasos, antes de que consiguiera más pasta para fumar.

-¿Pasta?
-Sí, pasta base, lata, eso.
-Ah, era eso lo que consumía? ¡Qué boludo!

Que Rulo se sumó a la búsqueda y que con la velocidad de su vehículo le encontró en poco rato escondido en el chiquero abandonado que hay detrás de la provisión de Luque. Hecho un ovillo. Un hediondo ovillo sobre el barro negro que una vez fue el piso de los chanchos. Rulo gritó. No se animaba a levantar aquello, él solo.
Que estando en eso de levantarlo entre los tres y llevarlo hasta la calle resonaron los pistones de la Harley de Federico Ernesto que venía entrando en esa cuadra y que al reconocerles se detuvo justo enfrente.
Que se entabló entonces una discusión cuando Ernesto opinó que el muchachito debía ser inmediatamente internado en un hospital.

-Él no quiere eso... se escaparía peor.
-Ya no está en condiciones de negarse.
-Yo me hago cargo de él...

Ernesto le conocía de algunos trabajitos que había hecho en su casa. Pero tiempo atrás... No hubiese sospechado que consumía.

-Y a mi casa, no aceptará venir? -dijo bajando dos veces la rápida mirada hacia el arrollado Dengue.

Dengue levantó los ojos y por un momento aflojó los brazos que anudaba sobre la cabeza.

-Tengo una habitación apropiada para él y la enfermera que cuida a mi madre viejita puede encargarse de las comidas y esas cosas.

Manuel casi salta. ¡La misteriosa madre africana de Ernesto, en este mundo estaba todavía viva!

martes, enero 20, 2009

650. No se me ocurre nada

Estaba frente a un alienigena! Un ser morfológica y psicológicamente similar a un humano pero venido de tras la cortina de hierro de las distancias siderales. El tan esperado E.T., pero de un mundo no sólo paralelo al nuestro, sino especialmente especular. Imágenes invertidas de los seres reales de aquí... Seguro que con corazones derechistas y hemisferios entrecruzados... Aunque, por lo que decía recordar el sujeto, imágenes no muy fieles. Qué gracia!, como que entre los dos mundos se hubiera puesto un gran espejo, pero mentiroso, que muestra... todas las cosas parecidas, no iguales...
¡Basta ya!
Otra asimetría: el sujeto vino sabiendo de la existencia de mundos paralelos... En cambio el verdadero Manuel, el de aquí, es difícil que considerara la posibilidad... Su novia le creyó loco a éste por hablar de esas cosas.
No veo que hayan pruebas...!
La historia es que parecen haberse cruzado sin alcanzarse a ver y que ahora el Manuel de aquí viene a ser un desaparecido, tanto como aparecido éste.
¡Siempre el mismo crédulo!
Y el otro en vaya a saber qué mundos andará en estos momentos enterándose de que ha hecho un largo viaje.
¡Ciencia ficción!

-Decime, Manuel...?
-Si...
-En tu mundo todos tienen la mano derecha del lado izquierdo?
-Como yo. La derecha en la derecha. Ja. Y ustedes la izquierda en la izquierda. Ja.
-Pero... (cómo preguntarle eso...?) No sé cómo preguntarte. Es decir... No entiendo cómo te puede parecer que mi mano izquierda está del lado derecho.
-Así es cómo vos ves mi mano izquierda. A mi me pasa lo mismo. Ya está todo claro, no me daba cuenta! Ha sido una cosa producida cuando el cambio de dimensiones... alguna no...
-¿Alguna no qué...?
-No sé... Yo no sé nada de eso pero... a veces es como que se atracaran.... yo me las imagino como las páginas de un libro que cuenta en cada una una nueva versión de la misma historia.
-Me quedé en lo de que una no sé qué...
-Claro la dimensión que marca eso de derecha izquierda se ve que se enganchó mal y quedó dada vuelta.
-...¿se enganchan...?
-Ja. No sé, pero es lo mismo.
-¿Y entonces sólo vos has quedado dado vuelta...? Los de tu mundo son iguales a nosotros.
-Casi seguro. Pero yo no siento nada raro. No me siento dado vuelta. Mi corazón late a mi izquierda.
-Entonces la teoría del espejo cósmico no corre...
-¿Qué...?
-Nada... Y cuantas páginas puede tener ese libro?
-No sé... Yo he andado por cuatro o cinco...
-¿Parecidos entre sí?
-Los que yo visité eran muy parecidos, sí, como éste. Pero dice mi padre que hay mundos tan distintos que hasta a él le ha dado miedo de entrar en algunos. Ya te conté, mi padre, Mandinga...
-Oh, Manuel! Y querés que te crea esa también! ¿Que sos el hijo del diablo!
-No, del diablo, no! Mandinga es mi padre, el hijo del rey de la tribu mandinga pero en el otro mundo, un mundo que está colocado arriba de este y que cuenta con más dimensiones. Le llaman el Segundo Tiempo porque ahí hay dos tiempos al mismo tiempo. Ja. Ahí viven los muertos y los dioses no muy importantes en planetas parecidos a la tierra y... pòr allá cerca del centro de la galaxia... el barrio de los poderosos marcados por la luz de algunas estrellas que dicen que son de oro.
-Me vas a terminar contando que conversaste con Dios...?
-No... no...
-Vuelvo a pensar en la locura...
-Es natural... Tal vez haya alguna forma de que algo te convenza...
-No se me ocurre nada.




sábado, enero 17, 2009

649. Derecha e Izquierda

Vittorio se vio de pronto enredado por pensamientos que intentaban inventar un experimento, al menos virtual, que en el plano de la lógica, separara las dos hipótesis manteniéndolas unidas sólo por un hecho, o suceso, que determinara hacia qué lado se inclina la verdad. Un eslabón perdido. El corazón palpitante de la lógica que marcara la verdad con un pulso reforzado. Si es que existiera.

-Empecemos descartando las cosas más simples: Definitivamente no poseés ningún elemento material que por alguna característica pudiera probar que su origen no es de este mundo?

-No los guijarros no han aparecido.
-¿Y vos no sos un objeto, verdad..? Aunque de alguna manera lo seas, salvo que los hombres de allá tengan alguna diferencia, o marca...?
-No lo sé... no creo.

Ahí fue que Manuel, para remarcar la idea de la duda levantó su mano izquierda y se puso a rascar el centro de su cuero. Que Vittorio lo advirtiera y su mente se pusiera a recorrer relaciones posibles entre la izquierda y...

-Sos zurdo para todo?
-No... para nada.
-Ah, no...? Como vi que te rascabas con la izquierda...
-Puede ser... ¿cuándo...? Ahora, recién? ¡No! Me acuerdo que levanté el brazo derecho así!
-El izquierdo.
-No, éste, el derecho.
-Ese es tu brazo izquierdo...
-¿Me vas a decir a mí?

Vittorio saltó del asiento y buscó entre los papeles el teléfono celular. Llamó a alguien a costa de toquetear muchas teclitas y cuando recibió la vos de Magdalena preguntó si Manuel era por ejemplo, zurdo o derecho.
Le dijeron que derecho. El dejó el teléfono en la mano caída y con voz de quien avisa amistosamente le dijo:

-Dice que Manuel es derecho.
-Claro que soy derecho. Dale con lo mismo!

Dejó el teléfono sobre la mesa, se acercó.

-Es que no has entendido... Hemos encontrado una pista, un hecho extraño. A vos te está pareciendo que tu derecha es tu izquierda. Es decir, que lo que para vos es izquierda, para nosotros es derecha...

Manuel comprendió mediante unas cuantas imágenes recordadas rápidamente.

-Bueno... ahí tenés la prueba que necesitabas.
-No todavía no es suficiente... En primer lugar me tengo que convencer de que no me estás mintiendo. En segundo habría que descartar que algún problema neuronal te esté dando vuelta la izquierda.

Para la primera duda Manuel aceptó hacer todas las cosas difíciles que Vittorio sugería, una vez con la mano derecha y otra con la izquierda, por ejemplo levantar,apuntar y disparar con un fusil imaginario.

-Zurdo cerrado -afirmó por fin. -Ahora te tendría que mandar a hacer un electro.

Por supuesto que Manuel se impacientó.

-Qué me creas loco, vaya y pase, pero ahora pensás que soy tarado?
-Tenés razón. Dejemos lo del electro

jueves, enero 15, 2009

648. Sólo es anormal tu olfato

-¿Y ahora...?
-No, ahora nada. Olor a nada, a cosas que no tienen olor. Ni siquiera olor a aire...
-Mmm...
-Ves, ahora empiezo a recuperar los olores de hace un rato. Ese perfume que estás usando y... algo que huele como a lata herrumbrada, no sé... pero estaba aquí cuando vinimos ayer.
-¿Siempre tuviste buen olfato...?
-El normal.
-Por ejemplo el perfume este que tengo puesto a qué distancia serías capaz de reconocerlo?

La pregunta le causó mucha gracia a Manuel porque como pasó a reír entre explicaciones, era aquel un olor tan horriblemente agrio que se animaba a reconocerle a dos cuadras. Se disculpó. Y para reforzar el gesto le tendió una mano amiga al licenciado.

Apretón de manos.

Vittorio se descubrió de pronto sacudiendo su mano en el aire con otra mano adentro, y no sólo eso, sino que diciendo con aquel tono de voz que creía perdido desde la muerte del abuelo Eulogio, allá cuando el campo, las palabras consabidas que se dicen durante un apretón de manos.

-Y cómo no...!

Con lo que venía a confirmar que hay otras formas de memoria que no dependen de las palabras. Ese tono de voz a lo gaucho un poco refinado, que no reniega demasiado de sus orígenes culturales, pero usa pantalón en vez de bombacha y botas. Como un adelantado ejemplar del mundo gaucho que se adentra al recibimiento de la globalización.

El abuelo Eulogio, con la misma cara de mi madre criolla que ahora se oculta detrás de esta nariz tana que nos ha crecido a todos... Pero volvamos al muchacho.

-¿Lo reconocerías a diez metros?
-¿A diez metros... ese olor...? Sí, claro!
-¿Y a veinte...?
-¡Vittorio... nunca me puse a contar los metros!
-¿Hasta diez estás seguro?
-Sí, hasta diez.
-Ves...? Es lo que digo, tenés un olfato de tísico!
-...
-Quiero decir. Que eso está muy por encima de lo normal. Sos una persona olfativa.
-¿Es bueno eso?
-Y... decime. Tenés con frecuencia fantasías donde aparezcan olores.
-¿Fantasías...?
-O sueños.
-No sé, no me acuerdo...
-¿Y a veces te dicen que sos terco...?
-Pero, ja. ¿Qué es lo que querés averiguar

Vittorio volvió a la realidad. No debía, no debía evaluar a las personas usando esos ridículos moldes mentales! Categorías, tipos, clases y subclases. Como la red que quiere pescar el agua. En cambio allí enfrente había una persona.

-Nada, muchacho. Solo que no me resulta fácil declararte loco. Decís locuras, pero en todo lo otro parecés normal., sólo es anormal tu olfato. Y bueno, yo había relacionado tu gran olfato con un temperamento orientado hacia las cosas olorosas, las que dan placer y las otras. Los malos olores...No me hagas caso.

-Igual no había entendido nada. Pero quiero ir a lo que dijiste antes... que lo único que parecía loco era lo que yo decía. Que en mí mismo no se notaba nada raro, ni siquiera daba el tipo del gran mentiroso. Ni miento ni estoy loco, pero cuento una historia que sólo un loco puede creer.

-Eso! Eso era lo que te quería decir.

-Bueno, pero yo la creo! Y no estoy loco según acabás de reconocer.

-Tenés razón... Salvo que... simplemente estés confundido, equivocado...

-¿Y si yo te dijera que no sos quien creés ser?

-Está bien. Trato hecho. Pongámonos al mismo nivel. No puedo saber cuando estoy viendo locura a través del cristal color locura.

-Ni yo debo pretender que me creas cuando hablo de cosas que vos no creés posibles. Quisiera poder darte alguna prueba.

-¿Prueba...? ¿Se podrá probar una cosa así?

-Por qué no? Vos podés decirme que cosa te convencería de que lo que yo he visto existe... Y después yo te digo si puedo conseguirla.

-A ver... dejame pensar un poco...







martes, enero 13, 2009

647. Tanjerina, teta y vino.

Al cabo de un rato acordaron no hacerle más caso a los olores y continuar con el tema de la locura y sus posibilidades de cura, o no, por ejemplo. Para Manuel estaba claro que mientras tanto él podía comprender todas y cada una de las dudas que sobre su cordura pudiera el licenciado mantener, no estaba loco, y menos cuando todavía le tenía sin comunicar otras tantas que él mismo había mantenido con respecto a su propia cordura.

-Todo eso no importa, licenciado, no importa nada! Como nunca vas pensar que se puede tratar de una alucinación cuando ves que un auto se te viene encima! Si era alucinación te enterarás después, pero primero, pegás un bruto salto.

El diálogo se había vuelto amablemente un debate intelectual. Vittorio con evidente entusiasmo en su expresión trataba de demoler los argumentos de la defensa.

-Si en tu mente todo estuviese tan claro, cómo me explicás que hayas pasado media hora olfateando olores inexistentes...?

-Ja, eso sería un problema médico. Tal vez a causa del traslado...

-(desdeñoso) Ah, sí, sí...

-... o viene del otro mundo, por qué no! ¿Por qué no pueden llegarme olores del otro lado si desde allí me han traído. Me han tirado... Pero... ¿y por qué llegarían esos olores siguiéndome...?

-Eso. No parece muy razonable.

-Pero de repente no vienen siguiéndome... Los mandan!

-Quienes...?

-Son como... avisos. Me quieren llamar la atención. ¡Me están buscando...!

-¿Quienes...?

-Mis amigos. Mandinga, mi padre... Mirá, ahí a vuelto el olor...!

-¿A qué?

-...durazno, eeeh...empanada, flores de esas... Uf, ajo!

-Tranquilo, yo voy tomando nota.

-Ahora olor a gas...  y ahora peor, como a huevos podridos...

-...

-... no sé, un olor raro... y ahora volvemos al viejo jazmín!

-...

-...nafta...limón....otro jazmín y un olor conocido, muy suave, enseguida olí como si estuviese con un plato de ñoquis enfrente y enseguida... olor a orto, después polenta, queso, rosa, ja y el olor que tenía la sotana de aquel cura del ómnibus!

-...

-tanjerina, teta y vino, no sé y...zanahoria...




646. AJO Y CAFÉ

Entonces importaba demostrar que su padecimiento era la cordura de saberse preso de un mundo que no le pertenecía...
Lo pensó mientras Vittorio subiendo y bajando las cejas continuaba explicando el asunto del procedimiento.
Porque una vez demostrado eso estaría a un paso de que Vittorio se transformara en un importante aliado que le ayudara e encontrar el medio de regresar.
Pero le había quedado observando con aquella expresión tan extraña...! Una mezcla de terror con admiración y mucha simpatía! Una evidente inseguridad, insatisfacción, interés e insanía. Una mezcolanza de todo eso en los vidriosos ojos del licenciado frente a su conejillo de indias, este que ahora se disponía a jugar las fichas para poner en jaque todos sus vetustos conocimientos.
Veamos... Sí.

-Mi mejor manera de hacer que me creas sería contarte todo lo que sé de vos. Que tenés un hijo de mi edad, por ejemplo y que de joven veraneabas en Salinas. Que no te llevás bien con tu esposa y que siempre tuviste el sueño de vivir libre, sin horarios ni planillas que llenar, ni cuentas que pagar... Como un artesano de esos que tiran el paño en la vereda y mientras conversan con sus amigos se fuman un porro. ¿O no?
-...
-Claro que ahora estás pensando que bien pude yo haber sido vecino tuyo y enterarme, o tal vez amigo de alguien que te haya seguido toda la vida y que incluso estuviese presente cuando en el dormitorio de tu casa discutías la misma discusión de siempre con tu mujer.
-...
Que el apellido de tu esposa es Peponne pero que ella usa el materno que es algo así como Rosancrás. Que ella tiene un hermano que anda trabajando con la gente de Mujica y...

Por decir algo Vittorio pergeñó una pregunta:

-De modo que si yo te pregunto cualquier cosa de mi vida, vos la vas a saber...?
-No... solamente aquellas cosas que vos has contado... es decir tu otro yo ha contado en mi presencia allá en mi mundo. Pero claro que pueden haber detalles diferentes. Los mundos son parecidos no iguales... Vos mismo, por ejemplo, que allá en mi mundo estabas en esta fecha a punto de abandonar a tu mujer y juntarte con una artesana de esas de paño en el piso...
-...
-Bueno, veo por tu palidés que he dado en el clavo... perdoname no quería meterme en lo que no me importa.

(...telépata, por ejemplo, es decir, que puede tener esa facultad aunque no exista de ningún modo comprobable, (¡qué rebelde yo!), aunque sea difícil elaborar un discurso creíble en defensa de la probabilidad de que la telepatía exista o haya existido en sujetos no engañosos, o que fuera privilegio de mutantes, eso, conque casi todos lo somos en algún sentido, pero telépata y... mutante, por lo pronto...)

-¿Como lo hacés?
-¿Qué cosa?
-Leer el pensamiento.
-No puedo leer el pensamiento.

Apenas habiendo contestado Manuel se llevó la mano a la nariz.

-Ah!!
-Qué?
-El olor otra vez.
-¿Jazmín...?
-No. Ahora es olor a ajo.
-Yo no siento nada...
-Claro que no. Ya lo entendí, es una alucinación con forma de olor a ajo, que se me presenta a mí, solo a mí, porque está, o estaría producida por mi propia mente...sin descartar que esto sea distinto a una pura imaginación. Las dos cosas son posibles.
-¿Qué dos cosas?
-Una, que el olor sea una alucinación producida por mi mente. Dos que el olor sea real aunque sólo perceptible por mi...
-Podrían haber otras posibilidades...
-Sí, todas las que quieras pero, en este caso esas serían las que importan.
-Estamos poniéndonos de acuerdo. La cuestión es saber que tienen de particular esos olores para vos. Puesto a alucinar olores estarías en condiciones de elegirlos...
-Oh...!
-Y ahora...?
-Cambió.
-Olor a qué?
-A... no sé. Algo vegetal, algo que tiene humedad, no sé...
-Desconocido...?
-Ahora volvió el ajo!
-...
.¡Y ahora café!
-...
-¡Y ajo!
-...
-Y el olor desconocido... Y ajo y otra vez café...
-...
-Y ajo... y desconocido y ajo y café.

lunes, enero 12, 2009

645. ¡Qué lo parió!

Esa noche y los siguientes tres días fueron complicados, no obstante Manuel cumplió con la cita establecida para que fuera revisada su cabeza. En primer lugar una estudiante aventajada le hizo llenar un montón de casilleros en otras tantas planillas muy prolijamente diagramadas. Preguntas boludas y coquetos juegos de ingenio, sin faltar las famosas manchas de tinta.
Aunque no se esperaba la burocracia, nada le molestó, aparte de la amabilidad equidistante y casi neutra usada, la muchacha castaña llevaba puesta una boca de labios sensuales, ojos merecedores de fuego y curvas por todos lados. Se entretuvo a propósito un poco más de lo necesario y hasta fantaseó con quitarle al descuido el bolígrafo que a cada momento dejaba sobre la mesa para volver a tomarlo y apenas colocar un tílde en alguno de aquellos cuadritos vacíos. ¿Qué hubiese hecho ella? O si no... ¡qué lástima no poder hacer uso de la telepatía. Hubiera sido interesante escuchar sus pensamientos!

Cuando por fin pudo pasar al verdadero consultorio, el licenciado Giorgionne se disculpó explicando que aquel era el procedimiento habitual, el rutinario, sin parecer percatarse de lo insano que resulta poner la carreta adelante de los bueyes. El procedimiento antes que la finalidad.
A Manuel no le importaba, pero igual fue concierte de que el procedimiento lo consideraba un sujeto pasible de ser reducido a la puntuación de unas cuantas respuestas, al porcentaje de las relaciones percibidas o a las cronometraciones correspondientes efectuadas.
Por eso la bromista ocurrencia.
Por lo demás él venía a demostrarle a este mal émulo del verdadero Vittorio Giorgionne que, usando el método de diagnóstico que fuera, Manuel Aquelarre (o Mandinga) Goiticoechea no era un loco. Era... Pongamos por caso un... sujeto atípico. Un cuerdo que nunca habla de cosas cuerdas...Un extraterrestre, si fuera que estos existen. Un... utópico ser que reúne todas las características de... un personaje! Un personaje imaginado por alguna mente enorme que imagina imágenes constituidas de materia y energía.
Deben haber cosas así.
A medida que se van agregando las múltiples dimensiones y tal vez otras cosas que ni siquiera estemos capacitados para ya no imaginar sino siquiera concebir.

¡Qué lo parió!

Qué me parió... porque por detenerme a pensar estas cosas es que los demás siempre creen que estoy loco. No entienden que yo entiendo todo lo que ellos entienden pero que además... entiendo algunas que ellos no entienden... y que ese hecho me hace decir cosas que ellos no entienden.
A no ser que en realidad ellos entiendan que yo creo entender todo lo que ellos entienden y además otras cosas, pero que además de entender eso ellos entienden cosas que yo no entiendo y es por esas cosas que ellos han llegado a la conclusión de que el loco soy yo y no ellos los tontos.
Por ejemplo ellos podrían saber que...todos mis viajes en los mundos paralelos están constituidos de sustancia sin materia ni energía ni por supuesto ninguna otra cosa característica de las dimensiones superiores. Esas fantasías mías serían reales también a su manera, aunque en un mundo devaluado, en este mundo apenas eso... fantasías sin materia ni energía ni espacio ni tiempo... Pero en el mundo de la fantasía, allá en aquél que visitó Alicia, oh, allí sí la fantasía es realidad!

¡Qué lo parió!

Y vistos nosotros desde la ventana del mundo de la fantasía vendríamos a ser unas meras fantasías. ¿Podría ser que desde alguna ventana de un mundo autoconsiderado real se viera a algún otro mundo como real? ¿Existirán mundos cuyos habitantes se consideraran fantasías?

jueves, enero 08, 2009

644. HERMANO

Salieron los dos corriendo pero no fue necesario hacerlo por más de una cuadra. A Dengue, afortunadamente, se le atravezó la rueda delantera en un arenal y se quedó trabado, sin encontrar salida. Transpiraba copiosamente mientras quería forzar la situación afirmando sobre los pedales sus rotos championes rojos y sobre el manillar sus flacos oscuros dedos curtidos por mil esfuerzos. Cuando los muchachos le alcanzaron eso vieron. Y la manera vertiginosa conque movía los ojos buscando la fisura que le permitiera escapar de aquella trampa, la tramposa realidad. Mil fantasmas le acosaban y sólo en el mundo existía una posibilidad de alivio, un instante, un infinito y minúsculo instante de paz...
Los muchachos trataron de hacerse oír con palabras amistosas, promesas de comprensión y acompañamiento.
Dengue contestaba incoherentes razones para ausentarse un rato de tales paraísos. La madre que debía visitar de inmediato nunca se había sabido quien era. Un increíble trabajo que debía comenzar ese mismo día. Y, por supuesto, que después de esas diligencias se iba a dedicar por entero a recuperar la salud, más tarde, cuando volviera con la misma bicicleta que ni por un momento había pensado en vender.

Manuel se impuso:

-Dengue, hermano... Dejá de decirte mentiras. Te venís con nosotros.

Aflojó. A pesar de la desesperante tensión accedió a caminar junto a la bici, que ahora llevaba Manuel tomada de las guampas. Magda le tomó una mano...
El sol ya se había puesto, pero su luz magenta retenía el paisaje con su afeite. Ellos mismos, unidad viviente en tres corazones y tres resuellos, se iban perdiendo, difusos y oscuros, en el profundo y dramático acorde de las sombras en avance.
Pasaban otras gentes por los lados, anónimas. Mil motivos habían en el mundo para apurar el paso, llevar paquetes y hasta para hablar solos, recontando trajines y olvidando sentimientos.
Ellos, en cambio, dialogaban con el silencio. Compartían de antiguo la sabiduría de la soledad aprendida en mil atardeceres imposibles de detener. En mil noches oscuras, casi tanto como esa que Dengue no había logrado atravesar, y que ahora... tal vez entre todos... ¿Porque, qué otra cosa somos que unos cuantos náufragos arrojados a las costas de un continente desconocido? ¿Sería sensato olvidar a nuestros compañeros para correr a buscar pepitas de oro?

martes, enero 06, 2009

643. Rock and Roll

Magda entró a la casa con el ánimo cambiado. Desde un rato antes su mente venía jugando con las imágenes en una especie de antes y después. El antes eran los recuerdos de cuando Manuel aun no había enloquecido y escuchaba a Cholo con reverencia... por unos minutos; que era todo lo más que podía retener un conjunto de ideas organizadas en un discurso. El ahora, lo que acababa de presenciar. Este flaco desfachatado que había mantenido a raya a varios espadachines de la argumentación, esgrimiendo las espadas que estos mismos habían dejado caer. Era como para reconsiderar la nefasta fama de la locura, se decía, canturreando una alegre canción, por los antiguos rincones donde hacían eco las primeras sensaciones del amor. Y justamente, en eso estaba cuando el inefable le lanzó en giro, tomándola apenas de una mano, como en un rocanrol que pedía espacio al entrar en la cocina, y la volvió a retraer, cuando el largo de los brazos se estiraba haciendo de resorte para terminar a lo Travolta, en el beso del afiche.

Ja ja

Ahora la tomaba de ambas manos y sorpresiva mente la hacía volar de una manera que no sabía posible y volver a picar con los pies en las baldosas e ir hacia atrás un par de pasitos y volver... ¡¡Pero si nunca le había visto bailando un rock and roll !!

-¿De dónde sacaste esto?
-¿Y vos? ¿Vos, de dónde lo sacaste...?
-Yo te dejé hacer... te seguí.
-¡Eso! A eso te quería invitar... Hagamos como en el baile. Yo sé que creés que estoy loco y voy a bailar con tu creencia. Voy a ir al psicólogo para que me cure. En cambio yo creo haber vivido en otros mundos. Te podría contar cosas interesantes, no te asustes... Bailá conmigo.

Los ojos de Magdalena se aguzaron y brillaron como los de una zorra. Había captado la idea.

-¿Y cómo te animás a proponerme una cosa así ? Qué me meta en tu locura...?... ¡Sí! Dale, contame ahora, contame todo... (beso). Volveme loca. (beso)(beso)(beso)

Pero Manuel supo que algo no estaba bien...

-¡Dengue! ¡Se ha escapado! Se nos ha ido. Allá va en la bicicleta de Manuel. Se va a dar un porrazo!


lunes, enero 05, 2009

642. Historia Conocida

A Manuel que no le vinieran con esos argumentos timoratos. Bien sabía que cuando la gente se decide a cambiar, cambia, y que cuando no, no hay diablo que las haga hacerlo. Lo sabía por la experiencia de su mundo y por los horribles paisajes sociales que había visto en otros de esos paralelos, donde la gente se estaba volviendo cada vez más conservadora. No podía usar esa experiencia para la argumentación pero...

-¿Acaso no se estaban quejando del gobierno porque no hace los cambios acordados...? ¿No será que ellos simplemente representan a gente que ya no cree en la necesidad de cambiar nada?

De ninguna manera podía Ernesto Federico aceptar que este muchacho casi imberbe le viniese a cuestionar una trayectoria de veinte años de militancia a su puro costo. Él bien hubiera podido seguir siendo un empresario exitoso de los que duplican el capital cada diez años sin preocuparse por la suerte de las mayorías ni mucho menos de las paupérrimas minorías. Claro que quería los cambios, pero hechos pausadamente para no producir ningún quiebre económico que deviniese en menos trabajo y más pobreza. Se quejaba de que ni aun los cambios mínimos, conducentes a una mayor distribución de la riqueza... ¡Ni eso siquiera! Pretendía al menos que la carga de los impuestos cayera sobre las clases pudientes y las compañías multinacionales que ahora estaban siendo exoneradas.

-Eso es mentirse a uno mismo. Si no rompés con el sistema, el sistema mismo te vuelve a tragar. El poder debe ser devuelto a la gente.

Cholo intervino pero con repentinos tartamudeos que hasta gracioso dejaba su esfuerzo por estar de acuerdo y al mismo tiempo terciar en pro de la momentánea conveniencia de un poder representativo que volviera más coherente las primeras etapas del cambio social.

-Sí, esa es la etapa en que están los políticos del gobierno. La segunda es cuando exigen más pòder para poder hacer algo. La tercera cuando deciden permanecer sin hacer nada porque la situación ha cambiado. La cuarta cuando un grupo de tipos decide fundar un nuevo partido de izquierda que inmediatamente es tildado de terrorista... y así. ¿Conocen esa historia?

La reunión se disolvió. Vittorio se metió divertido en el sidecar de la moto, Cholo en el asiento trasero y Ernesto, aun con el gesto crispado, se encasquetó aquellos extraños anteojos bisagrados de piloto de la segunda guerra, y pateó el pedal del arranque con forzada virilidad de cowboy.

-Chau, nos vemos en el comité, -saludó Cholo.
-Mañana a las cuatro en el consultorio, -recordó Vittorio.

Ernesto no dijo nada.

Al alejarse el pistoneo, Manuel se dió vuelta con la mano sobre el hombro de Magdalena para volver al interior de la casita. Ya se cerraba la noche. Dengue debía comer algo más junto con su remedio, y ellos... tal vez recién reflexionar sobre la responsabilidad adquirida de haber constituido una familia bastante atípica.

sábado, enero 03, 2009

641. Selecciones del Reader

Las miradas unánimes quisieron decir que por favor se callara si no sabía lo que decía. Años de discusiones en asambleas y en congresos de militantes de las más diversas corrientes ideológicas habían demostrado que hacerle cambiar de idea a un sólo hombre era por lo menos tan imposible como hacérsela cambiar a toda la población. La tendencia humana a caminar detrás del otro, como las ovejas, a imitar al vecino exitoso en el arte de sobresalir por sobre la media, como las hienas, las ganas de ser distinto al de abajo e igual al de arriba... había terminado siendo más fuerte, mucho más, que lo que un principio los revolucionarios románticos pudieron haber imaginado. Toda vez que los teóricos planificaron una sociedad horizontal terminaron construyendo una aguda pirámide en la que los que deciden (y disfrutan) son unos pocos.
O tal vez no... Tal vez aquellas miradas pudieran también ser interpretadas como la piadosa expresión del sabio que sin condenar la ignorancia del ignorante, se dispone al amoroso acto del desasnamiento, sin sospechar siquiera que el asno pudiera ser él mismo.
Estábamos en un país acunado por las Selecciones del Reader Digest y las Buenas Noticias de Carve, para que creciéramos en el limbo de la mediocridad intelectual, convencidos de que la política era para los políticos y la hostia para el cura. Donde la verdad costaba apenas un certificado notarial, y la riqueza se justificaba a sí misma especialmente cuando iba acompañada de un buen apellido.

Cholo, aunque sin decir palabra, quiso ablandar el tono del coro de pensamientos. Levantó una mano y la apoyó sobre el hombro de Manuel. Sólo hablo después de unos instantes de mirada y sonrisa franca.

-No es tan fácil.

Un fuerte resquemor recorrió la cara de Manuel desde el cuello hasta las raíces de los pelos.

-Pero... ¿no creías en el anarquismo...?

¡Gol! Una sombra fugaz recorrió el ya oscuro rostro de Cholo. Apagó por un instante el esmalte de aquellos pequeños ojos y como la lasca de vidrio del ventanal azotado por la tormenta, la palabra "anarquismo" se clavó en aquel corazón apasionado.

-¡Y creo...!

Hubiese querido Manuel, tener en este mundo aquella habilidad telepática que había tenido en otros. No podía penetrar el fuerte muro de oscuridad que quedaba entre su mente y la de este amigo que, a juzgar por imperceptibles cambios en los brillos de su piel y el formato esquivo de sus ojos sanguinolentos, estaba siendo sacudido por fuertes tensiones emocionales muy próximas al llanto.

-...sólo que no basta con la voluntad de algunos pocos...
-Mientras no se intente no sabremos cuanto somos...
-Hay que reconocerlo, Manuel. Somos muy pocos.




640. NADIE SE ATREVA

El otro era Cholo. A Manuel le dio emoción ver la viva estampa de su amigo de allá que acá le venía haciendo un saludo con la mano abierta, se bajaba sonriente en su cara de mandinga y venía al encuentro del grupo que se había formado en la puerta de la casa, medio adentro, medio afuera. Saludó a la uruguaya, con monosílabo gutural, y esperó a que Ernesto perorara los motivos de la urgencia con Vittorio, quién hacía piruetas verbales para evadir su olvido y rellenar el vacío con la emergencia de la emergencia.
Al parecer la reunión no era tal, como ya todos habían sospechado, sino apenas un encuentro entre aquellos dos que compartían la preocupación por el desvío ideológico que descubrían en los actos del nuevo gobierno de izquierda. Habían querido intercambiar ideas sobre posibles correcciones generadas desde las bases y posibles maneras de lograr que alguien en las alturas se dignara a escucharlas. Había llegado Ernesto al parador del Pichi en busca de Vittorio estando allí el Cholo arreglando el DVD, completamente ajeno al tema, aunque como siempre material de fácil combustión si se rociaba con temas políticos.

-Me preguntaba si habrías encontrado al pariente de tu mujer, ese. -decíale Ernesto a Vittorio, ignorando a los dueños de casa, tal vez por no conocerlos. Con eso Manuel supuso que hablaba de Peponne, el gordito secretario de Mujica, que allá en el mundo original tantas veces hiciera de intermediario sin traicionar a ninguna de las partes.
Pero Giorgiopnne seguía insistiendo conque no era cuestión de contactos sino de lograr que todos los del comité de base se interesaran en el tema y apoyaran un movimiento dentro del congreso. Cholo estuvo de acuerdo porque había que consolidar el poder de las bases.

-Para los de arriba todo es cuestión de que las cuentas cierren al modo capitalista. La gente tiene otra ciencia económica. Primero las necesidades de la mayoría.

Manuel sonrió. Siempre le había causado gracia la expresión "ciencia económica" en boca de entrajados señores que todos los días salen al salvataje de los bancos que los banqueros vacían. Se acababa de enterar de que su madre biyutera andaba a salto de mata evitando que le obligaran a inscribirse en el monotributo.

(Nadie se atreva, a tocar a mi vieja. Porque mi vieja, es lo más grande que hay)

Se atrevió a meter la cuchara:

-¿Y si en vez de comité de base organizaran una verdadera comuna...?

jueves, enero 01, 2009

639. Cosas...

Las miradas dubitativas no mostraban las imágenes que en segundo plano se iban intercalando. Silencio mientras las mentes iban barajando hipótesis sobre el posible sinsentido de lo que pudiera querer decir Dengue encima del sinsentido de lo que decía haber sentido Manuel, olores que viajan en oleadas llegando a romper sobre los escollos de una sola nariz, dejando a todos los circunstantes secos y atónitos testigos de esa irreal situación, mientras el estólido revive para acompañar, al menos moralmente a la única víctima.

Vittorio preguntó.

-¿Qué es eso, Dengue...?

-Una cosa... que te viene...

-¿Vos también lo sentiste?

-No. Esta de ahora, no...

-¿Pero has sentido olores que no existen?

-No, olores nunca...

-¿Qué cosa has sentido...?

-Cosas que te vienen. No sé. Cosas... que dan miedo.

Golpeaban manos en el frente de la casa. Era el repartidor de la farmacia que venía a traer el par de cajas de remedios que Vittorio recibió con el beneplácito de su firma en un papel doblado en cuatro.

Al volver tuvo que contestar el teléfono con esa forma que los que oyen de afuera nada entienden. Cosas urgentes.

-Me tengo que ir. Este remedio lo tiene que tomar Dengue, dos por día y cuando se sienta especialmente ansioso. Debe dormir no menos de ocho horas... y no quedarse solo...

Magda interpeló.

¿Y Manuel...? Si le vuelve eso...?

Pero quien contestó no fue Vittorio sino el mismo Manuel que ahora sonreía de forma enigmática.

-Ya ha vuelto pero más amistoso. Es una locura suave, ja. Más suave que mi memoria de los mundos paralelos.

Volvió a sonar el teléfono de Vittorio. Le inquirían por lo que estaba por hacer. ¿Estaba él por acudir al llamado que el señor X le había hecho unos minutos antes? ¿O no?

X no estaba comprendiendo que él, Vittorio Giorgionne, no podía dejar a la gente plantada y salir corriendo porque ya la reunión planificada para hace casi una hora estuviera a punto de fracasar. Que comenzaran si él, casi contestó, apenas un instante antes de recordar que la reunión iba a ser entre X y él, sin otro invitado cualquiera, carajo. ¿Qué decir...?

Vittorio (en el teléfono)

-¿Y vos dónde estás...?

-...

-¿En el auto, no... la moto... ¿Qué?

-...

-Importa porque podrías andar cerca de donde yo...

-...

-En...

Retiró el aparatito de la oreja para preguntar por el nombre de la calle, la casa, o cualquier de dato identificatorio. Lástima que X no conocía al Toba ni a las hermanas Bronté, ni mucho menos la casita que la hija de Abelardo Goiticoechea construyó cuando se juntó con el negro candombero, es decir, la que el negro y los vecinos construyeron unos cuantos años atrás cuando todavía se podía construir amistosamente sin que te cayeran los inspectores del BPS.

-Viste la bajada que hay en el callejón... Sí, en Lagomar Norte por supuesto, saliendo de la policlínica rumbo al oeste...

Vittorio dejó de dar explicaciones inútiles cuando vio, especialmente cuando reconoció, el plaf plaf característico del pistoneo de la Harley Davidson de Ernesto Federico de Oliveira e Souza, su amigo, que venía ya bajando el polvoriento callejón rumbo a las copas de los pinos y los álamos de la casa de Manuel. Venían dos sobre la moto.