lunes, septiembre 29, 2008

603. NUEVOS TIEMPOS. CFR

El planeta Tierra estaba crujiendo sobre sus goznes. Debía hacer una operación que algunos analistas independientes calificaban como de inversión del sentido de giro, aunque no fuera para tanto. En realidad lo que estaba cambiando a velocidad vertiginosa era la simbología y la estética. Se derribaban cruces y se instauraban tridentes, pero los templos eran los mismos. Se cambiaba el estilo de los altares volviéndolos aun más barrocos. Los rostros de los ángeles, que ahora llevaban cuernitos y graciosas barbas de chivo. La música, mucho más disonante, pero...

La BBC estaba propalando el último bando del CFR. Nada debían temer los pueblos de la Tierra. La humanidad estaba empezando a procesar varios pequeños ajustes, -largamente demorados-, para continuar marchando hacia un futuro de prosperidad y realización plena para los mejores. Se producirían, entre otros, algunos cambios de personas o estilos en algunos gobiernos locales, no en todos. Por ejemplo, por citar un caso notorio, ahí estaba el del antiguo Papa, Maledictus QCLXVI, que en reconocimiento a su honesta retractación acababa de ser nombrado como Sumo Sacerdote BABILON PRIMERO, de la Iglesia Unificada Universal del Chivo Triunfador.

-El golpe planetario- murmuró Ernesto.

A los ateos de todo el mundo se les reconocería el gran mérito de haber luchado contra la antigua tiranía divina, y se les daría un plazo de siete meses para convertirse a la nueva fe. Eso sí, pasado ese plazo, todo aquel que no llevase en la frente grabado el nombre de Satán, sería detenido e internado en las nuevas clínicas a construir, para ser implantados en sus cerebros un par de inofensivos electrodos que evitarían toda conducta antisocial.

-El hormiguero...

Por otra parte serían repuestos en sus funciones algunos excelentes gobernantes comoAznar en España, -también arrepentido-, y Margaret Thatcher en Inglaterra a la que se le haría un severo y tratamiento rejuvenecedor.

-Payasadas.

Por último. El CFR, en su carácter de Supremo Gobierno Universal, (casi), hacía un llamado a la concordia a las antiguas naciones latinoamericanas, para que, abandonando decadentes ideologías utópicas, retornaran al gran cause de la historia del progreso humano. Se concedía un plazo de siete días a tal efecto.

Fin.

viernes, septiembre 26, 2008

602. WHO IS MY GOD

Todavía Manuel contemplaba los últimos bailes de los guijarros, en el suelo de la pieza, cuando entró Ernesto, de motas encrespadas y todo sudoroso.

-Están pasando cosas en el cielo!
-Sí, empezó la guerra. Abuelo me acaba de llamar.
-Pero qué pasa?
-Están usando armas muy poderosas. Hay una que mueve las estrellas desde lejos...
-Ah, sí... ha de ser lo que llaman Flujo Oscuro.
-Ese de la estampita que mataba al dragón, atacó primero. Pero dice abuelo que enseguida las cosas se le complicaron. Estaba aliado con Lucifer y con los Espíritus Oscuros, contra Satanás y Belcebú, pero parece que Los Espíritus se le habrían dado vuelta -lo habrían engañado. Ellos son los que manejan esa fuerza que desequilibra todo.

Sin embargo el abuelo nada había informado sobre las posibles repercusiones en el Imperio Terrestre. Montaron en la Harley y fueron a recuperar la caverna con sus equipos de comunicación en paralelo. Desde allí, con el celular de Ernesto, Manuel avisó a Cholo y los otros que, sin tardanza empezaron a llegar.
Ahora Ernesto estaba interceptando comunicaciones entre los altos mandos que, en el desconcierto, se hacían sin encriptación, aunque por supuesto en un inglés difícil, dentro del que apenas se distinguían las expresiones más repetidas...

-My God! My God! Who is my god now?

Tras cartón llegaban los informes de todas las bolsas de valores. Las acciones volvían a valer lo que algún día fueron. Papeles. El dinero iba en caída libre. Subían los alimentos... Llegó la primera orden: Erigir en las plazas monumentos al Macho Cabrío.

La Tierra había sido "liberada".

Enseguida todos los canales importantes cambiaban sus logos y la paleta de sus colores. Ahora era el rojo el color predilecto. También el verde violento y los rosas encarnados. Aparecían nuevos rostros a candidatearse como modelos de la nueva época. Pómulos salientes y ojos tan rasgados como seductores. Desnudeces mórbidas. Correas de cuero cruzando los cuerpos. Lenguas partidas a lo largo en dos...
Todo en quince minutos, sin que siquiera se hubiese informado al público que algo estuviera sucediendo, a no ser aquella imagen del Papa, descalzo y flagelado, por la Plaza de San Pedro, arrepintiéndose, disciplina en mano y cenizas en la cabeza, de sus múltiples pecados, víctima, decía, de aquel viejo engañador y decrépito que había confundido su mente. Palabras más o menos, que a cada rato acompañaba con un sonoro berrido. El nuevo Amén.



miércoles, septiembre 24, 2008

601. La brocha del pintor

Cuando  Manuel tuvo en sus manos la brocha de pintor y fue a mojarla con la pintura del tacho, aquella misma pintura cremosa que alguna vez habían ido a comprar con el Rulo, sin saber cómo nombrarla, ni por qué debía ser esa y no otra...
Se quedó un momento mirando la forma en que las cerdas del pincel se embebían del líquido viscoso, como si fuera la misma y única vez, la primera. Que el tiempo y los sucesos que desde entonces corrieran sobre su alma, transformando todo, no hubiesen sido sino imaginación. Un desvarío apenas, un instante imaginado que contuviese tantos y tantos detalles superpuestos que por último pareciese haber existido en serio en una realidad que ahora recordaba. Temió que en seguida... Bueno, difícil sería afirmar que lo que sintió haya sido un verdadero temor pero... de todos modos... hasta gracioso resultaba descubrirse de vuelta en el mismo instante.
Levantó entonces la mirada al entorno no viendo otra cosa que las lisas paredes desnudas que como aquella vez en casa de la señora de las tetas blancas, se aprestaba a embellecer con los tonos rosados y malvas que, poco a poco iban a cubrir el sucio amarillo patito y las grisáceas manchas de la humedad. Estaba solo en una pieza, y bien pudiera ser que en la de al lado estuviese Rulo, como aquel día, teorizando sobre las posibles rutas que las cañerías de agua pudieran recorrer bajo los revoques, para que la humedad apareciera justo en los lugares que aparecía, y no en otros, por muy rebuscado que resultase el derrotero. Ja.
Pero no. Bien sabía que habían pasado dos años. Que ahora Rulo ya era padre, y que aquella no era la casa de los Ferrari, sino las inútiles instalaciones de una vieja inmobiliaria, de aquellas que antaño luchaban para subir los precios de las propiedades y los alquileres, hasta el exacto punto anterior a volver todo el negocio imposible. Ahora iban a ser útiles. Allí los interesados en las viviendas ecológicas se iban a reunir para afinar los detalles de cada unidad,  de acuerdo a sus gustos y necesidades. Se iban a acordar los trazados de los huertos de camalotes que reciclarían las aguas servidas. Se determinarían las inclinaciones de los techos para aprovechar la energía solar sobre las tuberías. Se determinaría la mejor ubicación de los molinos esféricos de viento y todas las otras cosas de interés común, como la belleza y la poesía. Porque habían pasado los tiempos en que el señor arquitecto, desde la altura de su convicción cuadrada, podía determinar el tamaño y forma del envase adecuado para cada humano. Siempre menor, monótono y rectilíneo.

Ahora el pincel se iba deslizando sobre la pared de arriba a abajo y de abajo a arriba. Apretadas carreteras blancas se iban sumando al plano homogéneo que rezumaba humedad con aroma de cactus, -todavía sintético. La mano de Manuel iba haciendo ese movimiento acompasado y lento, con la muñeca floja, cuando en el bolsillo trasero de su pantalón algo comenzó a vibrar con insistencia. Los guijarros.

Era un llamado de Abelardo. Urgente. Los temidos enfrentamientos habían comenzado y amenazaban extenderse rápidamente como metralla de supernovas. Algunos sistemas planetarios había recibido impactos  desquiciantes que habían empujado peligrosamente a varios planetas en busca de nuevos equilibrios. Armas gravitatorias. Partículas supermasivas y micro agujeros negros. Ondas disgregantes basadas en oscilaciones temporales y hasta glomérulos de energía oscura... No se tiraban con rosas. La ambición de poder no reparaba en consecuencias y, cada bando, se mostraba dispuesto a arrasar, si fuera necesario, toda la galaxia, con tal de imponerse a sus contrincantes. El bando de San Jorge había atacado primero, después de depurar sin piedad sus propias filas. Dos millones de cadáveres angelicales flotaban en el espacio  en medio de una niebla rosada de sangre, victimas de ignorados chips  colocados dentro de sus encéfalos, que les habían forzado a alejarse de las bases y los palacios celestiales, antes de explotar como pimpollos en acelerada primavera.

martes, septiembre 23, 2008

600. La Paz Rumorosa

Magda confirmó que aun se necesitaban maestros voluntarios.
Salieron pues, cada uno para el lugar de en que se organizaba su grupo, un trecho juntos, respirando el aire luminoso que prolongaba el pasado otoño sobre esta comunidad de gente dispuesta libremente al trabajo. A lo largo de las calles se veían personas de todas las edades, de cabeza alta y paso decidido, aunque no exento de gracia, canturreando, cuando solos, estrofas de viejas canciones populares. o bromeando en viva voz, cuando iban en grupo.
Los niños sin ningún tipo de uniforme, se veían más o menos en la misma, rumbo a sus escuelas, no queriendo llegar tarde, por no perderse un nuevo capítulo de la aventura de aprender a resolver los misterios de la existencia en común, los vericuetos del razonamiento, la práctica de la solidaridad o la oportunidad de mejorar algo entre todos.
Casi un paraíso, utopía, o como quiera llamarse, este contento generalizado que, venía a contradecir el general pensamiento de que el hombre es un ser inconformable por naturaleza. Aunque lo sea, de algún modo. Porque todos esos lugareños que transitaban las calles de Lagomar y El Bosque, como tantos millones que en el mismo momento encaraban sus tareas en común a lo largo y ancho de América Latina con alegría real, eran por cierto seres completamente inconformables, contradictorios y empecinados, pero, seres que habían aprendido a luchar contra las dificultades en vez de contra sus semejantes.
Sabían que tendrían pronto que enfrentar al enemigo más portentoso que ningún movimiento político en la tierra haya nunca tenido, al menos que se sepa. Las fuerzas del Imperio Galáctico aliadas con los alcahuetes de siempre. Pero especialmente habían comprendido que el quid de la cuestión no estaba radicado en la fuerza militar. La lucha principal se iba a librar dentro de las cabezas y dentro de los corazones. Nadie puede dominar a un pueblo que se siente libre. Quedarían los bravucones con sus garrotes al hombro, incapaces de doblegar a tantos millones. Quedarían los seductores con sus promesas de fría saliva inútil. Con sus lisonjas y sus pretextos para la traición. Solitarios, frente al terrible espejo de su propia conciencia, aquella, sí, que por muy soterrada que se encuentre, un día habrá de despertar a fuerza de desengaños.

Pero cada uno seguía siendo uno. Distinto e irrepetible. Una mirada única hacia un mundo que a cada cual se le antojaba otro, aunque con algunos elementos en común. Todos habían terminado descubriendo que el enemigo invencible era aquel se se incrusta en los más inadvertidos repliegues de la mente y desde allí susurra su canto de sirenas, ese que viene encriptado bajo las siete capas del sentido común, cuando nadie se ocupa de ponerlo en duda.

Era la paz rumorosa.

En cambio, muy distintas cosas se decían del resto del mundo. Una inexplicable sucesión de temblores y quebrantos sacudía el mundo occidental y cristiano, haciendo doler los molares a los más eminentes profesores de teoría económica, encoger el escroto a los ancianos doctores de la ley y orinarse de a chorritos a los cuatrocientos dueños del oro y las divisas. Todos sospechaban que se avecinaban otros tiempos. Pocos de ellos estaban enterados, por cierto, del fallecimiento del viejo Dios y de la inminente lucha abierta por su sucesión. En cambio, la mayoría miraba a América Latina. -América La Pobre.- Y maldecían la conducta inmoral de sus pobladores, hija de la proverbial indolencia de los indígenas, que se había continuado y aun contagiado a toda la gente que Europa enviara para ayudar, y a los millones de esclavos negros que, ¡pobres!, tuvieron que hacer el trabajo que ellos -los indígenas- se negaron. No por otra causa levantaban airadas protestas por los muchos sudacas que habían llegado en los últimos años a trabajar y comer en la mesa europea, como antaño hicieran ellos en América salvándose del hambre y de las guerras. ¡No era posible continuar recibiendo gente hambrienta y mal educada! ¡Bastante han tenido nuestra ayuda cuando les hemos enviado nuestras inversiones y nuestras empresas para darles trabajo y bienestar a costa de, apenas, destruir el doble de puestos de trabajo mal pagados y realizado con tecnologías completamente en desuso. Esas eran sus razones, las que rezongaban mientras chupaban los huesos del pollo y eructaban burbujas de bebidas efervescentes frente a las pantallas planas que tal vez no iban a poder cambiar este año por el nuevo formato Zip Out.



sábado, septiembre 20, 2008

599. Todos los oficios

Estuvieron muy ocupados arreglando la casita, cortando el pasto que se estaba llenando de yuyos y en los yuyos variedad de insectos portadores a su vez de parásitos diminutos y en los parásitos diminutos... Bueno, que entre eso e ir a buscar cosas para cocinar, y cocinar, y comer, que siempre les llevaba mucho tiempo, porque gran parte de él no lo pasaban masticando ni tragando sino riendo, y el tiempo que pasaban todos los días en la cama, no precisamente durmiendo, sino revolcando los cuerpos en el placer siempre renovado, y otras cosas que hacían tanto en la cama como en cualquier lugar, por ejemplo recordarse de alguna de las extrañas aventuras vividas pero no recordarse de algún detalle, uno de ellos, y preguntarle al otro... Bueno que el tiempo no les alcanzaba.

Pasaron así no menos de quince días hasta que recordaron que existía una comunidad de vecinos con la que debían colaborar. Fueron a presentarse. Es decir que se encontraron por el camino con el Cholo, que venía con un montón de cuadernos escolares bajo el brazo, y le preguntaron si no sabía cual pudiera ser la colaboración que a ellos les correspondía en tiempos de paz.

-La que ustedes quieran -respondió, agregando- En el salón comunal hay carteles con la lista de las tareas más atrasadas.

Les pareció asombrosa la velocidad conque Cholo se adaptaba a los nuevos tiempos y que todos habían comprendido la esencia del nuevo concepto de sociedad libre.

-¿Y si hay tareas que nadie quiera hacer?
-Si nadie las quiere hacer nadie las hará. Es otra manera de votar. Hace mucho que lo conversamos...

Es que Cholo era incapaz de apartarse una coma de los principios fundamentales de Libertad, Igualdad y no transferencia del Poder.

-¿Y esos cuadernos...?
-Estoy ayudando en la escuela. Ahora no alcanzan los maestros para explicarle a los niños los principios de la sociedad anarquista y especialmente cuales son los peligros que le asechan.

A Magda se le encendieron los ojos.

-Yo podría colaborar en eso...

De todas maneras siguieron camino hacia el salón para ver los carteles. Aquello era un hervidero de gente que entraba y salía después de leer los y cambiar opiniones con los circunstantes sobre las posibilidades de cada cual en cada uno de los oficios. Los que siempre habían trabajado de peluqueros ahora querían realizarse como cocineros. Los albañiles se inclinaban por la pintura o la carpintería. Los vendedores a veces soñaban con ser bailarines o equilibristas. Los carniceros, prestidigitadores. Los choferes, masajistas. Los desocupados, cualquier cosa divertida.

Manuel decidió apuntarse en el grupo de los pintores de brocha gorda.

martes, septiembre 16, 2008

598. Pequeña Utopía

Fueron palabras que quedaron reverberando en el pensamiento. No porque contuvieran alguna idea nueva, exótica, inesperada... Más bien todo lo contrario y por eso mismo, quizá, nadie se hubiese detenido a considerar la evidente simplicidad de los hechos. El hecho, singularísimo, de que en pocos meses se pudiera llegar a soluciones colectivas no alcanzadas en siglos ni milenios de pensamiento y lucha contra los prejuicios y las confusiones.
Ponerse de acuerdo. He ahí el problema cuya solución buscaron desde los 7 sabios de Atenas hasta las más fanáticas sectas inquisidoras. Ni por la razón ni por la pasión. Ni en la libertad intelectual más absoluta, ni bajo la más cruel de las dictaduras los hombres pudieron nunca ponerse de acuerdo en nada, por más de unos cuantos días. Y sin embargo ellos... En dos años habían contagiado un entusiasmo revolucionario que no dependía de sus personas sino de la experiencia compartida de la libertad.

Partieron los nipones -conducidos por Mandinga- hacia su mundo propio, aunque en el exilio. Llevaban en sus mentes las imágenes imborrables del anarquismo real, -esa utopía- que ahora habían comprobado como el marco adecuado para el verdadero crecimiento humano, no apenas en un sentido económico, ni en otro intelectual y po
lítico, sino, y especialmente, en el sentido del espíritu. Sólo así los seres concientes podían llegar a equipararse con los dioses.

Volvieron todos y cada cual a sus hogares. Los unos a sus familias y sus trabajos cotidianos, que en algunos casos poco habían cambiado con el cambio político. Otros a las tareas de colaboración con el nuevo sistema que requería mucho menos burocracia pero mucha más entrega y sinceridad en todo lo que se hiciera. Menos tiempo y más calidad. Porque ahora nadie cumplía cumpliendo con un horario sino con un resultado. Un resultado posible, al alcance de cualquier ser bienintencionado. Lo mismo para curar un enfermo, para organizar una fiesta, o recorrer el barrio en procura de lograr los consensos necesarios.

Manuel con la flaca a su pequeña casita que los vecinos habían mantenido en aceptable estado para cuando se diera esta oportunidad tan esperada. Solos ellos dos. Ellos dos y sus miradas abiertas, que ahora más que nunca podían bañarse en las aguas profundas y mutuas. Las del misterio propio y ajeno, que nunca se revelaría en palabras sino en emociones. Supieron ellos entonces, que siempre habían sido así y que todos los otros también, aunque escondidos bajo la eterna costra de los engaños y los temores. ¡Costaba tanto caminar desnudos a la luz del sol!

En los días siguientes hicieron las simples cosas que cualquier casal puede hacer para acomodar su nido volviéndolo acogedor y entrañable. Pintaron las puertas de exóticos colores sólo comprensibles para ellos. Inventaron comidas, volvieron a bañarse el uno al otro, cantaron melodías imposibles. Como pájaros enamorados.


domingo, septiembre 14, 2008

597. Desnudez animal

Después las opiniones gotearon una a una con la simple idea de mantenerse firmes y unidos a todo el movimiento continental de las comunas. Gota tras gota, vecino tras vecino, hasta comenzar el chaparrón que se estaba repitiendo simultáneamente en mil lugares intercomunicados por celulares y radios portátiles. Un diluvio atronador que quizá estuviera siendo escuchado en muchos más lugares que los mencionados y que por lo pronto estaba haciendo esconder la cabeza bajo lo tierra a los pusilánimes y hervir fríamente la sangre a los traidores.

Más tarde vinieron los informes de los grupos de trabajo. En un mes se habían terminado doscientas viviendas construidas en barro y otros materiales del entorno. Distintas, personalizadas y hermosas. Se había logrado el auto abastecimiento de frutas y hortalizas. Se había terminado la ampliación que multiplicara por tres la superficie de la policlínica. Se habían adoptado, con mejoras, los nuevos programas de enseñanza primaria, aconsejados por la federación latinoamericana de comunas. Se habían integrado a las curanderas como auxiliares del sistema de salud. Se presentaba el informe final aconsejando la eliminación definitiva del concepto de enfermedad mental... Se había terminado de adaptar el viejo local de Mac Pato a su nueva función de recreo infantil y guardería. Estaba listo para poner a discusión el informe sobre equiparación de la desnudez animal con la humana. -Había sido propuesto por la juventud Tucu Tucu junto con el pedido de que se definiera a la humana como otra especie animal.-

Tarde en la noche comenzaron los bailes, los números artísticos, el festejo nudista en la playa. En todos estuvo el grupo de los Maquis junto con los visitantes que no se terminaban de asombrar de una cosa cuando ya tenían que hacerlo por otra.

¿Cómo era posible que dos mundos tan parecidos fueran al mismo tiempo tan distintos? ¿La razón no sería que hubiese en el patrimonio genético de una y otra población diferencias radicales? Como los chimpanceses con los bonobos. Porque, pensaban que las diferencias culturales no se podrían producir en tan corto tiempo.

-Precisamente -contestó Ernesto- La ciencia creía que las diferencias genéticas eran las que más lentamente se producían, sin embargo, hace dos años este país parecía otro...No creo que se nos hayan cambiado los genes.
-¿Y entonces...?
-Es que por primera vez nos hemos puesto de acuerdo, nada más.




jueves, septiembre 11, 2008

596. NAIDES ES MÁS QUE NAIDES

A Cholo ya le había parecido que era su voz. la que había resonado en las oquedades de los pinos y, en vez de morir, absorbida y disgregada en múltiples reflejos, había persistido, avanzando varias cuadras con su timbre metálico. El hombre de aluminio era un conocido vecino al que así habían bautizado para mencionarle sin hacer pública la identidad. El infaltable buen vecino de todas las épocas, prolijo y educado hasta para el insulto. Trabajador y ordenado, estudioso de joven, peinado de niño y afeitado de grande. El dueño del mejor jardín. Del césped mejor cuidado.

Ahora redondeaba sus argumentos para convencer al vecindario de la necesidad de volver a ocuparse de las cosas concretas e inmediatas., dejándose de especulaciones metafísicas o poéticas.

-El Universo se apronta para un recambio de dueños. Eso dicen los que han venido a calentarnos la cabeza para involucrarnos en guerras desproporcionadas. No sabemos siquiera quién es quién. Quién es el bueno y quien el peor. Lo único que sabemos, es que si no nos ocupamos de nuestras cosas, -en vez de andar ganando enemigos-, nuestras cosas sufrirán las consecuencias. Dejemos que el Universo sea gobernado por los que puedan hacerlo. Volvamos nosotros a lo nuestro.

No se terminaba de bajar del casillero de cerveza sobre el que se había parado, cuando Ernesto Federico iba subiendo a otro junto al murmullo desaprobatorio que recorría la explanada.

-El vecino tiene razón- comenzó con sorna Ernesto- Deberíamos ocuparnos de nuestros asuntos, es decir, ocuparnos de que no sean otros los que resuelvan por nosotros.

El Hombre de Aluminio se volvió a subir.

-Entre ustedes hay por lo menos uno que no es humano. ¡Aquel! -señaló a Mandinga con tembloroso índice- Ese es quién nos ha hecho ver como enemigos de Dios y de todos los poderes. ¿Qué tiene él que ver con nuestros asuntos?

Mandinga quiso contestar pero Cholo, con gestos de pedir calma, se había trepado sobre un raigón de eucalipto y desde allí comenzaba a reconstruir la historia de los hechos recientes, es decir de los dos últimos años desde la aparición de los ángeles sobre la tierra. Los hechos que demostraron cuáles eran sus propósitos y cuales sus aliados sobre la tierra.

-Ya no podemos hablar de nuestras cosas como de algo separado del resto. Justamente, nuestro gran progreso ha sido comprender que nuestra lucha por justicia y libertad, es inseparable de las luchas que otros semejantes a nosotros, sean humanos o no, mantienen con los poderes del Universo. Hay una sóla lucha que es entre la Libertad y el despotismo. Lo otro apenas constituye una reyerta entre las hienas por la propiedad de la carroña.

Todavía el de aluminio logró hacerse oír.

-Es ridículo pretender una lucha tan desproporcionada.

Enseguida una obación le hizo bajar del casillero. Manuel se había trepado junto a Cholo y quería decir algo.

-Quiero decirles, vecinos, que cada día que permanezcamos libres, es un día que hemos ganado... y... Ya llevamos casi dos años en los que hemos aprendido a vivir en libertad. A respetarnos entre nosotros. A gobernarnos, a decidir y a hacer carne aquello que decían los gauchos de que "naides es más que naides"

miércoles, septiembre 10, 2008

595. Tiempo de paz


Sin necesidad de guía, caminaron las viejas calles entre los pinos, frente a casas abiertas a los jardines, donde chicos aun jugaban sin vigilancia alguna. Los perros sueltos -y por lo tanto amistosos- preguntaban con sus miradas si era hacia la asamblea semanal de la comuna que caminaban, pues muchos otros vecinos ya habían partido para allá. Eran saludados con manos en el aire y chistes en voz alta. Llegando a la parada del quilómetro 22, varios que allí esperaban, se pusieron a silvar la tonada de los muchachos peronistas, desde hacía tiempo transformada por la gente en "Manuel, Manuel, qué grande sos".

Caía la tarde sobre los pinares oscuros y por encima el dorado y magenta del cielo vibraban un acorde silente y tranquilo. Eran tiempos de paz. Hasta las piñas, que colgaban secas de las ramas, sabían tomarse el tiempo para caer junto a los fríos del invierno y crepitar en el fuego de las noches hogareñas, misturando su aroma de resina con el de las comidas y la voces infantiles, antes de que la luna bostezara su pasaje lento por el cielo.

Manuel llenó los pulmones de aquel viejo aire de las calles, que le habían visto corretear mucho antes de que el mundo empezara a ser un extraño lugar, donde las cosas no son lo que parecen. Porque hubo un tiempo en que el azul del cielo era solamente azul, no habiendo más allá otra cosa que luz, aire, y más azul, para que las altas nubes navegaran sobre las calles y las casas y el griterío infantil de los recreos de la escuela.
Pero no se quejaba. A cada tiempo su historia y a cada historia su tiempo. Solo que... Le hubiera gustado elegir un poco más las líneas generales de la suya propia...

Allá adelante, en la avenida Becú, ya se veía la gente congregada. Llegaban los ecos de los altavoces, los aromas también, de los choripanes y eso que se siente cuando la gente es mucha y los pechos anidan sentimientos en común. Todo eso que también es vida, y de la buena, que nos reúne con nuestros semejantes en la experiencia de la comunidad, no de la masa.

Cuando llegaron estaba hablando el hombre de aluminio.




domingo, septiembre 07, 2008

594. SER, O NO SER

De todos modos, nadie escapaba a la angustia de saber que se avecinaban tiempos que nadie podría pronosticar como mejores ni como peores, pero sí como llenos de violentas guerras, en las que los rencores acumulados por milenios se desatarían, cambiando, tal vez, la faz de esta parte del vecindario cósmico.
Mandinga lo explicaba. Ahora el problema no era simplemente la eterna lucha entre el Viejo Dios y Satanás, por nombrar las cabezas visibles del odio más reiterado. Ahora se estarían sacando la careta que habían usado para las estampitas, todos aquellos archipoderosos serafines de las constelaciones zodiacales,que se decían dueños de la melodía galáctica, los señores de los cúmulos globulares, que federados por todo el entorno amenazaban con movimientos envolventes, los archiduques de los brazos galácticos, los uraños reyezuelos de las estrellas de neutrones, únicos que hasta ahora lograran el dominio de la gravitación, y en fin, una innumerable cantidad de señores feudales, y señoritos, que sólo tenían en común el grandioso deseo de ser el Dios Único, el Todopoderoso, indiscutido monarca al cual los otros besarían las patas cada vez que les pisara la cara.

-¿Y tu gente?- preguntó Cholo.
-Mi gente nunca ha sido guerrera. Nuestras guerras no han pasado de escaramuzas, que por último se transforman en grandes fiestas. Nunca participamos de la religión del poder...
-¿No tienen suficientes armas...?

Mandinga respondió con una mirada triste. No encontraba palabras para decir lo que sentía. Esa especie de petición de principio, de razonamiento circular como el que pregunta quien fue primero entre el huevo y la gallina,

-Un humano dijo "Ser o no ser"
-¿Se dan por vencidos sin pelear...? Sin embargo vos...
-No me entiendan mal. Podemos pelear. A veces podemos pelear, nos defendemos... Pero otra cosa es que la pelea nos coma la cabeza.

Todos entendieron, porque todos, alguna vez, habían perdido el sueño dando vueltas de atrás para adelante la vieja ecuación de las consecuencias de la acción, que se transforman en causas generatrices de nuevas y reiteradas acciones que, en intrincada maraña termina por ocultar y olvidar lo que en un principio se había procurado.

Callaron por un momento. Era tiempo de salir al aire libre.

miércoles, septiembre 03, 2008

593. DIOS HA MUERTO

En delante poco fue lo que pudimos sacar en limpio de tantas conversaciones simultáneas. Nosotros, se entiende, aquellos que de una forma u otra nos encargamos de esta tarea obligadamente discreta y difícil, porque, ¿les parece a ustedes poca cosa seguir a nuestros personajes en sus continuos ires y venires por mundos y dimensiones, muchas veces de forma sorpresiva y sin dar siquiera pistas sobre el próximo destino? Bien que en este caso, no era la distancia ni la extraña naturaleza del lugar lo que nos dificultaba la tarea, sino el baturrillo de temas entreverados, las carcajadas, los angustiosos relatos de los momentos de zozobra, las bizarras explicaciones de las leyes que regularían las relaciones entre los mundos, las dudas, los temores y la alegría de estar nuevamente juntos. Juntos otra vez todos, porque, como atraídos por algún corno mágico de esos que no se oyen pero se escuchan, a medida que transcurría la tarde fueron cayendo uno tras otro, los Cholos, los Rulos, las Julietas, los Dengues y los Chumbos. El último en llegar fue Miguel, el farmacéutico.
Por eso decimos que nuevamente estaban todos juntos. Con el agregado, de yapa, de los ocho japonecitos, que a esa altura rivalizaban en entusiasmo ácrata con todos los demás.
Es que de pronto, como el aprendiz de brujo, ellos veían realizarse en el plano de la realidad palpable, todas aquellas ideas que tan dificultosamente habían podido pulir y perfeccionar en madrugadas de inspiración profética. Querían verlo, por hablar con precisión, ya que les decían que allí afuera, por esas calles de común balastro y tras esos comunes pinos que poblaban los más de los solares, reinaban justamente esas sagradas ideas que se habían impuesto sin más violencia, y aun tal vez con menos, que la cotidiana de la sociedad anterior.
Pidieron para verlo, una vez que todos se hubiesen puesto al día con las informaciones que cada cual había acumulado separadamente. Eran muchos los temas, pero, había uno que se robaba los titulares a toda página:

DIOS HA MUERTO

Por supuesto que en el mundo civilizado, es decir desarrollado, económicamente hablando, esas letras no habían sido impresas en ese orden, al menos sobre papel o pantallas de televisión. Por acaso sí en algún lugarcito de Internet, que pronto dejó por casualidad de aparecer carcomido por dificultades técnicas, invasiones de bacterias y virus oportunistas u otras causas aleatorias. Le llamaron "la muerte blanca" porque blanca quedaba toda información sobre la existencia anterior de dichos sitios, que nunca habían existido y que por lo tanto mal podían desaparecer.
Tampoco nunca se habían movilizado las tropas de la OTAN ni la quinta flota sobre el Atlántico. Nunca hubieron amenazas ni advertencias, ni presiones económicas ni nada. Tampoco las plateadas y doradas bolas de los arcángeles descendieron nunca sobre el pentágono del poder a conferenciar estrategias. No se embarcaron jamás cargamentos de armas ni de poderosas drogas neurotóxicas, ni se compraron conciencias ni se organizaron gigantescos operativos de información manipulada a través de periodistas prestigiosos pagados con generosas prebendas. Nada de eso. Todo lo poco que hubo, no fue más que los acostumbrados desbordes de la imaginación latinoamericana que por siglos a dado muestras de los perniciosos efectos de la ociosidad y del consumo de bebidas ordinarias.

A pesar de todo algo pasaba. Los mercados enloquecían. Tan pronto el petróleo superaba la barrera de los docientos dólares como las naciones líderes se quedaban sin papel para imprimir billetes. Las nuevas generaciones, hartas de estimulantes, inventaban nuevas formas de vida violenta, por sentir algo sólido bajo sus pies y delante de sus puños. La flagelación volvía a estar de moda. La ajena, pero también la propia. Clubes de pelea a muerte. El valor se demostraba aguantando mutilaciones. La convicción cortándose la lengua. La diversión... duraba poco...

martes, septiembre 02, 2008

592 Otra vez en la Tierra

En poco tiempo, y tras sobrevolar las largas arenas de la costa uruguaya, la remendada bola se detuvo sobre la villa Los Dogones a la espera de alguna indicio que indicara si el peligro había cesado. No fue necesario esperar mucho. Ernesto Federico de Oliveira e Souza, él mismo, salió de la casona e instintivamente levantó la mirada a los cielos. Hizo de inmediato señas, amistosas, claramente expresivas de su entusiasmo por volver a encontrarse con una de las primeras bolas Maquis. La número cinco.
Sin embargo sus señales fueron interpretadas correctamente como queriendo decir que aterrizaran sobre el pasto del jardín delantero, ese lugar tan visible desde la calle que, en otras épocas habría sido evitado cuidadosamente para no escandalizar a la opinión pública.
Abrazos y buenas noticias. Es decir, provisorias buenas noticias. Satanás había abandonado la caverna de los Maquis, tanto como los ángeles su apoyo a la reconquista planetaria por parte de los imperios. El Universo local todo, contenía su aliento ante la inminencia de sucesos que nadie suponía beneficiosos para la humanidad, pero mientras tanto, la paz había vuelto, junto con soleados días otoñales cuya brisa se perfumaba de aromas de panes recién horneados, y trinos de alegres pajarillos.
Por último, explicó Ernesto que la caverna, una vez abandonada por las innúmeras bestias berreantes, había quedado embebida de un olor sumamente similar al de los huevos podridos y que por esa causa no la habían querido reutilizar, hasta tanto no se le cambiara completamente la atmósfera.
Sobre los nipones nada preguntó. Era obvio que si venían junto a sus amigos, amigos debían ser. Sin embargo, cuando la historia de las peripecias de Magda y Manuel por Última Tierra, llegó al punto en que aparecían estos protagonistas, fue enorme la sorpresa, la alegre sorpresa de enterarse de que también el los mundos paralelos, existían los mismos ideales que a ellos animaba, y qué, de una manera o de otra, aunque fuera por tortuosos y distintos caminos, la gente empezaba a buscar una misma solución. La disolución del poder.

Se reunieron en la sala reconstruida de la casa a esperar que, tras varios mensajes telefónicos, los otros Maquis llegaran a la re-unión. Mientras tanto tomaban té, miraban viejas fotografías y masticaban bizcochitos de aniz.
Jarumi y sus amigos se supieron observados y por eso al mismo tiempo que hablaban o escuchaban, barrían los rincones del ambiente con rápidos visajes, supuestamente disimulados, exitosos por fin , cuando Toshiro, en medio de una explicación teórica, se atragantó con la propia saliva al ver aparecer entre los libros de la biblioteca, un hocico cubierto de pinchudos pelos por detrás de un par de enormes incisivos.
Era Trum Urum, quien, a su vez sorprendido por el atorón del otro, quiso girar el cuerpo para reintroducirse en la galería, que secretamente tenía cavada desde mucho tiempo antes, pero, con tan mala maña que, entre libros desguazados, terminó rodando hasta el centro de la alfombra aquella, llena de galgos, caballos y zorros a la disparada.

Lleno de vergüenza, pero recomponiendo el ánimo, él mismo se presentó en castellano, luego en algo parecido al inglés, luego en portugués y también en italiano, antes de sentarse sobre sus cortas patas para recibir los abrazos de Manuel y Magda, justo en el momento en que por la puerta de calle aparecían Margarita y Vittorio Giorgionne, llenos de extrañas historias vividas en los extraños mundos en que habían caído arrojados por la irresistible energía centrífuga del pensamiento satánico.