jueves, junio 29, 2006

16 - Con El Pepe Mujica

Tampoco ahora pasó mucho tiempo solo. Ni media hora, A lo sumo tres cuartos de hora escasos habrían pasado cuando otra vez se abrió la puerta y apareció un viejo narigón y feo que muy confianzudo se fue derecho a los bancos a enderezar la tabla de un asiento y sentarse. Buenas buenas –dijo primero, para agregar una vez sentado- Vení muchachito, vamos a conversar un poco.- ¿Sería el juez?- Decime, a ver, en qué andás? Contame algo.-Le resultaba conocido. Hasta la voz le era familiar, pero él no conocía ningún juez y menos de Fray Bentos…Parecía el Pepe! ¡Era el Pepe, el Pepe Mujica en persona!
-¿Vos sos el Pepe, verdad?
-El mismo que viste y calza.
-¿Y qué hacés aquí?
-Y…con el quilombo que vos armaste, cuando me enteré que sos uruguayo y como andaba por aquí cerca…
Manuel se fue acercando mientras intentaba explicarle que él no había armado ningún quilombo sino que los otros lo habían armado y que…
-Vení sentate aquí que nos vamos a escuchar mejor cara a cara. Así que vos decís que así como andás disfrazado, igual que los otros, recibiendo las felicitaciones de Kirchner y saliendo en la televisión argentina como un héroe, ¡no tenés nada que ver!
-Es que yo no entendía por qué me festejaban. Creía que era porque había salido en Hora Cero.
-¿Hora Cero, de qué estás hablando?
-¿No sabés lo que es Hora Cero? Es lo más grande que hay en historietas. Tendrías que conocerla, es de tu tiempo.
-Si es de mi tiempo, ¿cómo es que saliste ahí?
-Porque ahora salió de nuevo y como se enteraron, no sé cómo se habrán enterado, de que a mi me habían pasado unas cosas raras…
-¿Qué cosas raras te han pasado?
-Y…No, mejor no te cuento lo que me pasó, porque cada vez que lo cuento o no me creen o se arma lío.
-Lo que yo sé es que formabas parte de un grupo que quisieron pasar el puente con cuentos chinos y que…¿Qué venían a hacer?
-No, yo no andaba con ellos. Ellos dijeron de pasar y como yo no tenía plata y quería volver a Lagomar…
-Así que para que te trajeran gratis te pusiste ese disfraz de Adán en calzoncillos, igual que ellos y te tiznaste la cara como en las trincheras y…¡Muchachito, muchachito!
-No Pepe, fueron ellos los que se disfrazaron como yo. Yo andaba así porque…perdí la ropa y esto no es tizne es tinta de imprenta que arriba se le pegó la tierra de la alfombra.
-¿Alfombra?
-Sí, los milicos me detuvieron por andar en bolas pero después un coso por teléfono les dijo que me sacaran de la comisaría sin que nadie me viera y ellos me enrollaron en la alfombra y me tiraron en un camión que iba para Gualeguaychú, entonces…
-¡La pipeta! Y como hago yo…ahora…para creerte? Lo que me contás suena…sí, suena a historieta…Pero, si yo te pudiera creer…No digo que te podría liberar…pero. A ver si me podés decir algo que…Por ejemplo algo que yo pueda llamar por teléfono con alguien y que esa persona me pueda decir que sí…
En ese momento se empezaron a abrir burbujas de nada por todo el piso del primero “C” de la escuela número 37 de Fray Bentos. El Pepe, en el primer momento no lo vio y siguió hablando tranquilo, levantando de vez en cuando la mirada hacia Manuel para ver si descubría algo raro en su expresión. Pero lo que Manuel ya tenía alterado eran los pelos de la nuca que se le habían parado. Y los de los brazos…En ese momento estaba viendo un agujero prolijito, del tamaño de una pelota de fútbol en el asiento, al lado del Pepe. Quiso rajar, pero el tiempo apenas le dio para advertirle al Pepe.
-Cuidado Pepe, ¡las bolas!
Ya iba cayendo en un agujero enorme que enseguida se cerró por encima dejándalo enjaulado con la cara contra la superficie aquella como de papel o de rafia que otra vez le dejaba ver borrosamente hacia fuera. Fueron escasos segundos. El Pepe saltaba de su asiento con sus pocos pelos parados y levantaba las patas para no pisar los agujeros que se abrían por todos lados. Después todo se puso oscuro y silencioso por un rato, al cabo del cual, poco a poco empezaron a aparecer imágenes sobre la pared del globo. Reconoció entre ellas la del narigón aquel del principio con su cigarrillo y su solapa levantada, era…era…¡Ernie Pike! Que ahora escribía a máquina bajo una lámpara colgante, de esas de sombrero chino. Ernie Pike el cronista de guerra…personaje de Oester…Oesterheld!

miércoles, junio 28, 2006

15- Volar La Papelera

A sus espaldas resonó la frase: QUEDAN TODO DETENIDOS Manuel sin darse cuenta todavía llegó a preguntar por qué y la contestación fue contundente: USTEDES SON TERRORISTAS. Era un argumento fuerte, suficientemente fuerte como para olvidar planes e intenciones, especialmente cuando vieron aparecer por los cuatro vientos otros tantos gendarmes, camuflados y armados y con una cara de susto que mataba. Todavía la voz agregó: QUEDARAN INCOMINICADOS HASTA QUE LA JUSTICIA INTERVENGA. Los llevaron enseguida a un camión con toldo dentro del cual tres milicos de los verdes que tomaban mate se corrieron para darles lugar en la rueda y el camión sin avisarles partió tierra adentro como un lanchón de desembarco en el día D en las playas de Normandía, pero sin atropellar a nadie, a pesar de la brutalidad del chofer, hasta que entraron a las calles de Fray Bentos y enseguida pararon en una casa con escudo. No allí no se podía, no había lugar. Era la comisaría que tenía las celdas ocupadas por borrachos y putas y que se negaban a soltar a no ser por orden superior así que…otra vez a la prefectura a preguntar, aunque todos sabían que la prefectura no tenía en Fray Bentos, celdas, ni nunca había tenido así que…otra vez para Fray Bentos a dar vueltas y preguntar. El chofer del camión tenía celular, claro que tenía, pero se había quedado sin tarjeta y la radio del vehículo…bue! Por último todo se solucionó desalojando ocho salones de clases de la escuela número 37 y acondicionándolos como calabozo. Cuando por fin los bajaron ya ellos estaban verdes de tomar mate. Ni hambre tenían sólo temblor en las manos y acidez de estómago.
A Manuel le tocó el primero “C” y como estaba incomunicado le habían tapiado las ventanas con trozos de lona claveteados en los marcos. El miliquito que lo introdujo fue muy amable con él y al despedirse le contó en sonriente confidencia que ellos, los manueles habían caído en la trampa como unos chorlitos. Qué trampa-le preguntó Manuel. –Es que estábamos avisados de que ustedes venían.-Y quién les pudo avisar si…-Una paloma mensajera nos avisó- Una paloma?- Sí la mandaron desde la base General Lujambio, llegó anoche, todavía está durmiendo la pobre…! Ah, lo que te vamos a pedir es que no tironees de la lona, porque es la del camión, viste. Después la vamos a tener que coser para poner de nuevo y si se entra a deshilachar va a ser brava la cosa! Bueno, que descanses –dijo y se fue cerrando la puerta con el picaporte nomás, porque llave no tenían.
Ahí fue que a Manuel le entró la desesperación. La penumbra del salón tal vez o más probablemente el olor a polvo de tiza mezclado con transpiración infantil le trasladó, emocionalmente se entiende, a un pasado no del todo agradable. ¡El recuerdo de la señorita Elvira! ¡Los partidos de bolilla que siempre perdía de puro chambón! Y esos bancos de mierda con la tabla de arriba con bisagra que dos por tres, cuando se ponía a joder con ellas para hacer ruido, se le cerraba de golpe y le apretaba los dedos! Prefirió sentarse en el suelo, otra vez contra la pared, pero no pudo siquiera amodorrarse porque enseguida se estaban sintiendo ruidos y voces afuera, frente a la puerta. Entró un viejo flaco que era no sé qué del juzgado pero no el juez, otro. Dejó la puerta abierta y pidiendo que la guardia permaneciera a la vista, a lo que nadie dio bola, se dispuso interrogar al acusado in situ, poniéndose en cuclillas a su lado y escribiendo sobre las tapas de un grueso libro que traía. Nombre?-Manuel-¿Único?-Único que, hijo único, quiere decir?-No, si es el único nombre.-Ah, sí.-Apellidos?-Bueno, son Aquelarre y Goticoechea.-¿Aquelarre?- Sí, le gustó a mi madre y me apuntó así. Ella es Goiticoechea- ¿Nacionalidad?- Uruguayo- Pero y siendo uruguayo usted… No, nada, prosigamos…
El ujier, oficial o alguacil, u otra cosa pero no juez, se acomodó el pecho y sentenció: UD. ESTABA ACUSADO DE ESPIONAJE Y DE TERRORISMO. Pero si es uruguayo entonces se tendrá que cambiar el cargo, me parece…por…ALTA TRAICION…en tiempos de paz… Bueno, me parece y eso ya lo confirmará el señor juez. –Se acomodó el pecho de nuevo e interrogó: ¿Qué tiene que decir al respecto? –y Manuel: Qué tengo que decir sobre qué?- Sobre la alta traición de que se le acusaría si el juez confirma mi punto de vista.- ¡Yo no traicioné a nadie, que voy a traicionar! Ni hice nada tampoco, sólo quería irme para mi casa, qué mierda!- Ah, se niega a confesar! Se niega a hacer una declaración y encima le falta el respeto a un oficial de la justicia? Le doy una última oportunidad…Cuál era su misión dentro de esa organización terrorista?- ¡Andá a cagar! –Lo único que va a lograr no declarando y con esos modales es aumentar la condena que de todos modos se le va a aplicar por querer volar las papeleras! O se cree que no lo sabemos, pobre idiota!?
Después del portazo Manuel volvió a quedar sólo, con una idea absurda en el cerebro. Veía una papelera llena volando sobre Fray Bentos y al viejo ese tratando de cazarla con una red de cazar mariposas. ¡Qué gente loca!

14- Para Cruzar el Puente

Antes de la madrugada terminó la batahola y Manuel quedó solo, sentado en un banco de la plaza, envuelto en la tela de un pasacalle que se había desprendido de una punta y él a los tirones terminó de desprender para abrigarse. Dejando de lado el frío la noche se mostraba hermosa con una enorme y ovalada luna que vagaba sobre la plaza, de vez en cuando tamizada por vaporosas nubes que poco a poco se iban desflecando.
Manuel había puesto las patas sobre el banco y, envuelto en aquellas tiras de género, parecía una enorme pelota de trapo abitada ahora por una pequeña mente que trataba de abarcar y comprender lo que le venía sucediendo desde que había visto allá en Lagomar, abrirse burbujas de nada en el piso del baño. ¡Había ocurrido todo tan de golpe! El mismo parecía ahora otro. Famoso y hablando cara a cara con un presidente! Esta reciente grandeza, si bien nada le aclaraba le hacía sentir importante y seguro de que, como le pasa a los tipos importantes, a él también tarde o temprano se le abriría la inteligencia y sería capaz de ver todo desde una clarividente altura. Kirchner le había mirado a los ojos y lo había comprendido. Le había hablado como a un igual! Quién lo hubiera dicho! ¿Se habrían enterado en Lagomar? Seguro que le habrían visto por TV y si no en cualquier revista. Se imaginaba entonces llegando a Lagomar y recibiendo el saludo de todo el mundo. Invitación especial para que fuera al club Lagomar, ofrecimientos de trabajo en los mejores jardines, pequeñas reformas, goteras, membranas y arreglos en general. Y la flaca Magda! Si antes ya la tenía loca de amor ahora iba a ser el doble de cariñosa. Le haría aquel arroz con leche que le tenía prometido desde hacía tiempo y se podrían dar el gusto de pasar los bocados de boca a boca como lo habían hecho una vez….Se quedó dormido.
Cuando despertó con las primeras luces del alba ya no estaba solo. El mismo se estaba acompañando sentado en el otro extremo del banco, no era otro, pero igual a él de mugriento y desnudo. Hasta el sucio color del calzoncillo era el mismo! El flaco le estaba observando y al ver que se despertaba…Sos nuestro héroe- le dijo. Pero no eran del todo iguales. El otro tenía puesta una bincha en la cabeza, con la leyenda: “Todos Somos Manuel” Le preguntó qué hacía allí, qué quería hacer. Y el otro le dijo que haría lo mismo que hiciera él.- Yo lo que quiero hacer es volver.-Y yo también, entonces!- reafirmó el doble. Pero tuvieron que callar, porque desde la esquina vieron venir otro flaco de pata en tierra, este con una pluma verde clavada entre los pelos y con los otros mismos atuendos. El primer segundo Manuel lo recibió con críticas. No estaba, según su criterio, suficientemente sucio. -Vení, vení, revolcate aquí en la arena de los juegos!- Pero eso está lleno de soretes de perro-objeto el recién llegado – Por eso mismo, ¡revolcate bien!- Fueron hasta la arena a que el muchacho se hiciera el tratamiento y cuando ya terminaba vieron que estaban rodeados de cinco manueles más, todo en calzoncillos amarillos. Uno de ellos, con pinta de alemancito y la leyenda AGUA LIMPIA, escrita con un dedo que había sacado parte del hollín de su pecho, invitó: Vamos para el puente! Entraron a caminar hacia la otra esquina, dónde les esperaba una combi llena de banderas. Sacaron unas cuantas de ellas, que tiraron en la vereda y entraron justo a tiempo para cerrar la puerta porque el vehículo ya partía raudo y entusiasta como si alguno a bordo supiera hacia dónde o a qué. En el camino, recién fue que quisieron llenar ese vacío con propuestas improvisadas, con planes disparatados que tenían sí en común un punto. Cruzar el puente. Uno decía que deberían cruzar por el agua porque por arriba iba a ser imposible. Otro advertía que el bote de la prefectura uruguaya pasaba cada cuatro horas de ida o de vuelta. Y un tercero se lamentaba de no saber nadar…Manuel se compadeció de si mismo cuando escuchó a este último, él tampoco sabía mucho, sólo a lo perrito y el río era muy ancho. Había que pensar. A pesar de las voces entrecruzadas tenía que pensar….que pensar…que…YA ESTA !- gritó, asustando a toda la comparsa pero logrando callarlos y reunirles a su alrededor, con lo que se confirmaba su sospechada condición de líder. La explicación vino enseguida:-"En la aduana argentina decimos que vamos a hacer una protesta del otro lado y en la uruguaya, decimos que somos uruguayos y que perdimos las ropas y los documentos en una pelotera que se armó aquí y que “miren cómo nos dejaron!” ¡Genial! -Opinaron los otros justo a tiempo porque llegaban a la cabecera del puente. Las puertas se abrieron, las dieciséis patas se apoyaron sobre el hormigón y entraron a caminar con firmeza pero con cuidado de no golpear los talones al mismo tiempo no fuera cosa de dañar la estructura con vibraciones acompasadas.
Pasar la parte argentina fue fácil. Los muchachos estaban con la tele prendida y justo cuando ellos entraron en la pantalla se estaba viendo a Manuel paseado sobre los hombros de medio Gualeguaychú. Salieron de allí enseguida y agrandados de ánimo arremetieron sin más preámbulo contra las puertas de la aduana uruguaya. También aquí los muchachos tenían la tele prendida, cuya pantalla siguiendo con los flashes informativos, mostraba una imagen similar salvo un detalle, a los pies de la imagen de Manuel sobre los hombres se había atravesado ahora un cartel que rezaba: “Uruguayos sucios-Los vamos a reventar”. Un guardia muy armado ocupó el camino de salida ni bien ellos pasaron. Los funcionarios se agolparon contra el mostrador, codo con codo…-Señores…? Era el momento en que Manuel debía ejercer su liderazgo y hablar. –Eehh…-apenas pudo agregar algo con la poca voz que le salía de la garganta- Somos uruguayos- dijo y en ese preciso momento mientras trataba de hilvanar los argumentos contundentes que se había pensado, un pelotudo dentro de los manueles empezó a canturrear: “Somos los Salieri de Charly” y claro, eso lo desconcentró!

13- Kirchner Al Habla !

Cuando se pudo enderezar salió del charco y arrancó a andar rumbo a aquella luminosidad que veía en el horizonte. No fueron más de tres o cuatro quilómetros hasta poder poner la patas sobre el hormigón de Gualeguaychú. Desde aquí el puente no ha de estar muy lejos- pensó. Pero no sabía para qué lado sería así que decidió preguntarle a alguien y para eso siguió dándole a las patas a pesar de sentirse agotado. A poco de continuar vio venir a tres tipos con unos palos y cartones que se acercaban. Cuando quiso preguntarlos por el camino al puente internacional la voz se le quebró y apenas salió de su boca la palabra puente. Sí, vamos para allá -dijeron ellos- venimos de la asamblea y se decidió hacer guardia.-Pero van a pié?- No que a pié, vení vamos allá a la esquina que ahora vienen los de las combis
El nada entendía de asambleas ni de guardias pero se puso contento de poder llegar al puente en auto. Fueron y se pararon en la esquina a esperar y en eso uno reparo en la facha desastrosa que traía y le preguntó la razón de tanta mugre y de que anduviera en bolas y como el empezara la explicación por el punto de origen…Vengo del otro lado-dijo- los otros ni le dejaron continuar pensando en que venía del otro lado del río, de allí nomás y empezaron a hacer pamento con el estado en que había quedado por venir nadando por esas aguas. ¿Los fuiste a espiar?-preguntó uno- Mirá cómo quedó!- exclamó el otro. Y así, siguieron sin darle ocasión a Manuel de aclarar que había querido decir y si poniendo lo que uno se imaginaba sobre lo que el otro interpretaba y llegaron al punto en que Manuel venía a ser una prueba de lo que ellos decían y que aun más, porque se veía por su estado que ya los del otro lado estaban tirando porquerías al río y que tenían que llevarlo a ser revisado por los médicos y los técnicos para que determinaran cuales eran las sustancias tóxicas que le cubrían su piel dándole aquel lamentable aspecto roñoso. En la primera combi que llegó lo cargaron entre grandes vocerío que lograron hacer invertir la dirección del viaje al vehículo y enfilare directamente al hospital mientras los que allí viajaban se comunicaban por celulares con cuanta autoridad podían. Por eso cuando llegaron allá ya se había juntado una multitud de gentes y de medios. Se había formado un cordón de hombres vestidos de verde agua que impedían que el público tocara a Manuel.-CUIDADO ES PELIGROSO- gritaban –ESTÁ COMPLETAMENTE CONTAMINADO- Lo entraron por entre aquel cordón sostenido por varias manos heroicas que aceptaban correr el riesgo y le llevaron hasta un quirófano que terminaban de acondicionar quitando varias luces para dar lugar a más cámaras y micrófonos que en conjunto cubrieron el cielo de Manuel metiéndosele hasta las encías. Por favor, por favor- pedía un medico anciano –tengo que hacerle un raspaje de lengua. No, primero va el exudado de de tímpano! En eso se produjo un nuevo revuelo. ATENCION, ATENCION - Era un megáfono de la policía.- SE DESALOJA LA SALA TENEMOS UN ENLACE DIRECTO CON PRESIDENCIA DE LA REPUBLICA. SOLO PUEDEN QUEDAR LOS CANALES Y LOS MEDICOS DEL HOSPITAL.
En el monitor que quedaba justo encima de Manuel apareció la imagen del escudo argentino por delante de una bandera de gala. Enseguida un pestañeo de la imagen y allí estaba Kirchner mirando desde arriba a Manuel con una sonrisa sincera de amistad o tal vez de burla. Y la imagen comenzaba a hablar! Amigo Manuel- empezó diciendo- primero que nada tengo que felicitarle por su coraje y arrojo, porque con ciudadanos como usted vamos a hAcEr La GrAn PaTrIa ArGeNtInA!!! Dígame amigo, COMPAÑERO MANUEL,¿Qué sintió cuando se arrojó a las aguas de nuestro río…? –Se hizo un silencio al cabo del que tras algunos sacudones, Manuel entendió que debía responder.-Eeehhh…bueno, lo que sentí fue mucho frío y…- CLARO EL FRIO PENSAMIENTO DE AQUEL QUE SABE QUE TIENE UNA MISION EN LA VIDA QUE ES PONERSE AL SERVICIO DE LA PATRIA-…porque con todo esto he perdido mis ropas y…-continuaba Manuel que con los nervios no se había callado mientras hablaba el presidente.-Claro-continuó Kirchner- porque la desnudez de Manuel no recuerda que ante la naturaleza siempre estaremos desnudos y que si la arruinamos así arruinaremos nuestras vidas. VEAN EL ESTADO EN QUE HA QUEDADO NUESTRO COMPATRIOTA- Gracias Manuel, la Argentina te queda agradecida!- Zip, la imagen desapareció, se apagaron los reflectores y ahora la multitud que otra vez invadió el quirófano sacó a Manuel fuera del hospital y a las calles, en andas y rodeado de cánticos y vivas.

martes, junio 27, 2006

12- Camino a Entre Ríos

Manuel se asomaba por sobre la puerta trasera cuando apareció una cabeza por allí abajo. Era la cabeza del camionero quien se fue aparar frente a la puerta y levantó la mirada …justo hacia la cara de Manuel. Lo vio, por supuesto que lo vio y le empezó a gritar –Che, qué hacés ahí? Bajate o llamo un patrullero. Mirá ya lo estoy llamando!-blandía en la derecha un celular-No, no lo llames! Ya me bajo- Mirá que estoy armado! –Y yo no-, contestó tranquilo Manuel.-¿Cómo subiste?-En la comisaría.- Pero ¿cómo?- Adentro de la alfombra, boludo. ¿Vos no te fijás en lo que te cargan?- Y ¿qué hacías dentro de la alfombra?- Trataba de respirar.-No, digo por qué estabas ahí?- Ah eso es largo de contar, pero decime vos, ¿para dónde vas con el camión?-Para Entre Ríos.-Ah, qué bueno. ¿No me llevás?
En eso un auto hizo el mismo desvío que ellos para acercarse al parador que quedaba a unos cuantos metros. Sus faros los iluminaron y el camionero vio el estado de Manuel que recién entonces para él dejaba de ser un poste que hablaba en la oscuridad.-¡Pero estás en bolas! ¿Qué te pasó?- No te digo que es largo de contar. Si me llevas te cuento en el camino.- Bueno, pero yo voy a comer algo ahora, vení conmigo…Bue, así no vengas, yo te traigo. Que querés?- Loco…estoy en bolas, no tengo plata!- Por eso mismo te digo, ¿qué querés?- Un sanguche de milanesa!- Listo. Vení esperame en la cabina.
El hombre no demoró mucho. Manuel recién terminado de acomodar en el asiento y prendida la radio, había buscado y encontrado una posición en la que nada del cuerpo le doliera. Enseguida vio aparecer al camionero-de-fierro con sendos sanguches de milanesa gigantes y una gaseosa de 2 litros. –Apagá la radio –le dijo- ahora me vas a tener que contar esa historia tuya que me parece que…Pero primero comete la milanesa!- Terminar de comer y beber y después bajarse a mear les llevó un rato, al cabo del cual Manuel preguntó si quería la historia contada desde el principio, a lo que el camionero respondió que sí, que desde el principio. Y como Manuel le advirtiera que iba a ser muy largo, él concedió en que desde el principio pero contando sólo lo principal. Manuel contó entonces lo siguiente:
Yo estaba cagando en mi casa y en eso me caí en un agujero redondo que me llevó hasta un quilombo chino donde se estaban cagando a balazos, entonces yo rajé para la puerta de vaivén y vi que del otro lado no había nada, pero igual me tiré y caí enredado con una tira de papel que me arrastró hasta la imprenta que la chupaba y yo me desmayé. Cuando recuperé el conocimiento estaba colgando en un quiosco para la venta y con mi peso reventó el piolín y el hombre se enojó, por eso salí corriendo por Corrientes, así en calzoncillos y me fui refregando con todo el mundo y llegue al obelisco re-chairado pero no me podía quedar así. Como tengo un amigo en Merlo quería preguntar dónde era y crucé a preguntar y una mujer me atropelló y me tiró a la mierda que me tuvieron que llevar al hospital, pero en el hospital dijeron que no tenía nada, que me fuera y me dejara de joder. Entonces les pedí prestado un mameluco y cuando salía un milico me confundió con otro que había robado un uniforme de la morgue y me llevó detenido pero después se dieron cuenta que habían metido la pata y quisieron hacer como que nunca me habían detenido porque el otro, el verdadero chorro ya había sido detenido por otro milico y había confesado. Por eso me sacaron envuelto en la alfombra para que nadie me viera y me tiraron en la caja de tu camión que vos sacaste a los pedos de ahí y después logré desenvolverme y justo vos me descubriste y me convidaste con un sanguche de milanesa y aquí estamos. Ahora, digo yo, si vas para Entre Ríos, seguro que vas a pasar cerca del puente que pasa para Uruguay y entonces, como yo soy de allá me quedaría bien que me tiraras por ahí cerca que yo después hago dedo y vuelvo a mi casa que quiero seguir haciendo lo que estaba haciendo cuando empezó toda esta mierda.
El camionero quedó embobado con la historia a la que aceptó como indudable en todos sus detalles aun los que no había entendido. Es que era un tipo con mucha experiencia en esas cosas. Experiencia adquirida por su oficio, en tantas noches de viajes solitarios con luna o sin ella y encuentros de todo tipo. Según lo que dijo el caso de lo ocurrido a Manuel era uno más de lo que se llama abducción. Esa bola o agujero no era otra cosa que un tipo de trasbordador que usaban para llevar cosas a la nave y que una vez allí, los tipos con su alta tecnología que nosotros ni llegamos a comprender, le abren la cabeza a la gente y gravan en el cerebro recuerdos falsos como eso de los dibujos en la piel. Y por último si lo abandonaron en el centro de Buenos Aires en pelotas era un caso más de los que se dan seguido donde queda en claro que los tipos hacen bromas y chistes que nos resultan extraños pero que ellos seguro que disfrutan mucho.
Manuel no había pensado que toda su historia pudiera ser sólo una broma o un falso recuerdo, algo irreal. Pero ahora dudaba…y también dudaba de la duda. Porque lo que él había visto, lo había visto y…Si se ponía a pensar que lo que veía pudiera ser una broma entonces toda su vida…Y además que él no había visto ninguna nave ni ningún E.T. ni… Y además, y además…Claro, se había olvidado de contarle al amigo camionero que la historia ya había salido publicada en Hora Cero, dibujada por Hugo Pratt! Ahora se lo contó. Mientras el amigo le hablaba de sus rutas y de su Rosario natal, le fue contando de cómo la había visto a la revista en la puerta de Vaivén. Pero el iba diciendo que se llamaba Ernesto y que ahora vivía en la capital.-En la tapa de hora cero estaba el anuncio.-Bueno, que vivir, vivir venía a ser una manera de decir las cosas porque más tiempo se pasaba en aquella cabina manejando, o si no en algún hotelito de mala muerte por cualquier lugar y…¿Cómo que en hora Cero?! No te voy a permitir faltarle el respeto a Hora Cero que no sale hace un montón de años! Que no le iba a decir a él que tenía toda la colección incluido los números extras y todo! ¡Qué vas a salir pibe! Te queda muy grande! ¡Y dibujado por Hugo! ¡Por favor!
Manuel vio que el hombre se estaba poniendo verde y empezaba a supurar un líquido viscoso por todos los agujeros de la piel. Por eso se puso en guardia y en cuanto uno de los tentáculos del monstruo se empezó a acercar a su cogote, abrió la puerta y se tiró a la ruta adoptando la forma premeditada de una pelota que tras pegar contra la esquina de la caja del camión, rebotó lejos, cayendo por suerte sobre el pasto, donde tras varios sordos rebotes se detuvo sobre un charco de agua barrosa.

lunes, junio 26, 2006

11- El nunca estuvo aquí!

Cuando vio que Manuel temblaba agarrado del sillón, el milico se rió. No tengas miedo-le dijo- te vamos a sacar vivo de aquí.- ¿Vivo? ¿A dónde me van a llevar?- Ah, eso es otra cosa. Ya te vas a enterar… Quedaron todos callados, con fea cara, como disgustados. A nadie le gusta tener que hacer aquello con lo que sus principios están reñidos y ellos debían pensar. Y pensar rápidamente en cómo sacarlo de allí sin que nadie lo viera. LA ALFOMBRA!! –gritó de pronto el flaco-oficinesco-con-cara-de-saber-escribir.- Lo envolvemos en la alfombra y lo sacamos! La orden es que nadie se entere de que lo sacamos. EL NUNCA ESTUVO AQUÍ.- Bajó la voz casi hasta un cuchicheo y continuo:- Tenemos que arrancar la página del libro de entradas y escribirla de nuevo sin que figure el..- Y volviendo al volumen normal terminó: Ah, tenemos que avisarle a Ronzalito que le salió un traslado para el Chaco…! Bueno, manos a la obra- Corrieron los muebles hasta que no pisaran la alfombra y trajeron a Manuel hasta una punta. Uno lo agarró de los tobillos y el otro lo empujo para que cayera sobre la alfombra. Quedó justo. Enseguida, entre los dos, lo hicieron rodar con alfombra y todo. Quedó por fuera como un gran canelón peludito. Y frente a Manuel una góndola veneciana con condotiero y todo, ahumada de tierra y cenizas de cigarrillos. ¡O uedo esfirar!¡O uedo esfirar!- No hagas ruido, ya salimos. en cuanto lleguemos al camión vas a poder respirar de nuevo!- Le consoló uno, sin saber si eso iba a ser cierto. Sólo para que Manuel no jodiera. El supo que se ponían en movimiento y avanzaban porque aquello tomó ritmo de camello a los tropezones. Cuando cruzaban la puerta sintió el golpe del marco y cuando doblaban en el pasillo la alfombra hizo una arruga interna que le vino a apretar directamente en los huevos. Cuando se detuvieron por el camino, vaya a saber por qué, lo supo porque el rollo fue parado de punta en el suelo y a él le vino toda la sangre a la cabeza. Cuando por fin llegaron a la calle lo supo por el hilito de aire frío que cosquilleo la planta de sus patas. Se detuvieron allí. Consideraban la posibilidad de que uno subiera al camión a destrabar la puerta para bajarla y subir el bulto a la caja…No, no daba el tiempo, así que…a la una a las dos y…tiraron el rollo de alfombra y bum! Cayó toda…toda la tierra de la parte interna de la alfombra en la cara de Manuel que, con la boca llena de esa tierra trató de mantener el ritmo respiratorio sin toser….y para eso era urgente eliminar de allí toda la tierra posible y lo hizo…tragándola! Era lo único posible al menos por el momento. Pero el camión ya se ponía en marcha y…¡Que salada era la tierra de las comisarías! Se dio cuenta de que el único movimiento que le quedaba era el del conjunto del rollo. Girar hacia los lados. Podía saber así cual era el espacio de que disponía…A ver. Así, un giro…y do, do, doooos! ¡Pum! había chocado con algo. Pero para que podría servir hacer eso? El rollo no se iba a aflojar por muchas vueltas…a menos que pudiera trabar el borde y …Donde estaría el borde de la puta alfombra? Enseguida lo supo porque recordó que justo antes de chocar, en la segunda vuelta había habido como un pequeño cuestaabajo. A ver? Sí, aquí estaba! Giró con cuidado hasta tener el bendito borde a su costado y entonces…- ¡Y el hijodeputa lo logró! Aunque no me puedan creer, lo logró! ¡Las calculó todas! ¡Las craneó todas y lo logró! Apoyo el borde contra el piso e hizo un salto proyectando el culo bruscamente del lado del piso y estando una fracción de tiempo en el aire hizo bruscamente un giro en el aire que desenrolló un poquito el rollo antes de caer junto al borde otra vez, pero con el rollo más suelto. Después fue repitiendo la operación y a cada vez hacía fuerza con brazos y piernas hacia fuera tratando de ensanchar aquella trampa. Tardó más de media hora en lograr los primeros resultados y apenas en un cuarto más el rollo se deshacía por completo. Claro que para entonces Manuel ya había agotado toda su energía vital en sudores, calores y asfixias! sin embargo aun pudo salir de debajo de aquel pelmazo e inhalar una ventolera de aire que si bien le mareó, también le salvó la vida.
A todo eso el camión marchaba velozmente por una carretera suburbana. Una pelotuda carretera que parecía tan ancha como larga. Pudo apreciarlo porque la lona trasera se levantaba con el viento. ¿Hacia dónde irían? –pensó Manuel sin detenerse demasiado en su propia pregunta ni otra cosa porque en contacto con el aire el cuerpo le había empezado a picar horriblemente y él a comprobar que no era fácil sacarse la tierra nueva que se la había pegado en el sudor. Aquello ya era una costra! Pero tampoco en esto se pudo entretener mucho porque enseguida percibió que la velocidad del bólido disminuía. ¡El camión se había desviado y estaba parando!
¿Saltaría Manuel del camión y se perdería de vista? ¿Esperaría a tener una conversación con el conductor? ¿Se mantendría escondido allí hasta llegar a un destino más promisorio que aquel oscuro descampado? Todas esas preguntas resonaban en su mente con copia a su corazón que también y más oscuramente palpitaba en su pecho anhelando un poco de calma, una nada de dinero y un montón muy grande de amor. Como todo el mundo.

viernes, junio 23, 2006

10- Manuel mastica algo

Lo primero que hizo Manuel fue recorrer el cuartito donde lo habían dejado, otra vez en calzoncillos, haciendo esfuerzos para adaptar la vista a la penumbra y la nariz al fuerte olor a orín de gato. Era una pieza pequeña, no propiamente una celda o calabozo. La poca luz que entraba venía de arriba, de una banderola que, como no habían muebles ni algún otro objeto, era de todos modos inaccesible. Tres pasos largos por dos cortos. Apenas daba para estirarse en el suelo. Eso comprobó Manuel antes de sentarse contra la pared, de frente a la puerta, con la esperanza de que ésta se abriera y viniese alguien a decir que todo no había sido más que un error. Que en realidad lo suyo no alcanzaba a ser un delito y que quedaba en libertad. Ese pensamiento le trajo la suficiente calma como para poder descansar la cabeza sobre las rodillas, observar compadecido el lamentable estado de sus patas y poco a poco quedar dormido.
Lo despertó un fuerte retorcijón del estómago que le recordaba que existía una buena cosa que se llama comida y que él tenía mucha necesidad de ella. Se levantó y fue hasta la mirilla de la puerta a gritar su hambre. Los gritos hicieron eco por largos y vacíos pasillos, muriendo poco a poco sin respuesta y él volvió a su rincón a arrollarse ahora también con frío. En eso estaba, diciéndose NO TENGO HAMBRE, NO TENGO FRIO, cuando sintió que por el pasillo avanzaban un par de voces y el doble se zapatos.”Sí, ha de ser él.” “Ha de ser…” Repetían. Los ruidos se detuvieron frente a la puerta y por la mirilla asomaron un par de ojos de losa, sanguinolentos y apáticos. Una voz preguntó:
--¿Vos sos Manuel?
 --Sí, Manuel.
--¿Usas calzoncillos amarillos?
-- Sí, amarillos, aunque…
--¡Es él…! Hay una persona en el teléfono para vos.
-- En el teléfono?-
Abrieron la puerta. --¡Vamos!-- Lo llevaron otra vez a la entrada, pero una vez ahí le introdujeron por un hueco debajo de la escalera hasta una oficina donde habían varios monos y dos milicos bigotudos que se estaban alisando los dichos bigotes en tiempos desacompasados. Uno de ellos hizo señas al flaco-oficinista que tendía un tubo hacia Manuel. Pará, hay que advertirle que…Mirá, Manuel que te vamos a dejar hablar pero no digas ninguna pavada, estamos? ¿Pavada?- Preguntó Manuel pero el otro hizo tales aspavientos que entendió que debía callarse y tomar el tubo.- Hola, hola. No hay nadie…! De pronto sonó en el aparato una voz importante:
--¿ES USTED MANUEL?
– Sí, por qué me lo pregunta?
--POR NADA, USA USTED CALZONCILLOS AMARILLOS?
-- Sí, señor, los que me regaló la…
-LE VOY A PASAR CON UNA PERSONA QUE LE VA A HACER UNAS PREGUNTAS MUY IMPORTANTES-
(Ahora Apareció otra voz)
–Hola, hablo con Manuel?
- Sí, van como veinte veces que me preguntan lo mismo!
- Por favor, contésteme sólo sí o no.
 –Si o no.
-- No cuando le pregunte, digo.
-- Bueno, pregunte entonces..
.-Quiero que me diga cómo llegó hasta aquí.
-- No puedo.
-- ¿Alguien le impide responder?
-- No, no puedo contestar a eso con un sí o con un no.
-- Esta bien! Conteste como quiera.
-- Bueno hasta aquí me trajeron.
-- Lo trajeron, ¿de qué modo lo trajeron?
-- Detenido, fue ese que le dicen Gonzalito el Yoruba el que me detuvo por…ruidos molestos, o algo así.
-- ¡No! Le pregunto cómo llegó a la Argentina.
-- Ah eso es más fácil. Me arrastró una tira de papel cuando por disparar de la balacera me tiré al vacío por no poder aguantar más la línea que me estaba cortando las patas…
--Ah sí? Y dígame, ¿Dónde leyó esa historia, en Hora Cero?
--No que voy a leer.
--Pero usted lee revistas, no es así?
-- Sí leo cuando voy al baño porque la…
- Bueno entonces le voy a hacer una última pregunta sobre algo que no salió publicado. Escúcheme…¿Qué estaba haciendo antes de caerse en el agujero redondo?
-- Mire, aunque aquí me han advertido de que no hablara pavadas, la verdad es que yo estaba tranquilamente cagando cuando…
-- ¡ES EL, LO ENCONTRAMOS!-
La voz retumbó por quilómetros de cables coaxiales, rebotó en millones de bornes y de chipes y auriculares clandestinos y subió y bajó mil veces a la antenas de los satélites y las cajas negras y los mercados negros y se enteraron de pronto muchas gentes que nada querían saber con tales cosas y fue borrada de los archivos aleatorios y regravada por porfiados agentes de la KGV y publicada en varios blogs de creciente difusión y…
Todos los teléfonos de la oficina comenzaron a sonar sus solapados timbres con una vehemencia desacostumbrada, haciendo saltar sobre sus talones a los dos bigotudos que como par de gemelos a cuerda estiraron sus brazos, demasiado largos o demasiado torpes para tales oficios, para tomar cada uno el tubo más lejano y enredar los cables y mostrar sus pulseras de oro y sus relojes Rolex y sus anillos hundidos entre la carne tierna y pálida y perfumada de aromas exóticos y… -Sí, señor! Sí, señor. Así se hará, señor. Cómo no señor. Afirmativo, señor!- Colgaron mal ambos tubos y pálidos y reducidos a un montón se trapos sin contenido, respiraron. –INFFLAAAHH! –Y se fueron hinchando otra vez hasta casi el tamaño anterior, para entonces sí articular las palabras que instrumentaban el plan de acción de emergencia mientras ellos salían en procura de instrumentos tácticos. –Vamos a buscar el transporte adecuado. Delen algo de comer y hasta nuevo aviso, QUE NO SALGA DE ESTA PIEZA Y QUE NADIE LO VEA. –En seguida se atropellaron al unísono en la puerta y desparecieron por el pasillo dejando atrás sólo el ruido desacompasado de los tacos.
-Yo tengo hambre y sed.- Aprovechó Manuel a decir antes que las órdenes fueran olvidadas. Pero las órdenes no habían sido olvidadas, todo lo contrario porque desde la puerta baja que había debajo de la biblioteca llena de copas de campeonatos de tiro, apareció otro miliquito más petiso con un refuerzo de mortadela en una mano y un vaso de agua en la otra. Manuel casi le muerde los dedos cuando el petiso le alcanzó esas vitales cosas, pero después que tuvo un buen mordisco en la boca se tranquilizo bastante y se fue a masticar sentado en una silla giratoria de las de atrás del escritorio. Desde allí pregunto si los cosos esos tardarían en volver, pregunta que pareció no gustar a los otros miliquitos que enseguida le corrigieron:-Un poco más de respeto que esos no son “cosos” .Son los subcomisarios de Investigaciones Inteligentes, Fernández y Gadea en cuyas manos está tu vida y…-El milico miró a Manuel casi con humana clemencia y concluyó:- Tu vida…- En eso sonó el teléfono gris –el del timbre más estridente- y el milico se interrumpió para adoptar la posición de firmes al levantar el tuvo y contestar.-Sí, aquí oficial de segunda Aureliano Silveira, con quién hablo? Ah, Si señor. Enseguida señor. Como no, señor, encapuchado, comprendo. Así se hará, señor. Cómo, que encapuchado no? Y entonces… Disfrazado, no, tampoco. En un cajón o.. Bueno como no, nosotros nos encargamos. En cinco minutos afuera, entendido, señor.

lunes, junio 19, 2006

9 - Manuel consigue ropa.

Cuando los dos enfermeros peso montaña lo agarraron para sacarlo, Manuel pidió calma. Dijo que no estaba en su voluntad y menos en sus costumbres ponerse violento. Ellos le siguieron llevando. Entonces, humildemente, muchachos que no le entendieran mal. Ellos seguían. Por fin: Che loco, no somo amigo, vo? Pero nada, los tipos seguían sin darle bola por aquel pasillo feo que lo iban llevando. Pero, de golpe, las palabras amistosas parecieron llegar al corazón de aquellos gurkas y sin mediar palabra tomaron por un desvío del costado que daba a una escalera por la que bajaron dos tramos hasta llegar a un espacio más feo y menos iluminado que sólo mostraba luz allá en el fondo del costado. Allí fue que le bajaron de la upa y le dejaron pata en suelo para retirarse sin despedida. El lugar estaba lleno de recovecos oscuros que Manuel comenzó a revisar por ver si encontraba algo que le sirviera. Pero enseguida, por lo que tocaba y especialmente por el fuerte olor, conoció que aquello no era más que la morgue. ¡Qué mierda! Y se fue a buscar por el lado de la luz que había visto y que se veía otra vez al fondo de aquellos espacios que parecían una entrada para vehículos que venía de la calle que allá en el fondo mostraba autos que pasaban. Por allí andando la suerte le acompañó porque se topó con un carromato lleno de cosas y encima varias prendas amarillas que adivinó uniformes y que eran de una tela dura como encerada. Ni lo dudó. Agarró un juego de casaca y pantalón y se los puso. Bien que tenían muy feo olor y no eran por cierto de su talle, ahora estaba equipado para tomar el camino de la calle y la libertad! Recién cuando llegó a la calle se dio cuenta que las manchas que había visto no eran otra cosa que chorretes de sangre seca que tenía aquella ropa por todos lados, pero siguió caminando como pudo haciendo ruido con los pliegues y con los brazos separados del cuerpo como un espantapájaros. Suerte que los pantalones eran tan anchos que le tapaban las patas! Enseguida tuvo que doblar en una cortada a media cuadra porque por allá adelante andaba un milico gordo y él nada quería saber de enfrentamientos con la ley. Pero el milico empezó a tocar pito, que era un milico de los que tienen pito y a veces lo tocan. El apuraba el paso y el milico lo seguía…Y claro, lo alcanzó porque Manuel entendió que era imposible correr con todo aquello encima.¿Por qué lo tendría que venir a joder el milico de mierda ese, si él no había hecho nada, ni andar a contramano ni violar menores. qué también! Entonces el milico lo empezó a chamullar, con algunas preguntas boludas que enseguida se fueron al tema de la ropa que vestía. Quería saber la autoridad por qué él andaba así todo chorreado de sangre ( el cana ya se había apiolado) y él pensó en versearle que se había caído de un camión de reparto de carne pero,…Pudo más su orgullo y le retrucó que aquellas eran sus ropas de salir los sábados por la noche y si no le gustaban acaso? ¿Desacato? No, que desacato. A él no se le antojaba desacatarse, así que no se iba a desacatar, ta? ¿Sos uruguayo vos? –le preguntó al pique el cana. Y el- Si, uruguayo. Y el milico también. Ah, mirá, uruguayo y policía? Sí, que le vas a hacer, pero hermano, decime, por qué andas disfrazado así de Freddy Krugger? Manuel le dijo que aquello no era ningún disfraz de nada, pero como vio la mirada incrédula del otro decidió cambiar la línea. Bueno, para decir la verdad… Mirá es una larga historia que empezó allá en Lagomar Norte cuando me raptaron…¿Te raptaron…? Sí y me llevaron a un quilombo en…yo qué sé dónde y como allí se armó una balacera yo…Pará, pará, -casi le grito el milico.- me estás cagando otra vez! O sos chiflado o te haz dado con algo! No, hermano, escuchame, me raptaron sí, y después de un montón de cosas terminé cayendo en un quiosco de aquí cerca que…¿Trabajás en un quiosco? No, me trajeron cuando estaba inconsciente después de pasar por entre los dos cilindros y salir con las historietas, entonces me colgaron con las demás…¿Te colgaron? Sí me colgaron de un piolín, pero el piolín se reventó. ¡Basta! ¡Basta! Vamos pa la doce. Desacato y disfraz no autorizado. No hermano, es que si me saco esto ¡quedo en bolas y en patas! No podía andar así por Buenos Aires. ¿Así que la ropa no es tuya, eh? De donde la robaste? La autoridad tras hábil interrogatorio, pasando de una cosa a otra fue obteniendo las confesiones y las pruebas del delito. Ayudó un poco que las prendas tuvieran pintado un letrero a la altura del pecho, la casaca, y del culo el pantalón, con letra cuerpo 24. Hospital de Niños -sección Morgue- Todo listo.
Entra uno. Nombre: Julián. Apellido: Ah, apellido…y según…Cómo según? Y esas cosas…Le tiraron en un calabozo frío y húmedo como todo calabozo, con cargos de apropiación de vestimenta sucia de establecimiento público agravado con ser vestimenta de tipo uniforme con lo que se presume usurpación de funciones. Con más agravantes por polución ambiental en el grado de olores fétidos en la vía pública y deambulación incierta por parte de indocumentado que se dice oriental. Por la mirilla de la puerta se asomó el cana uruguayo para consolarle. Manuel debía tener en cuenta que la había sacado barata gracias a él, Gonzalito el yoruba. Porque la ley es la ley y en eso siempre hay que ir al pié del que manda. Manuel de Gonzalito y Gonzalito del que tiene arriba. Pero que él, Gonzalito había sido quién discutiera con el escribiente para que constara que los bienes hurtados lo habían sido de un establecimiento público. Que si se entendía que lo eran de uno privado sí que se la iba a comer doblada. Porque eso ya hubiera sido ataque a las instituciones.

8 - No Quiere el Alta

Manuel trata de evitar el alta

No sólo le estaba metiendo ojo a su entrepierna sino que ahora le iba acercando el dedo índice muy derecho para el mismo lugar. Extraño parecía, porque qué podría tener que hacer un dedo en sus pelotas, o…? ¡Pero se detuvo! El dedo, se detuvo, pero la cabeza del tipo se seguía acercando hasta que para Manuel, desde su perspectiva horizontal, ya no era más que una parva de pelos, metida allá, justo. El por ahora no sentía nada a no ser unos cuchicheos que parecían venir de allí. ¿Estaría el tipo hablándole a sus pelotas? No, y Manuel todavía nada podía hacer, de nada le podía acusar mientras no hubiera algún contacto carnal o labial, que escapara a todo el protocolo terapéutico, así que… Pero ahora se volvía a levantar la cabeza y se venía para arriba sobrevolando su tórax y volviéndose la situación bastante más normal en lo que debe ser la relación médico-paciente…O médico medio loco-paciente porque ahora quedaba mirándole a las risas y parecía que los labios se le estaban hinchando como a las embarazadas. Ah, este era UN SICÓPATA MEDICO FALSO DISFRASADO que lo miraba embelezado, derretido marica, a los ojos y ruborizado como adolescente en celo…¡Mierda! Si lo único que tenía que hacer era examinarlo y si acaso darle el alta y chau y no venir a derretirse encima de su cuerpo desnudo y babearle el pecho con las babas que se le caen! Pero hubo de pronto un tic y un carraspeo y el tipo volvió entonces a ser el médico de antes que ahora, con una profunda voz profesional le estaba diciendo algo. Diciéndole que no encontraron ningún hueso roto, que cada cosa estaba en su lugar y funcionando y que si sentía dolores eso no era de extrañar después de tal golpazo y que se le iban a ir solos. Agregó entonces el tipo que le dejaría por unas horas más y que si al cabo no aparecía ninguna complicación le darían el alta. –Manuel, Manuel- le dijo una voz- MANUEL HAY QUE GANAR TIEMPO TODAVIA ALTA NO, NO ESTAMOS PREPARADOS- Ay! –gritó entonces Manuel con todas sus fuerzas mientras su cuerpo se levantaba por el medio formando un arco de triunfo, apoyado en los talones y la nuca en precipitado ataque de dolor en la columna que le estaba acuchillando por rotura brusca de la médula con pronóstico de parálisis general progresiva e irreversible para nunca jamás. El medico preguntó qué le pasaba, y Manuel sólo ay ay ay le miraba de reojo para ver si le veía las manos que bajo el arco estaban señalando desesperadas el lugar y centro de su desgracia. Por fin el tipo se avivó y se iba ya agachando para ver, que nada iba a ver por supuesto porque sabido es que el dolor ajeno no se ve, cuando Manuel separa el brazo del lugar y el tipo descubre el hueco del sobaco de Manuel y…se taró otra vez! Se fue al carajo, vuelto a la sonrisa adolescente puberosa y babeante, en vez de examinar la zona dorsal baja, cintura trasera digamos, se desvía hacia la axila y allí, casi rozando con la nariz los pelos del sobaco, se queda y empieza otra vez con los cuchicheos. Pero claro, a Manuel, que en su esfuerza actoral se le había ido la mano con la tensión de los músculos para lograr tan incómoda posición, se le empezaron a…Ah, y la puta que le venía! Que le estaba por venir un…Y le vino nomás el calambre en esos músculos de los cachetes del culo y en los de la pierna del mismo lado…! Tuvo que abandonar el arco de triunfo y tirarse de costado para agarrase la pierna, justo en el momento en que el tipo decía como un idiota “Es Misterix” y llegaba el rodillazo de Manuel a sus costillas y lo largaba contra la otra cama. Manuel se hizo un ovillo de dolor olvidando el consejo de estirar los miembros anudados. Y desde el dolor fue que escucho las palabras del médico que se incorporaba ahora con bruta cara de culo, quien le conminaba a abandonar aquella cama que se necesitaba para otro paciente más importante. Por supuesto, Manuel protestó la decisión, alegando que no tenía ropas para salir a la calle, que el hospital debería hacerse cargo del problema porque habían sido los enfermeros quienes desecharan sus ropas en el lugar del accidente por el motivo evidente de salvar la entereza de su cuerpo que era lo más importante. El médico sólo dijo pscht y se retiró.

7 - La Entrepierna de Manuel

Manuel sabía que no, que no tenía quebrada la columna y el resto…, aunque todo le doliera, estaba cada parte más o menos en su lugar, pero dejaba hacer a la enfermera y aceptaba de buena gana que a cada momento le pusiera en la jeta la máscara de oxigeno. Total todo servía, un poco de oxigeno o lo que fuera para aplacar el hambre que le había entrado con el shock. Iba en el ambulancia sirena al viento y patas fuera de la sábana atravesando Buenos Aires, capital, lo que no era poca cosa. Allá en Lagomar Norte ni se podrían imaginar en las que andaba el tipo, pero el tipo tenía que aprovechar todas y mientras tanto ver cual era la mejor. Por lo pronto ya había dejado de ser un tipo en calzoncillos, porque ahora era un herido, un accidentado, producto del endiablado trancito de esta megalópolis que exporta imágenes por el mundo, incluso de sus choques y los reventados en ellos…Pero no era momento para delirios. Habían llegado y lo estaban sacando con camilla y todo y poniendo sobre una especie de carrito que…Era el Hospital de Niños. ¿Porqué el hospital de niños si…? Pero era el Hospital de Niños como cualquier porteño hubiera podido atestiguarlo. Manuel no, que no tenía ni la más puta idea de cual era el hospital de niños ni nunca en su puta vida lo había sentido nombrar. Y lo estaban entrando no por dónde se supone sino por la entrada principal y entonces sí que Manuel casi se quiebra las vértebras del cogote girando la cabeza desde su camilla móvil, tratando de ver en el quiosco de la entrada si tenían allí colgadas las Hora Cero nuevas con sus aventuras anunciadas en la tapa. No pudo ver, pero ya habría tiempo de afanar otro ejemplar a cambio del que tuvo que tirar por razones de seguridad, en el vacío. Allí lo metieron como por un tubo y lo dejaron en una cama de una sala con el verso de que enseguida iba a venir un médico a revisarle…Si serían giles! Pero vino nomás el tipo y lo primero que hizo fue sacarle la sábana de encima y mirarle el pecho y abrir los dedos de la mano que venía acercando para esa parte de Manuel mientras Manuel le miraba a los ojos pidiéndole con la mirada que no le fuera apretar mucho porque…Pero en ese momento la mirada del doctor se desvió del pecho y se fue para abajo, para el lado de la ingle y los dedos también que se fueron metiendo entre su piernas y…¡El tipo le miraba algo entre las piernas!

6 - Impacto Frente al Trujo Yero

Cuando llegó al obelisco, cansado y con las patas que le prendían fuego ya estaba en bolas otra vez, porque había perdido casi todas las historias contra la gente que había venido chocando y rozando por todo el cuesta abajo. Con todo, le restaban pedazos bastante legibles. Entre las piernas quedaba algo de Ticonderoga y en los sobacos, de un lado La Pequeña Lulú y del otro Misterix. Pero lo que era Manuel como ejemplar de homínido viviente y palpitante, había quedado asquerosamente sucio por la mezcla de las tintas corridas y los sudores resbalados…Se sentó en el murete que rodea el obelisco y se dijo: Tranquilo, Manuel, tranquilo. Total, aunque no tengas documentos, es como si fueras argentino. Nadie se va a dar cuenta.-El tipo no tenía ni documentos ni nada y por el otro lado del circunspodio ese andaba un milico vigilante con el palito revoleando que, por ahora no estaba viendo a ese sujeto atorrante en calzoncillos frente al obelisco que viene a ser el símbolo de…la patria!- Lo que pensaba Manuel, en su inocencia, era que tenía que llegar hasta Merlo, a la casa del Felipe. Pero claro…¿Dónde mierda sería Merlo? Pa qué lado tendría que caminar? Bue, sería cuestión de preguntar que preg…Ah, preguntando así en calzoncillos y con esta mugre…-Iba a ser brava. Lo comprendió, lo sopesó, pero al fin supo que no quedaba otra, que la suerte estaba echada y que debía afrontar lo que viniera. Así que eligió la dirección hacia la que se veía más gente y se lanzó a cruzar la avenida…Corrientes como quien va para el Trujo…y bumm!!! Lo reventó un auto que venía y no se vieron. Es decir que lo chocó y tiró rodando hasta que quedó en medio de la calzada con las patas descalzas a la vista y los brazos abiertos como para la cruz. Pero nadie le socorría porque por ahí tenía un hueso roto o…la columna, que en ese caso…

5 - El Piolín Revienta

Seguro que después de eso paso mucho tiempo, o tal vez no tanto porque cuando Manuel recobró el conocimiento, la tinta de las historietas que le habían impreso por todo el cuerpo todavía no se había secado. El colgaba de unos piolines al costado de un quiosco de revistas. Es decir, la revista en que él se había transformado colgaba de un piolín que iba cediendo por momentos a medida que el recobraba la conciencia y la memoria y por ende aumentaba de peso. Se iba poniendo más rellenito, sin llegar a gordo eh? Al final el piolín terminó de ceder y Manuel quedó por fin de pata en el suelo. Aquello parecía Buenos Aires, aunque un poco raro. Y bue,-pensó él- si estoy en Baires, estoy salvado. Se soltó del piolín que se le había enredado en el dedo gordo y se fue observando todo. Era una estampa! Se rió con ganas, porque Manuel siempre fue un tipo así, sensacional que supo adaptarse a los avatares de la vida. Y entonces le daba gracia el tipo ese que era él, pero además le reconfortaba bastante su nueva facha porque comprendió que ya no estaba más desnudo. Las tiras impresas le estaban cubriendo todo el cuerpo con Tom Mix, Mafalda y El Príncipe Valiente, por mencionar nada más las primeras que pudo reconocer. Incluso estaban sobre la cálida tela de su pobre slip amarillo que le compró la Magda. Pero en eso el tipo del quiosco sale,( porque seguro que sintió el tirón de los piolines) y como no vio a otro lo agarro…bueno, lo quiso agarrar por la solapa o camisa o lo que fuera, claro que del cuero no quiso agarrarlo, que era justamente lo único que Manuel tenía a la vista aparte de las tiras impresas. Si el tipo hubiera sido un poco más bruto, capaz que lo logra agarrar nomás del cuero del cogote, pero claro…! Manuel entró a correr y dobló en la primera esquina entrando a Corrientes rumbo al obelisco! Perdiendo tinta y levantando un vocerío entre la gente que andaba, tal vez era que gritaban por glorificar su azaña publicitaria para alguna revista o tal vez porque Manuel chocaba gente y a los que chocaba les dejaba estampada una tira cómica al revés y con las letras marcha atrás.

4 - De la Nada a los Rodillos

Fue como un salto de ballet en calzoncillos el que dio Manuel hacia aquella lámina de nada que atravesó en un suspiro. Porque era tan finita que casi ni sintió cosquillas en los pelos de las patas que fue lo que puso por delante, cosa de caer parado o si acaso rebotar con una parte más dura que la nariz y el resto de la jeta. Aquello no tuvo ni color ni oscuridad, y por suerte tampoco grosor. Pero cuando estuvo del otro lado, Manuel sintió que se le acababa el mundo, no porque él se hubiera transformado en nada, sino porque del otro lado nada se veía y en cambio sintió que le habían sacado todo apoyo y caía a una velocidad creciente para abajo…o para cualquier lado porque como por allí no veía nada, no podía hacer comparaciones como para saber para qué lado se estaba yendo a la mierda. –Claro,- pensó Manuel mientras caía.-La cortinita era como un cartel que anunciaba lo que había del otro lado!- Pero ni se le ocurrió que la cortinita fuera una nada de sólo dos dimensiones y que esta de ahora fuera la verdadera nada de tres, porque allí habían cosas como aire y el espacio mismo y dentro del espacio estaba él que venía a ser una demostración palpable de que allí habían cosas, por extrañas que pudieran parecer. Pero en realidad..No. No era que lo rodeara siquiera la nada. El no estaba cayendo sino que era arrastrado por una banda sin color, pero ancha y muy larga que…Era una banda de papel que lo llevaba a toda velocidad tal vez chupada por alguna bobina giratoria como las de las rotativas..La puta, Sí. Allá abajo veía el puto par de cilindros que giraban y chupaban el papel y más allá veía cómo la banda iba saliendo impresa. Claro todo aquello era una imprenta y el iba derecho a los…

3 - La Puerta de Vaivén

Cuando Manuel volvió a atravesar la puerta de vaivén quedó parado justo en la línea que era lo último. Para adelante no había más nada. Pero nada, nada ¡Nada! Mirá si daba un paso más! Aquello era como mirarse uno mismo a los ojos. Le corrió un frío por el cuerpo de sólo pensar en que podría haber dado ese mal paso y pffffit…Pero no lo había dado y allí seguía estando, apenas haciendo un precario equilibrio sobre esa línea, porque retroceder significaba progresar hacia la balacera…¿Y no era eso lo que queríamos, verdad? Era fácil de ver que entre las balas y la nada uno siempre va a preferir la nada, las balas, la…¡Pero, por qué mierda no hay nada en este lugar! – gritó. Y siguió diciendo, ahora ya más bajo como en una especie de rezongo, lamento quejumbroso y casi lloroso: -Habiendo tantas cosas por todos lados amontonadas y a veces molestando en el camino…- En ese momento desde sus espaldas apareció un señor medio gordito y bastante mal educado que a la voz de “Permiso, permiso, eh don, no se me quede en el camino, no ve que molesta!?” y un fuerte empujón a Manuel, se zambullo en la nada desapareciendo pero dejando ver a Manuel, en medio de sus estertores de pánico, una especie de tajitos o hendiduras que se formaron en la nada para arriba y para abajo, cuando pasaron por ella los miembros y la cabeza del gordito. Y pensó. Sí Manuel pensó, haciendo oídos sordos a las risas y las burlas, que cómo podía ser que la nada se rajara y dejara pasar tranquilamente a ese gordo pelotudo para el otro lado. ¡¿Otro lado?! La nada no podía tener otro lado! Así que esa no era la nada! Y el podía salir de arriba de esa puta línea que le estaba cortando las patas…Tiró primero la Hora Cero y como vio que no pasaba nada raro, agarró y se tiró él.

2 - Manuel en Hora Cero !

PARA MANUEL la idea salvadora fue pensar que si por la puerta había entrado en la pelota (porque había visto la puerta de vaivén que la pelota chocó), entonces por allí mismo podría rajar antes que alguna de las balas le terminara dando en sus propias pelotas. Giró entonces y se empezó a escurrir para ese lado, dejando al descubierto el triste culo flaco (o era gordo?) para el lado del público. –Indecente- Pero se corría a pasitos cortitos sobre sus patas descalzas que iban pisando una especie de arena que había en el piso –A PASITOS CORTITOS VAS A PISAR MÁS ARENA, BOLUDO ¡! –dijo dentro de su cráneo semi-abandonado la voz de alguien, de algún otro, que la de Manuel…difícil! Por eso alargó los pasos todo lo que pudo, con lo que pasó de los saltitos de culito apretado a las zancadas a más pierna no poder, sin con ello mejorar la pobre imagen trasera que daba, porque el tipo sólo se tapaba adelante por si las balas o la vergüenza…Pero, no. No llegaba a ser porno. ¡No señor! Porque Manuel nunca se había sacado los calzoncillos aunque un poco se le resbalaban hasta mostrar la comisura de los labios. Pero igual iba llegando a la famosa puerta de vaivén que ahora, al acercarse veía que tenía clavada con tachuelas, a la altura de los ojos…¿Qué cosa tenía que fuera tan importante para interrumpir la huida que ya casi va logrando de la balacera que se armó entre los filipinos y la puta que los parió! Qué otra cosa iba ser sino el último ejemplar de Hora Cero que anunciaba en la tapa la nueva historieta que comenzaba hoy de las aventuras de Manuel! Y DIBUJADAS POR HUGO PRATT ¡! ¿A ver? A ver-se dijo Manuel, mientras se acercaba a la revista, -pero cómo? entonces ese vengo a ser yo! No! Pero qué pinta de pe-lo-tu-do….! Y bue…-Lo que hizo fue robarse la la revista de un tirón y cruzar por fin la puerta. Pero no fue un verdadero robo porque ese era un número atrasado.

1. Las Patas de Manuel


Los patas de Manuel apoyaban sus dedos abiertos sobre las baldosas como si estuvieran soportando un peso, que no. No soportaban nada más que el peso propio de las piernas y un poco más, por los codos que soportaban las manos y… Por otra parte el culo de Manuel –apenas más pesado que las bolas- ahora descansaba sobre el water, así que sus patas no tenían por qué estar haciendo fuerza. Manuel estaba cagando. Definitivamente estaba cagando.
El pié derecho hacía algo empero. Soportaba los intentos repetidos de la puerta por abrirse. No había manera de cerrarla, y para evitar que los pedos se sintieran desde afuera, era necesario mantenerla entornada, así con la pata. Claro que esas eran cosas a la que le había acostumbrado la Magda, porque a ella le molestaban siempre los pedos, a no ser que fueran tirados en la cama mientras cogían. Pero ese día no estaba la flaca ni habían visitas así que…
Pasó la página de la revista de mierda que había agarrado del canastito, que había la Magda puesto en el rincón por la cuestión cultural, y continuó mirando los dibujos sin importarle que seguía sin entender quién carajo era el tipo ese con aspecto de poli, de los de gabardina y solapa, que de a ratos más bien parecía periodista, o gangster que pudiera estar de espía en el tugurio aquel lleno de humo y filipinos y marines del brazo con muchachas cariñosas. En el cuadrito de al lado el tipo ponía el pucho en flotación aérea mientras sonreía por la confirmación de su corazonada. Por la puerta del fondo, que sería de entrada, había aparecido un flaco, el que ya teníamos junado de antes en otro cuadro. Ahora enfilaba hacía el medio del salón en procura, era de suponer, de una mesa libre. En el cuadro siguiente ya estaba sentado y levantaba un brazo y mano con los dedos indicando algo al mozo, seguro para que le trajera. Todo eso por encima del hombro del tipo y por el costado de la solapa y el hilo de humo del cigarro, que había vuelto a los labios para mostrar la serenidad conque el tipo contemplaba la escena. En el cua…ahhh...!
¡Lo cagaron a balazos al flaco!
De la mesa que derrapa saltan astillas y en la cintura y la camisa se forman hoyos con rayitas concéntricas que son los hundimientos de las balas que van entrando. El tipo no fue seguro, porque la balas venían del otro lad...
En ese momento el rabillo del ojo izquierdo de Manuel le dijo que algo pasaba en el piso del baño, allí junto a la rejilla del desagüe. Dejó la revista a un lado y miró de lleno. Sí en el piso había un agujero circular, más bien esférico. Parte de la rejilla había desaparecido y con ella casi toda una baldosa y para abajo el caño de desagüe se veía cortado y dibujado prolijamente en la curva pared del agujero. ¡ Muy prolijo todo! Como dibujado con esos compases y escuadras que… ¡Pero qué mierda! Era en serio un agujero en el piso así de grande ¡y prolijo! Qué mierda podría ser, tan de golpe y sin hacer ruido?
Se levantó sobre las patas y sostuvo con una mano el calzoncillo mientras la otra agarraba el rollo de papel y no podía, de modo que soltó el calzoncillo y ayudó a cortar y volvió a manotear mientras su pescuezo se estiraba e inclinaba casi sobre el buraco para ver mejor mientras se iba limpiando prolijamente el culo. Ya casi terminaba el aseo sin haber entendido nada, ni elaborado ninguna hipótesis explicativa cuando sintió un cosquilleo bajo la pata derecha, miró y vio que había allí otro agujero y que la pata no había entrado en él porque todavía el talón se apoyaba en tierra firme. ¡La puta! Saltó de esa pata para la otra y tironeó el calzoncillo arrastrando los huevos y huyó hacia la puerta y desde allí miró de nuevo y vio que seguían apareciendo otros huecos, chicos y más grandes y todos prolijos. ¡Había que rajar!
Casi lo logra. Pero en ese momento se abrió bajo sus pies un agujero enorme y el se hundió hasta la pera dentro de la esfera, con tiempo apenas para ver que ya desde el nivel del piso se empezaban a levantar burbujas enormes como si todo se estuviera transformando en un queso en plena fermentación..
Manuel comprendió que estaba atrapado cuando la burbuja se cerró por encima y el arremetió contra las paredes a piñas y patadas, y puteadas que eran todas absorbidas por aquella cosa medio dura y medio blanda. Medio dura para seguir pegándole con fuerza y medio blanda al estirarse y absorber los golpes y los sonidos… Cayó ovillado al fondo. La mente en blanco los ojos entreabiertos…La burbuja era casi tibia. Una leve porosidad le impedía ser brillante y tenía sombras o…Visto bien de cerca, habían allí líneas, manchas y hasta, sí imágenes. Claro! Habían verdaderas escenas que se movían y cambiaban! Aquí. Aquí justo frente a sus ojos, visto bien de cerca, había toda un escena en el interior de una habitación y lo que se veía en primer plano era… La cara de un tipo de enorme nariz que se acercaba y se acercaba y miraba como un estúpido. Tan cerca le veía que pudo de pronto ver qué se reflejaba en sus pupilas…


Fernando, el estúpido que en otro baño leía la misma página de la misma revista, comprendió enseguida que el cuadro siguiente mostraba el interior del bar visto por sobre el hombro de ese especie de periodista, que solía recorrer bodegones donde los soldados acudían en procura de alcohol mujeres y otras yerbas. De allí surgían sus historias de vidas hundidas en el fango de la guerra. Ahora el tipo tenía la atención toda en la puerta de vaivén de la entrada. Dejaba correr su humo y esperaba. De pronto en el cuadro siguiente un gran sacudimiento alteraba la calma cuando una enorme bola irrumpía en el salón por la mencionada puerta. Era extraño, la bola quedaba allí bamboleándose y Fernando la miraba sin entender pero sin querer voltear la página para ver lo que seguía. Porque…
Cuando dio vuelta la página comenzó la balacera. La bola no resistió y estalló cayendo en una llovizna de aparentes gotitas pero… Allí en el lugar de la bola quedaba un flaco parado y saltando en pelotas o casi, cruzando las manos por delante de su modesto bulto como para no ser visto, o tal vez para parar las balas…¡Qué boludo!

Manuel pudo ver toda la escena reflejada en las pupilas del estúpido. Se reconoció en el dibujo. Un poco se avergonzó, pero otro poco… Bueno- se dijo- después de todo me han dibujado en una revista!
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